Adriana Calvo

Luego de seis meses de dura lucha contra una enfermedad terminal, el domingo 12 de diciembre falleció Adriana Calvo.

Fue una de las fundadoras y dirigentes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD). Activista gremial de la Universidad de La Plata, fue secuestrada embarazada el 4 de febrero de 1977 en su casa de Tolosa y retenida en las mazmorras de la dictadura durante tres meses. Pasó por el Destacamento Policial de Arana y el llamado “Pozo de Banfield”, entre otros campos de concentración en los cuales también estuvo secuestrado su marido, Miguel Laborde. Parió a su tercera hija estando todavía en manos de los represores. Fue liberada el 28 de abril de 1977. Rechazaron la posibilidad de exiliarse en Alemania y retomaron sus vidas en la ciudad de Mar del Plata.

Desde su liberación, Adriana se convirtió en una gran luchadora antidictatorial hasta convertirse en una de las principales dirigentes del movimiento de derechos humanos del país. Fue una de las primeras sobrevivientes de los campos de concentración que declaró en el “juicio a las Juntas”, en los albores del alfonsinismo (http://bit.ly/fOaBJV). Desde entonces, se mantuvo independiente de todos los gobiernos, a los que denunció sistemáticamente por haber preservado el aparato represivo formado bajo la dictadura y por ser garantes de la impunidad de sus crímenes.

Frente al gobierno kirchnerista, Adriana jugó un papel clave en la defensa del carácter independiente de las movilizaciones de cada 24 de marzo, que la tuvieron como una de sus principales organizadoras, contra los intentos de quienes pretendían convertir esa gran movilización popular en un ritual sin presente y en una celebración oficial. Su militancia por el castigo a los genocidas unió varias generaciones bajo las banderas de las luchas obreras y populares del presente y del combate contra la represión de ayer y de hoy. Los actuales juicios contra los represores representaban para ella “una conquista” de la lucha democrática de varias décadas y no el resultado de la “política de derechos humanos” del gobierno nacional, como plantean los organismos cooptados por el oficialismo.

Fue también protagonista de haber convertido la lucha por la aparición con vida de Julio López en una causa nacional. Denunció implacablemente a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner por haber abandonado rápidamente el reclamo por la aparición de López, y por su silencio cómplice ante el encubrimiento montado por la policía, los jueces y los fiscales.

Adriana fue también constructora del sindicalismo clasista en el ámbito de la docencia universitaria. Ya en la Facultad de Ingeniería de la UBA, la gran huelga docente de 1988 y la creación de la Conadu la tuvieron entre sus más destacadas impulsoras. Integrante de la directiva de Aduba, rompió en 1998-1999, cuando ésta se había convertido irreversiblemente en un aparato burocrático alineado con el Estado, para trabajar en la formación de la Asociación Gremial Docente (AGD) de la UBA, de la cual fue su primera secretaria adjunta. Defendió en forma pertinaz a la Conadu Histórica contra los intentos de los gobiernos y de las camarillas universitarias por destruirla. Bajo las banderas de la AGD, Adriana Calvo estuvo en las calles aquel 20 de diciembre de 2001.

De personalidad vigorosa y siempre cordial, la enfermedad que finalmente doblegó su salud no pudo hacer mella en su voluntad de lucha: en un momento personal durísimo, Adriana Calvo quiso estar y estuvo el 21 de octubre marchando a Plaza de Mayo junto a miles de luchadores por la cárcel a los asesinos de nuestro compañero Mariano.

Su velatorio concluyó en un acto homenaje en el que hablaron dirigentes y militantes de los derechos humanos, de los partidos de izquierda, de la AGD y del Centro de Estudiantes de Ingeniería de la UBA.

Ningún representante del “gobierno de los derechos humanos” se hizo presente, ni hubo un pésame oficial a sus familiares y compañeros, a pesar de haber sido una de las más destacadas luchadoras por el juicio y castigo que tuvo el país. El régimen de los K, que es un régimen de punteros y burócratas sindicales y de escritorio, no tolera la independencia en ningún terreno. En un país donde la impunidad y la infamia son “política de Estado”, Adriana aportó memoria, verdad y justicia.

El Partido Obrero despide a una gran luchadora.