El Mst vuelve a mandar en cana a Gorriarán Merlo

El Mst eligió la oportunidad de la detención de Gorriarán Merlo, para recordar que el ataque a La Tablada permitió a los militares “dejar sentada en la conciencia popular la idea de que había un ‘peligroso enemigo subversivo’ y justificar así el pasado genocidio”, Semanario Socialista del Mst (8/11). (El articulista olvida decir que el Mas —hoy Mst— los calificó de “sangrientos terroristas”, adelantándose así a la condena judicial que, sin embargo, no pudo probar esa acusación). Pero el artículo no dedica siquiera una sola línea a denunciar la masacre planificada por el gobierno y el ejército contra los ocupantes del regimiento, y que contó con la complicidad política de Izquierda Unida —la coalición entre el PC y el Mas (hoy Mst). El baño de sangre de enero de 1989 mereció el ‘homenaje’ en pleno del Congreso Nacional al Ejército (incluyendo a Monserrat y a algún otro diputado cortejado por la izquierda).


El Mst vuelve a mandar en cana a Gorriarán Merlo y al Mtp, tal como lo hizo hace seis años.


“Yo pensaba que era un tipo normal”


En enero de 1989, IU y el Mas repudiaron, en una solicitada firmada por Vallarino y Guidobono, a los que coparon el regimiento en el mismo momento que los militantes del Mtp eran masacrados en una ‘operación de estado’ diseñada entre la jefatura de las Fuerzas Armadas, el gobierno (UCR) y el PJ, y fríamente ejecutada por los militares y ‘servicios’ fascistas.


Tamaña solidaridad con el alto mando, le valió a Zamora una invitración al programa Tiempo Nuevo, de Bernardo Neustadt. Ante el ‘procesista’ Neustadt, Zamora dijo: “Lo primero (sí, ‘lo primero’, PO) aunque sea repetitivo, es el repudio de estos hechos. Categórico, rotundo. Un repudio a una metodología criminal que ha costado la vida de policias, de conscriptos, de militares…” (Reproducido en Solidaridad Socialista 268, 7/2/89).


La ‘recuperación’ de La Tablada fue un asesinato en masa. Dos mil efectivos con tanques y armamento sofisticado fueron a ‘enfrentar’ a cincuenta ocupantes, sin que mediara siquiera una intimación de rendición (la presencia de los ‘jueces de la democracia’ se produjo recién a la hora de contar los cadáveres). Sin embargo, según el jefe de la Policía Federal en ese entonces, Pirker: “el regimiento podía ser desalojado con gases lacrimógenos”.


Hoy aparece mucho más extendida la hipótesis según la cual el copamiento de La Tablada fue inducido por los propios ‘servicios’, a través de ‘carne podrida’ que se hizo llegar a algunas organizaciones. Decía Prensa Obrera: “la política carapintada necesitaba que se consumara una masacre” como “continuación de la política impulsada por los… levantamientos derechistas”, tendientes a arrancar el indulto y el reforzamiento represivo del estado burgués (PO 257, 9/2/89).


Izquierda Unida y el Mas responsabilizaron por la masacre, no al ejército, sino al Mtp, sin preguntarse siquiera si no habría un interés político del gobierno y del alto mando en provocar una masacre. Abusaron de epítetos e insultos contra los ocupantes del regimiento (“sanguinarios terroristas” los llama la declaración de IU), que jamás fueron utilizados para condenar y caracterizar a la represión de los ‘carapintadas’. Mucho tiempo después de la masacre, que incluyó el fusilamiento de los que se entregaron, el Mas pedirá “una investigación de lo ocurrido”, una manera de tapar su complicidad política con el asesinato.


IU y el Mas sucumbieron ante el pánico creado por el terrorismo político desatado por la burguesía y ante su propio electoralismo (comenzaba la campaña para el 14 de mayo del ’89). Pero aún más, “los acontecimientos de La Tablada le sirvieron a Izquierda Unida (y al Mas) para expresar una solidaridad de principios con el Estado capitalista y sus fuerzas armadas, lo que convierte en divergencias tácticas a los desacuerdos sobre la deuda externa o la política financiera” (PO, 23/2/89).


El Mst traza ahora una línea de continuidad con aquella política. Vuelve a transitar el camino del 89, cuando envió coronas a los militares caídos en la lucha contra la ‘subversión’ invocando “el dolor de las víctimas más allá de las diferencias políticas o de clase que tengamos” (sic). El Mas (y el PC) tuvieron frente a los ‘carapintadas’ y el gobierno de Alfonsín la misma política de denuncia de los foquistas y justificación de los represores que tuvieron bajo Isabel y el gobierno de Videla.


La dirección del Mas (hoy Mst) llegó muy lejos en su repudio a los ‘fascinerosos’ (textual) (sólo mataron involuntariamente a un soldado). “Yo pensé que era normal, no un criminal y un traidor a la democracia”, respondió Luis Zamora cuando le preguntaron sobre Baños, militante del Mtp detenido en Tablada y copatrocinante de juicios en el CELS junto a Zamora (Gente, enero 1989). Estos son los antecedentes de la segunda condena decretada por el Mst contra Gorriarán Merlo y su partido.