Al cumplirse seis meses de la brutal agresión a golpes de dos chicos de 15 años, que costó la vida de Agustín Bustos y dejó herido a Agustín Rodríguez, quien sigue luchando por su vida, el pueblo de Benito Juárez se movilizó de manera masiva al lugar donde los jóvenes fueron encontrados. Más de dos centenares de vecinos formaron una caravana que recorrió los 22km hasta llegar a dicha ubicación. En el acto se descubrió un monolito en memoria de lo sucedido.

 

La noche de los hechos, los jóvenes habían salido a pescar.

 

En enero, al conocerse los acontecimientos, la profunda indignación popular derivó en movilizaciones y en una represión policial con balas de goma y gases lacrimógenos. Posteriormente, fue relevada la cúpula de la fuerza.

 

Sobre el caso, hay muchos trascendidos y rumores, pero oficialmente un silencio que asusta. Esto, lejos de hacernos bajar los brazos, nos fortalece, sabiendo que la lucha es larga y debe continuar de manera independiente del Estado.

 

La familia ha denunciado numerosas irregularidades en la causa. A su vez, denuncian que el intendente Julio Marini (Frente para la Victoria) envió a empleados a retirar  banderas y carteles que reclamaban justicia por los chicos (La Nueva Opinión de Laprida, 22/3).

 

Desde hace seis meses, el pueblo se moviliza de manera independiente todos los miércoles y además también todos los días 9 de cada mes. La movilización crece conforme al paso del tiempo y la falta de respuestas de una justicia que, amparada en el régimen social dominante, dilata y genera más dudas que certezas.

 

La organización nos ha permitido llevar adelante distintas actividades, además de las marchas. Murales que le recuerdan al pueblo lo sucedido y que impiden que este sea uno más de los tantos casos que quedan impunes. La movilización y la asamblea permanente mantienen un nivel de organización que han dado que hablar en un pueblo poco acostumbrado a este tipo de acontecimientos.

 

Seguiremos adelante con la certeza de que movilizados será la forma de encontrar justicia por estos pibes, que se han transformado en un símbolo en la lucha contra la violencia que engendra este sistema contra los sectores más vulnerables.