El juicio por Mariano: La saga de los policías

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A partir del crimen de Mariano, se abrieron dos causas que avanzaron en forma paralela: una, para investigar el homicidio de nuestro compañero y las heridas sufridas por Elsa Rodríguez y otros manifestantes; y la otra, para investigar la participación policial en la emboscada criminal. Ambas se unificaron en un único juicio oral a instancias de las querellas, con la oposición de la fiscalía y de la mayoría de las defensas.


En este tramo del juicio, entonces, están declarando los testigos de la llamada "causa de los policías". La policía fue parte activa del ataque de la patota. Sin embargo, los siete policías imputados llegan a juicio formalmente acusados por "abandono de persona agravado", una figura penal que coloca su participación en el terreno de la responsabilidad por omisión.


Para Aníbal Fernández -en ese momento, jefe de gabinete de ministros y responsable político de la Policía Federal- la actuación policial había sido "impecable". Por su parte, el Ministerio de Seguridad, encabezado por Nilda Garré, proporcionó a los policías asistencia jurídica gratuita durante todo el año posterior al crimen de Mariano.


Esa asistencia legal se interrumpió debido a las denuncias al respecto. Ningún funcionario político responsable por el accionar policial se encuentra imputado por el caso. Los policías acusados son Hugo Lompizano, jefe de la Dirección General de Operaciones (luego ascendido a la Superintendencia Metropolitana de la Policía Federal y finalmente separado de la fuerza por motivos que nada tienen que ver con el crimen de Mariano); quien entonces era su segundo en la DGO, Luis Echavarría, y el operador de comunicaciones, Gastón Conti. También están imputados el jefe de la División Roca de la PFA, Jorge Ferreyra, y el jefe del Departamento de Control de Líneas, Luis Mansilla; el subcomisario de la comisaría 30, Rolando Garay, y el agente de la División Exteriores de Video, David Villalba.


El vicejefe de la División Roca, Claudio Premuda, también estaba siendo investigado, pero fue asesinado durante un sospechoso intento de asalto en marzo de 2011. Los testimonios La mayoría de los testimonios de los policías se caracterizaron por la falta de recuerdo y la imprecisión -o por el ocultamiento deliberado. Varios de ellos podrían quedar imputados al final del juicio, como en los casos de Marcos Brousson -quien intentó deslindar a Mansilla y Ferreyra de la responsabilidad del operativo, contradiciendo su primera declaración- los integrantes de la brigada de la División Roca, Gastón Domec, Carlos Farías y Eduardo Barberan y el oficial de judiciales -también de la División Roca- Omar Povolo. Sin embargo, lo que emerge con claridad en las audiencias, es la absoluta responsabilidad operativa de los jefes Mansilla, Ferreyra y Lompizano, que, a su turno, habían intentado transferirla al fallecido Premuda.


Uno de los pocos testimonios que aportaron algo de claridad fue el de Rodolfo Ali, ex director de la sala de situaciones de la Dirección General de Operaciones. Su testimonio puso de manifiesto la absoluta responsabilidad de la DGO en la estructuración y dirección del operativo. También se refirió a los sistemas de comunicaciones que dispone la fuerza: dijo que el POC -un sistema que no deja registro de las conversaciones-, solamente se utiliza en situaciones excepcionales, ya sea porque la radio se encuentra saturada o porque el agente no responde a las modulaciones abiertas. "Todo tiene que salir por la frecuencia de handy. Si un agente no contesta, desde la sala de situación se comunica con él por POC para que module por medio del handy, para que la frecuencia quede grabada". "Todos los policías saben que lo que se habla por POC no queda grabado". Luego del crimen de Mariano -explicó el testigo- el Ministerio de Seguridad vedó el uso del POC, para que "no hubiera motivo de sospecha".


El día del ataque, el POC fue profusamente utilizado. También describió cuál es el protocolo de actuación de la policía. Dijo que se debe avisar a la autoridad judicial "cuando se produce algún evento fuera de lo común". Sin embargo, los jefes Mansilla y Ferreyra no solo dejaron correr sin aviso la primera agresión: además, cuando la patota bajaba del terraplén y se reagrupaba debajo de la vía para embestir a la columna que se retiraba, Mansilla informó que lo hacían "sin animosidad". Minutos más tarde, la patota baleaba a los tercerizados y a los militantes que los acompañaban, asesinando a Mariano e hiriendo de gravedad a Elsa y otros compañeros.