La lucha docente durante la dictadura

A 44 años del golpe genocida.

El golpe se dio un miércoles. Para ese día, la Mesa de Gremios en Lucha de Zona Norte convocaba a una nueva marcha sobre la Panamericana, que se planteaba ir levantando al paso a cada fábrica. En la Comisión Provisoria de la Udeb de General Sarmiento -que reunía a docentes dispuestos a mantener la organización, cuando ya varios de sus componentes habían pasado a la clandestinidad por orden de Montoneros- había resuelto hacer asamblea y plegarse a la movilización que se dirigiría a la Plaza de Mayo. Además del reclamo de paritarias y aumento de salarios, el programa de la movilización incluía la lucha contra el golpe que se estaba preparando.


A partir del 24 de marzo, fuimos adaptando el funcionamiento y la intervención para mantener los lazos entre delegados y activistas detrás de un programa reivindicativo sorteando la represión, la proscripción y la prohibición de las organizaciones políticas, de los sindicatos y de los centros de estudiantes.


Vaya mi enorme recuerdo a Susana Pertierra, directora de la entonces Primaria 54 -hoy 20- de Grand Bourg y a Bombón (María Elvira Motto) docente de la Primaria 38 -hoy 7- de José C. Paz, dirigentes de la Udeb de Sarmiento, secuestradas y desaparecidas en 197, por haber sido parte de la lucha de la docencia que, abrevando en el Cordobazo, constituyó la Ctera en 1973, y terminó enfrentando al gobierno peronista durante el accionar de las AAA. 


La lucha por aparición con vida de los detenidos desaparecidos estuvo presente en cada escuela. Fue esa la primera reivindicación de la refundación de Udeb, proceso del cual participé cuando en 1982, luego de seis años de militancia en Córdoba, volví al distrito.


Escribir acerca de la docencia y la dictadura militar de 1976 obliga remitirse a años anteriores.


Un listado publicado por Ctera identifica a una gran cantidad de docentes desaparecidos entre 1974 y el 24 de marzo 1976. El activismo docente fue blanco particular de las AAA creadas por López Rega y por Perón, que actuaban en forma coordinada con las fuerzas represivas oficiales. 


Se cuentan más de 600 docentes detenidos desaparecidos, a los que se suman los que fueron liberados. Ese fue el caso de Alfredo Bravo, dirigente fundador de la Ctera, quien públicamente agradeció a Tribuna Docente en el Congreso de Huerta Grande (1985) por la pelea en medio de la dictadura por su liberación.


El intento de disciplinamiento de la docencia también incluyó cesantías a lo largo y ancho del país, aplicando la Ley de Prescindibilidad y destruyendo las organizaciones sindicales.



“En la provincia de Córdoba la política gubernamental se ha hecho sentir desde el mismo momento del golpe con la detención y secuestro de compañeros dirigentes y activistas de la Uepc y del Sepac. Luego se llevó adelante la intervención de la provincial y, en septiembre de 1976, la intervención y cierre de la Uepc Capital, el sector docente más organizado y con mayor tradición de lucha de la provincia” (Tribuna Docente 0, octubre-noviembre de 1980).


La denuncia de la intervención de la Uepc por los militares fue una tarea constante llevada adelante por agrupamientos de activistas que sosteníamos la necesidad de recuperar el sindicato. Esta postura era rechazada por agrupaciones peronistas que preferían abrir una nueva etapa fuera de la organización sindical. Entre ellos se encontraban Graovack y Ansil, quienes paradójicamente se encaramaron en su dirección luego de la dictadura militar.


Mientras en Córdoba nos agrupábamos para recuperar el sindicato, enfrentando la provincialización de las escuelas Lainez, el avasallamiento al Estatuto y luchando por el funcionamiento de las Juntas con participación de los docentes; en Capital Federal, San Martín, Matanza y La Plata se encaraban procesos similares. 


Esta actividad impulsada por Política Obrera (hoy Partido Obrero), maduró las condiciones para un trabajo de reagrupamiento contra la dictadura, por la reorganización de los sindicatos y de los cuerpos de delegados. 


La fundación de Tribuna Docente se hizo al calor de este desarrollo y de este desafío. De una reunión con representación de cuatro o cinco localidades pasamos a la edición del boletín Tribuna Docente 0 en octubre/noviembre 1980. Este primer número contaba con diferentes artículos: llamando a poner en pie el sindicalismo docente, sobre la ley de jubilaciones, la falta de maestros, el censo y los desaparecidos, la reducción de los recursos educativos en el mundo, entre otros. En la editorial desplegábamos las bases de nuestra agrupación: “Los educadores solo podemos apostar a nuestras propias fuerzas, a nuestra capacidad de organización y movilización independiente en unidad con el resto de los trabajadores. Esto debe traducirse en la paciente pero tenaz tarea por revitalizar, dar nuevamente vida a nuestras organizaciones. Esta tarea no puede subordinarse o depender del visto bueno de los militares, sino que debe ser desarrollada mediante la firme voluntad de los docentes. De su organización independiente por sobre las leyes y presiones antisindicales”.


El 21 de noviembre de 1981 realizamos la Conferencia Sindical Docente, con presencia de delegaciones de distintos lugares del país. Sus ejes eran la lucha por el aumento y la equiparación salarial, por la defensa de las conquistas de Estatuto del Docente, contra la ley de educación, contra la deserción, por reconstruir el sindicalismo docente y por la defensa de la educación estatal, laica y gratuita.


La guerra de Malvinas, acción desesperada de una dictadura políticamente acabada, fue el detonante de una enorme campaña antiimperialista y antidictatorial. Los milicos pretendían que las escuelas fueran ámbitos de respaldo, y los debates eran constantes. Con Tribuna Docente recorríamos los establecimientos planteando que para derrotar al imperialismo había que acabar con la dictadura.


En Córdoba se hacían plenarios obreros en Luz y Fuerza, como sucedió antes del paro nacional del 30 de marzo de 1982. Allí estuvimos los docentes de Tribuna, junto a los obreros, desarrollando que si queríamos ganar la guerra contra los ingleses, y los yanquis que los apoyan, había que llevar la guerra al continente, apuntando a los bancos, las empresas petroleras -empezando por Shell; había que ir a la huelga para atacar a las patronales que pagaban los pertrechos bélicos y a sus tropas con la explotación en las multinacionales de los obreros argentinos.


El terror a la intervención del movimiento obrero, del cual la docencia formaba parte activa, hizo que los milicos firmaran la rendición ante los ingleses, con la intervención directa del Vaticano que mandó al Papa. 


Sin duda Tribuna Docente, fundada en medio de la dictadura, fue parte imborrable de la docencia y los trabajadores que lucharon por derrotarla.