Megacausa ESMA: luces y sombras del mayor juicio a los genocidas

por Liliana Alaniz, abogada querellante en la causa

Tuvieron que pasar cinco años y un día para conocer el veredicto del tercer juicio de la megacausa por los crímenes cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada durante la dictadura genocida del ´76.


En un fallo con claros y oscuros, las 48 condenas dictadas a genocidas sin embargo resaltan en el cuadro de la ofensiva del gobierno en pos de la impunidad de los crímenes de la dictadura –al punto de que en los días previos a la sentencia circuló que quedaría impune todo lo vinculado a los llamados "vuelos de la muerte".


Tramos


Este tercer tramo de la megacausa es el más grande en la historia de los juicios a los represores, ya que involucró a 69 genocidas por 789 compañeras y compañeros que pasaron por las mazmorras de la ESMA. La sentencia abarcó a sólo 54 de los imputados, ya que el resto falleció impune.


El primer juicio referido a los crímenes de la ESMA no había tenido sentencia porque el único imputado, el prefecto Héctor Febres –el “Gordo” Daniel o “Selva”–, fue envenenado y muerto en su celda, en una dependencia de Prefectura, durante los días previos a que el juicio llegara a su fin en 2007.


El segundo juicio tuvo lugar durante el año 2011: allí se consiguieron 12 prisiones perpetuas y 4 a penas de entre 18 y 25 años, por la desaparición, tortura, muerte y privación ilegítima de la libertad de 84 víctimas.


Por la ESMA pasaron más de 5000 personas. La inmensa mayoría permanece desaparecida.


Condenas


Las condenas de este tercer juicio arrojan una gama que va desde la prisión perpetua a reconocidos genocidas –como Jorge “Tigre” Acosta, Alfredo Astiz, Ricardo Cavallo, Juan Carlos Rolón, los mellizos Garcia Velazco– a condenas menores, de entre 8 y 25 años de prisión.


Estas penas son excesivamente bajas si tenemos en cuenta la cantidad de casos de compañeros que resultaron probados, que superan el centenar, y los tipos de delito, que abarcan desde la privación ilegítima de la libertad a la aplicación de tormentos agravados y sustracción de menores –lo que deja absolutamente demostrado la existencia de un plan sistemático. A su vez, las limitadas penas implican –por agotamiento de la pena–la inmediata libertad de cuatro genocidas.


Las seis absoluciones muestran que los operativos de impunidad continúa: Julio Poch, Ricardo Ormello y Emir Sissul Hess, confesos asesinos que participaron en los vuelos de la muerte, fueron dejados libres de culpa y cargo.


De conjunto, los resultados responden a la media de todos los juicios celebrados desde la reapertura de causas tras la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final.


A su turno, la sentencia deja pendientes dos planteamientos centrales que presentó la querella de Justicia Ya!, impulsada por los organismos de derechos humanos: los delitos sexuales y las condenas por genocidio. Resta de todos modos conocer los fundamentos de la sentencia, que se esperan para marzo de 2018. Será allí cuando la querella de Justicia Ya! recurrirá ante la Cámara de Casación Penal para revertir las absoluciones y las demás condenas.


Factores de impunidad


A pesar de la magnitud de este proceso, la llamada megacausa ESMA no se agota, ya que en abril del próximo año comenzaría el cuarto tramo – aún incompleto, porque falta que se agreguen “casos nuevos” que por primera vez fueron expuestos por testigos en los juicios, como son los casos de los compañeros de Política Obrera Fernando Sánchez y Marcelo Arias.


Queda claro que se hará presente otra vez la “impunidad biológica”, ya que la mayoría de los imputados son octogenarios –por lo que van a conocer la sentencia solamente un puñado de ellos.


Debe destacarse también que este juicio ESMA se desarrolló con extrema lentitud: tenga presente el lector que la querella de Justicia Ya! concluyó su alegato el marzo de 2016. La demora se debe en primer lugar al incumplimiento con la Acordada n° 1/12, que  fijaba las directrices para que los procesos no caigan en total letanía ni se revictimice a los sobrevivientes y testigos. Al mismo tiempo se hizo lugar a las chicanas de los defensores, tanto privados como públicos.


A nivel más general, ni el gobierno anterior ni el actual adoptaron medidas de fondo para acelerar los juicios.


En estas condiciones, y pasados más 41 años de los hechos que se juzgan, hablar de “Justicia” es casi una burla.


La lucha


Hechas estas consideraciones, el veredicto debe ser visto en el marco de una fuerte ofensiva del gobierno nacional por rescatar política y militarmente a las Fuerzas Armadas –camino ya iniciado por Cristina Fernández con el nombramiento del genocida Milani al frente del Ejército.


En ese marco se dieron las declaraciones de funcionarios poniendo en tela de juicio el número de compañeros detenidos desaparecidos –un capítulo reciente fueron los dichos de Carrió de que “muchos genocidas fueron condenados sin prueba”; se intentó refritar la teoría de los dos demonios y, en el extremo, se produjo el fallo de la Corte Suprema que aplicaba el 2 x 1 a dos represores.


Fue precisamente la enorme movilización popular la que terminó retrotrayendo ese fallo, el del 2×1,  la que en definitiva marcó el destino de este juicio ESMA.


Cabe destacar que los familiares de los genocidas acudieron al recinto envalentonados, cantando arengas y el himno nacional, y a pesar de ello, se encontraron con las 29 condenas a prisión perpetua.


En medio de esta campaña a favor de la impunidad, de defensores pro genocidas, de los defensores de la represión, de la militarización de la Patagonia y los crímenes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, el veredicto con la inclusión de la pena máxima a los represores, a los "caballeros del mar", que secuestraron, torturaron, violaron, robaron niños, asesinaron y arrojaron compañeros  y compañeras vivos desde los aviones, implica un revés a la orientación política del gobierno.


Nuestro homenaje a los 30.000 compañeros y compañeras detenidos desaparecidos y nuestro compromiso irreductible por memoria, verdad y justicia.


No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.