Defensora de Favale desautoriza al “testigo protegido” de Kirchner

El martes 12 alegó la defensora de Favale, Florencia Hegglin. Como era de prever, sostuvo que no había "pruebas firmes" contra su defendido y solicitó su absolución. En forma subsidiaria planteó que si el tribunal considera acreditado que Favale efectivamente disparó contra los manifestantes, se lo condene por "agresión tumultuosa". Hegglin quiere enganchar a su defendido en el convoy que arranca con la tesis de que el asesinato de Mariano no fue el resultado de un plan criminal; sigue con la policía ajena a este plan y distraída en su deber de cuidar personas; y con dos absoluciones inmediatamente después del alegato de la fiscal, hace dos semanas.


Hegglin planteó la nulidad de varias de las medidas adoptadas durante la investigación. Criticó a la justicia de instrucción por haber permitido que la imagen de Favale se 'filtrara' a los medios de comunicación. Según la defensora, eso originó un "juicio paralelo" frente a la opinión pública. Su alegato se centró en tecnicismos judiciales, porque a la hora de refutar en concreto las pruebas reunidas contra Favale, encontró grandes dificultades.


Por el debate pasaron 25 testigos que declararon haber visto tiradores durante el ataque. De ellos, al menos 16 acusaron directamente a Favale o aportaron con su descripción. Está archi-probado que Favale actuaba regularmente como matón a sueldo de la burocracia, al menos desde que un ex boxeador y guardabarrera, 'Dinamita' Pérez, lo presentara con Pablo Díaz. Favale estuvo presente el 6 de septiembre, en Constitución, junto a la patota, impidiendo medidas de los tercerizados, y en el acto posterior, en River, donde hablaron Moyano y Cristina, pocos días antes del crimen de Mariano, actuando como custodio de Díaz. Las ´escuchas´ revelaron los contactos de Favale con policías bonaerenses, para que lo mantuvieran informado ´si había algo contra él´. Las pruebas contra Favale son terminantes.


Hegglin es una defensora oficial, suministrada por el Estado. A diferencia del otro defensor oficial, Claudio Armando, y del resto de los defensores que alegaron hasta ahora, Hegglin intentó despegarse de la versión de la 'riña' con la que éstos pretendieron justificar el asesinato de Mariano. Según Hegglin, Favale fue utilizado como 'chivo expiatorio' por los ferroviarios, a los que se refirió como "los verdaderos culpables". Es decir que incriminó a la patota. Fundamentalmente, la defensora atacó el testimonio de Alejandro Benítez, el 'testigo protegido' aportado por el gobierno, que acusó directamente a Favale por el homicidio al comienzo de la investigación. Hegglin recordó el testimonio de Alberto Esteche, un albañil que presenció la agresión y ubicó a Benítez, "el testigo de Néstor" (según propaló el gobierno desde antes del fallecimiento de Kirchner) "en la primera línea de ataque", manipulando un arma y dando directivas al resto de los agresores. Esteche también señaló a Gabriel 'Payaso' Sánchez como uno de los tiradores. Para Hegglin, posteriormente al hecho, "Pedraza y los ferroviarios buscaron acercarse a Favale para dominar la estrategia de las defensas".


Por último, Hegglin pidió la nulidad de los tres alegatos de la parte acusadora. Según ella, la contraparte modificó la ‘base fáctica’ de la acusación, que consistiría -según la abogada- "en el acuerdo entre dos tiradores, Favale y Sánchez". Como, en sus alegatos, la fiscalía y las querellas "se refirieron a la presencia de más tiradores", esto violaría el principio de congruencia. Es un intento de reducción al absurdo. Lo cierto es nunca nos apartamos de lo que luego fue el alegato de las acusaciones: Pedraza -en connivencia con empresarios y funcionarios- fue el instigador de un plan criminal dirigido a aleccionar a los tercerizados, cuyas movilizaciones ponían en riesgo fuertes negocios y su hegemonía en el gremio. Para llevarlo a cabo, la burocracia se valió de un grupo de choque, del cual formaban parte Favale, Sánchez y otros.


Hegglin aclaró de entrada que iba a ensayar una 'defensa técnica' y concluyó en un vaciamiento de los hechos.