José Corzo

En un recital al aire libre en el Parque Central de Neuquén, muere José Corzo de una puñalada en medio de un tumulto. Luego de haber terminado de cursar su última materia se fue a ver a León Gieco. Allí se sumó a una multitud de jóvenes que, al igual que él, asistieron porque el recital era gratuito.


Pedimos que los responsables paguen por el crimen, pero también entendemos que es ésta la juventud que tenemos: Una juventud que no ve perspectivas a su futuro por falta de educación y trabajo. Son éstos los jóvenes y adolescentes que entran en conflicto con el sistema social desigual vigente, que no encuentran sentido a su acción diaria porque viven la imposibilidad de estudiar, de tener acceso a la cultura. Es sabido que cuando faltan las palabras, lo que prima es la acción expresada en violencia. Son los mismos a quienes el sistema impulsa al mercado de la droga y la prostitución. No queremos que nuestros hijos terminen como José, ni como sus agresores. Queremos un proyecto social que valga la pena. Educación gratuita y trabajo para todos en condiciones dignas, así también como becas para poder estudiar. Además, como José y toda la juventud, queremos actividades culturales gratuitas, no con fines comerciales, sino recreativas, organizadas por la juventud.


No queremos que la muerte de José haya sido en vano. Que sea el primer paso para escuchar lo que esta juventud tan golpeada quiere decirnos, en palabras de Gieco: “Que el futuro no nos sea indiferente”.


Los responsables deben pagar por este crimen. Las patotas existen, pero sostenemos que son producto de las políticas del gobierno, que empuja a la juventud a la marginalidad.


 


El texto reproducido fue aprobado tras diversas reuniones realizadas para organizar la lucha por el esclarecimiento de este nuevo crimen. Allí entrevistamos a los padres de José.


Mamá: Tengo la esperanza de que nuestro hijo no haya muerto en vano. Si me dejo llevar por el corazón y el dolor, diría: “Ojo por ojo y diente por diente”, pero pienso que esos chicos también tienen madre y pienso en ellos y en todos los demás jóvenes, y veo que están en riesgo igual que José.


Papá: Soy una persona con gran corazón y trabajador. Pero cuando veo a otros jóvenes que no tienen qué comer, me acuerdo cuando era chico y tenía que pedir pan. Veo la desigualdad y no es lo que quiero para mis hijos ni para nadie. Los gobernantes nos dicen “Síganme”. Pero nosotros necesitamos un gobierno que defienda a los trabajadores.