Olivera Róvere y los “jefes de área” siguen en libertad

El 23 de octubre último el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 5 condenó a los llamados “jefes de área” Olivera Róvere y Bernardo José Menéndez a cadena perpetua, en tanto absolvió a Humberto Lobaiza, Felipe Alespeiti y Teófilo Saa. Estos genocidas fueron las máximas autoridades militares en la subzona Capital Federal del I Cuerpo del Ejército durante la última dictadura. Se trata del caso judicial con mayor cantidad de víctimas desde el juicio a las Juntas Militares en 1985.

Róvere y Menéndez fueron condenados pero por apenas un puñado de casos, y absueltos por muchos otros. Miles de secuestros y asesinatos que no fueron ventilados en este juicio fueron ejecutados en la zona bajo su responsabilidad. En esta causa declaró nuestro compañero Pablo Rieznik por la desaparición de Juan Carlos Higa, escritor y militante del PRT, con el cual compartió cautiverio en el centro clandestino de detención conocido como “El Atlético”.

Los jueces Daniel Obligado, Guillermo Gordo y Ricardo Farías, que prohibieron el ingreso de los medios de prensa durante las audiencias y restringieron las expresiones de los organismos de derechos humanos y familiares de las víctimas, rechazaron los pedidos de cárcel común que efectuaron las querellas y dejaron en libertad a los dos condenados hasta tanto la sentencia quede firme. Como ambos represores superan los 80 años, se les ha asegurado su impunidad final. De hecho, otro de los imputados, el general Rodolfo Wehner, falleció antes de la finalización del juicio.

Olivera Róvere fue juzgado tres veces en los últimos 22 años (en 1987, en 2004 y ahora): tampoco conocerá la cárcel en esta oportunidad.

Como si tratara de un juego macabro, los fundamentos de la sentencia se darán a conocer el día 10 de diciembre, el Día de los Derechos Humanos. Los lazos de continuidad entre el régimen militar y el democrático se manifiestan en estos juicios, así como en la permanencia de leyes dictadas por los militares, o en sus compromisos internacionales (Club de París) y en el propio Poder Judicial. Los nac&pop vomitan continuismo en la misma medida en que pretenden lo contrario.