Gatillo fácil

Caso Isaías Luna: la policía de Córdoba “le plantó un arma vieja en la mano derecha, pero él era zurdo”

Un nuevo caso de gatillo fácil, un viejo modus operandi que se repite a pesar de las modificaciones en la institución.

Días atrás se dio a conocer la muerte de Isaías Daniel Luna, de 21 años, a manos de la policía de Córdoba, que justificó el asesinato afirmando que el joven supuestamente estaba armado y representaba un riesgo. Sin embargo no hay pruebas que sostengan la versión de la fuerza, e incluso el padre de la víctima afirmó que a su hijo le plantaron un arma.

Cabe recordar que de acuerdo a la versión que circula por los medios, el joven junto con otros dos chicos se encontraba dentro de una casa en el barrio llevando adelante un asalto, ante el llamado de una los hijos de la familia la policía acudió al lugar y su intervención dejó como saldo una nueva víctima. Por el hecho los otros dos jóvenes fueron detenidos.

De entrada la policía deslizó la versión de un presunto enfrentamiento, y dio a conocer que los jóvenes implicados tenían antecedentes. Pero el padre de Isaías denunció que su hijo fue una nueva víctima del gatillo fácil “a mi hijo lo ejecutaron con un tiro en la cabeza. La Policía le plantó un arma vieja en la mano derecha, pero él era zurdo. Ellos estaban robando porque no tenían para comer. La policía mintió”, sentenció Wilson Luna. El enfrentamiento, al que hace referencia la versión policial, es desmentido por la familia.

En el caso interviene el fiscal Juan Pablo Klinger que imputó a los dos detenidos por robo calificado en grado de tentativa. El sargento ayudante de 46 años que disparó se encuentra libre a espera de declaraciones y pericias.

En este marco, el subjefe Ariel Darío Lecler declaró “era inminente la situación de peligro para el personal policial y la familia y no hubo otra opción que la fuerza letal”. Así justificó el disparo policial que se llevó la vida del joven. A su vez la jefa de la fuerza dijo sobre el hecho que “había ya algunas cuestiones embaladas como para llevar. A la familia y al jefe de familia los encierran en una habitación”.

Nuevamente estamos frente a un hecho plagado de irregularidades y que pone a las fuerzas represivas del Estado nuevamente bajo la lupa. El protocolo y el recambio de los principales jefes no modificó en nada la matriz asesina de una policía descompuesta desde sus raíces.

Estamos ante un modus operandi policial que no es nuevo, el plantar un arma para justificar la muerte ya se intentó en el caso de Blas Correas donde una propia policía “arrepentida” relató los hechos con lujo de detalles.

Al poco tiempo en que se removió la cúpula policial, se modificó el tribunal de conducta, se implementó un nuevo protocolo para el uso de armas de fuego, se siguen produciendo victimas a manos de las fuerzas policiales que tiran a matar.

A la luz de los hechos es claro que el accionar por fuera de la ley de las fuerzas de (in)seguridad no se resuelve con reformas cosméticas. Para hacer efectiva la consiga “gatillo fácil” nunca más es necesario exigir el desmantelamiento del aparato represivo del Estado y el juicio y castigo a todos los responsables. No hay democratización posible de las fuerzas represivas.