El infierno de Esteban Rossano, preso de la marcha del 14D

Tiene 19 años. Los gendarmes lo detuvieron ´al voleo´ y estuvo preso 42 días. Bonadio lo procesó.

@tomaseps

El testimonio de Esteban Rossano publicado ayer por Página/12 es revelador del accionar arbitrario y con fines de amedrentamiento de la Justicia y las fuerzas represivas en relación con las manifestaciones de la reforma previsional.


Estuvo preso 42 días. Le pegaron en todas las partes del cuerpo y en múltiples locaciones. Primero, “en [la calle] Perón asomó un grupo de gendarmes y uno de ellos me señaló y gritó: ‘Ese estaba tirando botellas de vidrio’. Me quedé paralizado. Me dispararon una bala de goma en el brazo, me tiraron al piso y me empezaron a pegar”. Después lo golpearon los del Servicio Penitenciario que acompañaron su traslado al penal de Marcos Paz (previo paso por el Edificio Centinela, Comodoro Py y el Centro de Detención Judicial), así como en el ingreso al mismo: “me dieron para que guarde y reparta frente al director de la unidad y los doctores en la requisa. Me pegaban piñas en las costillas, en el estómago, en la espalda. Me decían: ‘¿Así que vos sos el piquetero que tira piedras para lastimar a mis compañeros?’. Me preguntaban si tenía causas y se burlaban de que nunca pisé una comisaría. ‘Ah, ahora vas a conocer lo que es esto’, me decían” En el pabellón E, a la vista de los encargados, otros presos le pegaron exigiéndole dinero; y los golpes siguieron cuando pasó al Pabellón H.


Pruebas plantadas


El joven de 19 años, oriundo de Morón, planeaba pasear por el centro porteño y se encontró con la movilización del día 14, donde fue detenido al voleo por la Gendarmería (una cuadra antes, le había exigido a efectivos de esa fuerza que dejasen de golpear a una señora mayor). Como fue profusamente denunciado por las organizaciones populares, los agentes que lo detuvieron colocaron en su mochila “dos cascotes y cuatro o cinco panfletos políticos todos pisoteados de grupos anarquistas y de Cristina, como si los hubieran agarrado del piso”, según detalla Rossano, quien añade: “Yo les dije que eso no era mío y el gendarme me corrió con que lo estaba acusando”.


Rossano quedó preso durante un mes y medio por determinación del juez Claudio Bonadio, quien fabricó para ello un “peligro de fuga”. A Rossano, quien tenía como plan recorrer el centro con un amigo y luego ir a comer al Mc Donald’s del Obelisco, Bonadio lo procesó por los delitos de intimidación pública, atentado a la autoridad y daño.


"Actitud antisocial"


En el reciente fallo por el que fue liberado Rossano y se extendió la prisión a otros cinco detenidos, al tiempo que se dictaba su procesamiento y el de más de una treintena de manifestantes y transeúntes, Bonadio debió reconocer la falta de pruebas para esta persecución: “con la distancia y calidad de las imágenes oficialmente aportadas no puede individualizarse con claridad (…) no resulta expectable -ni razonable- pretender contar con imágenes claras y pormenorizadas que identifiquen tales hechos y a los individuos que los perpetraran”. En ese mismo fallo, el juez decide que sus pruebas fuertes son… las declaraciones de los represores: “cobra particular relevancia la labor de las fuerzas de seguridad que, en el caótico escenario dispusieron en el marco de su labor su intervención individualizando primero, y deteniendo después a los sujetos que eran observados in fraganti. (…) Por ello las declaraciones de los preventores, que en cumplimiento de las instrucciones que la Superioridad les impartiera, llevaran a cabo las detenciones, revestirán a los fines de arribar a una decisión, de eficacia y entidad probatoria” (Tiempo Argentino, 26/1). En verdad, las 107 páginas del fallo están plagadas de tales especulaciones, desde que “quien concurre a una marcha para manifestarse pacíficamente no lleva consigo ropas de recambio (como si fuera a un gimnasio o a una ocasión social posteriormente)” hasta que una joven que estaba filmando debe ser procesada porque “si bien se la observa filmando coincidente en ello con su descargo, también es vista en una actitud antisocial, propinando insultos y tomando algo del suelo que se le cae”.


Un monumento a la arbitrariedad.


El curso de esta causa, como el de la que lleva el juez Sergio Torres por el 18D, revela toda una operación de Estado: a sesiones legislativas garantizadas por un estado de sitio contra las manifestaciones populares le siguen los maltratos policiales, las acusaciones y procesamientos sin pruebas y las tortuosas detenciones arbitrarias. Todo ello acompañado por las campañas de difamación del gobierno y los medios oficialistas contra los luchadores. Tal es la saña del macrismo contra los centenares de miles que enfrentaron en las calles la confiscación a los jubilados.


 


LEE TAMBIEN:


Por el desprocesamiento de César Arakaki y Dimas Ponce



“En el penal decían: vos no tenés que estar acá, vos estabas luchando por los viejos”