Amia: crisis en la comunidad judía

Opinión

Desde el anuncio del memorándum entre Argentina e Irán se vive un clima agitado al interior de la comunidad judía. Tal situación obligó a las direcciones comunitarias, que durante una década fueron alcahuetas del oficialismo, a ponerse en contra del memorándum y del gobierno.


Se ha abierto un escenario de gran dinámica política de cara al próximo aniversario del atentado el 18 de julio. El sionismo y el kirchnerismo se disputarán la orientación y el carácter de la convocatoria -por primera vez en una década. El sionismo está representado en toda la dirigencia comunitaria en un ecosistema entero de partidos que de una u otra forma son tributarios de las políticas de la Embajada de Israel. La división presentada como una suerte de lucha entre "religiosos contra laicos" o "pluralistas contra fanáticos" ha sido siempre una puja entre quienes tenían negociados con el kirchnerismo o con el macrismo, por un lado, y una pelea por el control de diferentes cajas de poder de la comunidad judía, como la de los cementerios, por el otro. A los ojos del electorado judío, la imagen de los políticos de la comunidad es ampliamente negativa. El vaciamiento de las organizaciones comunitarias, a partir de los ‘90, ha resultado en la liquidación de la red escolar (privada) destinada a los sectores obreros judíos; hoy en día las escuelas judías restantes son cada vez más elitistas.


Sin embargo, frente a la situación actual todos los partidos comunitarios actúan en bloque, acatando la línea política dictada desde la embajada.


Por otro lado, el kirchnerismo carece de una fuerza de "pura cepa" en la política judía. Ensayó hace unos años una agrupación de intelectuales k de nombre "JXPD" (Judíos por la Profundización Democrática), pero terminó en fracaso: el gobierno nacional terminó apoyándose en sus socios comerciales judíos, siempre capaces de darse vuelta como panqueques. Sin embargo, los diferentes sectores kirchneristas o filo kirchneristas tienen capacidad de acción a través de eventos públicos masivos (Yok, a cargo de Darío Sztajnszrajber, un filósofo con un programa en Encuentro) o directamente en las agrupaciones más grandes de familiares de víctimas de la Amia. Es de suponer que se agruparán con Burstein para disputar con el establishment comunitario.


Desde el año pasado hay roces y choques entre los familiares y la conducción de la Amia -en el último acto oficial a los primeros les fue negada la palabra.


El elemento nuevo es ciertamente el protagonismo que ha ganado Apemia. Habiendo tenido que hacerse de un micrófono "a codazos y gritos", Laura Ginsberg pasó a llenar las tapas de los diarios.


Este elemento señala el camino a seguir: la lucha por esclarecer el atentado plantea objetivamente la lucha contra los K y la derecha, y contra los que ofician de agentes del sionismo. El objetivo inicial debería ser formar un activismo judío (especialmente de la juventud), que sea independiente tanto de la Casa Rosada como de la Embajada de Israel.


En efecto, esta lucha se desarrolla en un plano (el comunitario judío) en el cual el PO no tiene presencia; la comunidad judía tiene un bloqueo político contra la izquierda, que se basa en la cuestión palestina y el sionismo. Una intervención requerirá un amplio debate y una preparación política específica. En el estado actual, una gran cantidad de compañeros no podrían sostener un debate con un sionista letrado (que tiene formación política). El abordaje a los sectores judíos presenta complicaciones propias; por ejemplo, el 70 por ciento de los judíos porteños, a pesar de vivir en barrios con alta densidad judía, no participa de la vida comunitaria, no va los clubes o a las instituciones.


Estos son unos pocos de los desafíos que encontraremos en una lucha que no podemos ni debemos esquivar.