El acampe piquetero desbordó el sitio policíaco

Foto: Fede Imas

El plan de lucha de las organizaciones piqueteras independientes de la cooptación oficial se realizó con éxito en 19 provincias. El reclamo central, a partir del objetivo estratégico de trabajo genuino, es la apertura de los planes sociales de manera universal a todos los desocupados, empezando por los que se organizan y reclaman; aumento y bono integral para todos y alimentos para los comedores que crecen en número y asistentes.


Las vigas maestras de una movilización que congregó en todo el país a decenas de miles de trabajadoras y trabajadores desocupados fueron, por un lado, las asambleas barriales que iban organizando a los compañeros y compañeras, votando la medida y los reclamos. Por otro, el reagrupamiento de todo un sector de organizaciones que junto con el Polo Obrero ha rechazado la cooptación a la Mesa de Concertación que el trío de San Cayetano constituyó junto al macrismo con la Ctep del Movimiento Evita a la cabeza. Ese reagrupamiento independiente creció por la escisión de Barrios de Pie, que compartió la medida de ayer junto al resto de las organizaciones.


Los puntos mencionados son decisivos y están en el núcleo de la gran movida que ganó la plana nacional de una jornada intensa de movilización – porque también se produjo el paro de mujeres por Justicia para Lucía, una coincidencia que no menguó ni a una ni a otra convocatoria.


Las asambleas se multiplican cada día en número de barrios y en presencia de familias que pierden el trabajo, la changa y hasta el sustento más elemental para sus hijos. Es decir, que en la base de la enorme movilización hay un principio de organización de masas de los nuevos desocupados víctimas del ajuste del FMI, que ya lleva varios meses y que está haciendo estragos. El método abierto y democrático de organización del Polo Obrero, reproduciendo los métodos del clasismo en la organización de los desocupados, se abre paso brindando confianza a los trabajadores.


Por su parte, la escisión de Barrios de Pie y el reagrupamiento de otras organizaciones obedece a un fenómeno de fondo: el ajuste está devorando las condiciones de vida a tal punto que el asistencialismo mismo como amortiguador social se hunde como resultado de la carestía y los cierres de fuentes y puestos de trabajo, formales e informales. En ese cuadro, el alineamiento político de las organizaciones del trío de San Cayetano con Felipe Solá repercute negativamente en la base piquetera porque se trata de un hombre de Estado, que gobernó con Menem, fue macrista, kirchnerista, massista y, además, uno de los responsables de la masacre de Avellaneda donde asesinaron a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, puesto que entonces era gobernador de la provincia de Buenos Aires. En un movimiento de lucha que nace politizado por decantación son temas de fuerte gravitación y debate.


La derrota de un estado de sitio no declarado


El gobierno pretendió amedrentarnos con un enorme despliegue represivo que quiso impedir por todos los medios que una de las columnas que el miércoles se concentró en Constitución llegue al Ministerio de Desarrollo Social. La Policía de la Ciudad al mando de Diego Santilli sitió Constitución, a punto tal de parar la línea C del subte para que no podamos viajar. Se trató de un operativo completamente restrictivo del derecho de manifestación porque ni siquiera estuvo la excusa del corte de calles. Lisa y llanamente, se impidió una manifestación, lo que configuró un estado de sitio no declarado. Previamente, con patrullas motorizadas habían irrumpido en las columnas y golpeado compañeros y compañeras provocando 4 heridos.



El ingreso de motos que reparten palos a mujeres, hombres y niños en medio de columnas de manifestantes tiene pocos antecedentes: ¿estamos ante una nueva modalidad para impedir directamente el desarrollo de las manifestaciones que molestan al poder? 


El sitio fue derrotado porque, discretamente, miles de compañeros fueron viajando en subte hasta el Ministerio. Cuando la policía interrumpió el servicio, el 90% de los manifestantes ya había sorteado el cerco policial. Una muestra de una enorme voluntad de lucha y una derrota importante para el Gobierno, que no pudo impedir el fenomenal acampe sobre la Avenida 9 de julio. 


El acampe se instaló a pesar de que las fuerzas de Infantería custodiaran los dos carriles durante toda la noche. La lucha contra el hambre le ganó al aparato represivo el día que Bullrich y Macri publicaban el decreto legalizando el gatillo fácil. Una vez más, el movimiento piquetero defendió, con su lucha, las libertades democráticas más elementales para todos los trabajadores y movimientos populares.


Cuando un Macri envalentonado en los operativos represivos del G20 y en los acuerdos y pactos con la burocracia de la CGT y la cooptación de las organizaciones sociales creyó que mantenía contenida la crisis social, la crisis social se abrió paso con sus reclamos más sentidos y legítimos a través de la organización independiente de los propios afectados.


 


Cabe destacar, también, la confluencia de este movimiento con los trabajadores de SIAM, que movilizaron en la madrugada del acampe; los trabajadores gráficos de Interpack, que ocuparon la planta; con las mujeres en lucha por justicia por el femicidio de Lucía Pérez. Todos desafiaron la paz social artificial de la burocracia sindical y demás organizaciones bajo la dirección de las distintas fracciones del peronismo que conscientemente trabajan para dejar pasar el ajuste en vistas a una capitalización electoral. 


Stanley repitió el libreto más reaccionario de Cambiemos: “no aceptamos extorsión”, como llaman ellos a las medidas de lucha de los trabajadores. Pero la pelota está en su campo. Luego de 20 horas de acampe, la medida se levantó con la votación de un plan de lucha que se profundizará si no hay respuestas. Un capítulo más de la rica historia del Polo Obrero y el movimiento piquetero.