Las fuerzas de seguridad son la base del gobierno

En los últimos días, han sido detenidos por su responsabilidad en la masacre del 20 de diciembre varios altos mandos policiales, empezando por el ex jefe de la Federal, Rubén Santos, y el ex secretario de Seguridad Interior del gobierno de la Alianza, Enrique Mathov. Los investigadores, fiscales y jueces aseguran que irán por más y que la investigación llegará hasta sus últimas consecuencias, llevando al banquillo de los acusados al ex presidente De la Rúa.


¿Será entonces bajo el gobierno de Duhalde que se logre por primera vez ir hasta el fondo en una investigación de la represión y en el castigo de sus responsables?


 


La bota del gendarme


La masacre del 20 de diciembre, como lo muestran todas las investigaciones, estuvo claramente planificada; no hubo un “exceso” policial. El personal de civil, los autos sin identificación, el poder de fuego de las armas usadas, el personal cuidadosamente seleccionado, los lugares donde se produjeron los asesinatos, muestran que la Federal no improvisó en su acción. Según se denuncia en los diarios, comisarios que estaban de licencia se sumaron al operativo.


Pero el gobierno de Duhalde no está en condiciones de enfrentar a las fuerzas represivas, porque depende de ellas más que cualquiera de los que lo antecedieron. Sin el vallado y los efectivos que rodean la Casa Rosada y el Congreso, sin la Federal cuidando la propiedad de los bancos, sin las fuerzas represivas atacando a desocupados en las rutas y provincias del país, el gobierno de Duhalde caería como un castillo de naipes.


En los últimos días ha entrado también en acción la Prefectura, que ha abandonado su tarea de patrullar los ríos, para tomar en sus manos la defensa de las empresas petroleras contra los piqueteros. En las movilizaciones realizadas por el Bloque Piquetero se la ha visto con gases y material antimotines. A esto hay que agregarle el papel de la Gendarmería, que ya bajo el gobierno de Menem había comenzado con las tareas de represión interna en las rutas cercanas a las fronteras del país y ahora cada vez más desarrolla su acción en todo el territorio nacional. La Gendarmería, por ejemplo, está encargada ahora de controlar las instalaciones de los Tribunales.


 


Las Fuerzas Armadas


En su discurso en el Congreso, Duhalde anunció que las Fuerzas Armadas tendrían a su cargo ahora misiones humanitarias (distribución de alimentos y de asistencia social). Contrariando la legislación vigente, tomarían el control de las fronteras para liberar de esa tarea a la Gendarmería. Jaunarena destacó que las Fuerzas Armadas podrían tomar el control de centros claves del país y explicó que no se puede descartar una intervención de éstas en la represión interna. Numerosos empresarios se han entrevistado con los altos mandos para testear su disposición a intervenir.


 


Se cava su propia fosa


Que el gobierno de Duhalde dependa para su supervivencia de las fuerzas represivas es una clara señal de debilidad.


Para ser efectiva, la represión debe tener una orientación política. Para reprimir, los cuadros militares y policiales deben tener la convicción de que defienden a un régimen político que representa la real perspectiva del Estado burgués.


¿Cumple estas condiciones el régimen duhaldista-alfonsinista? Las reuniones de políticos, empresarios y embajadores con militares tienen el propósito de superar la contradicción entre la mortal debilidad del régimen político y sus necesidades de reprimir al pueblo.


 


Conclusión


Lejos de una perspectiva de “democratización” del aparato represivo o de llevar hasta último término las investigaciones de la masacre del 20 de diciembre, se asiste a un resurgimiento de las fuerzas represivas. El gobierno de Duhalde prepara un recambio a la medida de los yanquis, en el que los servicios de inteligencia y represión tendrán un papel fundamental.