A Elia Espen la defiende su conducta

Elia Espen es integrante de Madres de Plazo de Mayo Línea Fundadora. Los luchadores obreros o democráticos de estos tiempos la conocen: ha estado en todas y cada una de las marchas, piquetes o movilizaciones de los últimos años. Se ha formado, por ello, una opinión directa y sin intermediarios de la política oficial de “derechos humanos”. En un reportaje de Perfil, denuncia las acciones de provocación e infiltración del gobierno, encarnadas en su secretario Sergio Berni. Compara, con todo derecho, a las infiltraciones de los caranchos y sus jefes con los Astiz. Los defensores a sueldo del gobierno se “horrorizan” cuando trazos de la dictadura o del lopezrreguismo sobrevuelan la actualidad nacional. Deberían preguntarse cuáles son los hechos que justifican esta evocación -Julio López, Mariano Ferreyra, la condena perpetua a los petroleros, los qom o los 5.000 procesados.

A raíz de las declaraciones de Espen y con la firma de la “Línea Fundadora”, se publicó una solicitada en Página/12, que bien habría servido para denunciar a Berni, la condena a los presos de Las Heras o la tentativa de desafuero y despido a los delegados de Sarmiento. Pero los que firman han decidido gastar dinero para señalar que Elia “no representa a la organización”. Los autores de la solicitada se arrogan la facultad de concederle a Espen “el derecho y la libertad de expresar sus opiniones”, pero a renglón siguiente, le niegan a Elia un derecho incuestionable, el de reivindicar el nombre y la tradición de las Madres y Abuelas, que ella reivindica con toda honra.

El intento de desautorizar a Espen tropieza, sin embargo, con un inconveniente. En efecto: si la compañera de los despedidos de Lear, de Lebbos y todas las víctimas de la impunidad o de los miles de procesados no representa a la “Línea Fundadora”, entonces “Línea Fundadora” estaría renunciando a apoyar a los que luchan y de este modo a su propia tradición.

Estamos con Elia y una trayectoria histórica que nos involucra día por día, desde que surgimos, hace exactamente cincuenta años.


M. R. y M. S.