El gobierno, acorralado

La irrupción de los trabajadores ha paralizado al gobierno.


La tregua con la burocracia de Atsa, a cambio de la incorporación de un adicional al básico salarial, terminó en un fiasco. No le sirvió para disgregar al frente de gremios en lucha.


El planteo de recortar las vacaciones de invierno por cada día de huelga docente, o el veto a una ley que prohibía el corte de los servicios de agua y cloacas, le echó más nafta a la irritación popular. A esto se sumó el anuncio de que no garantiza la continuidad del “plan copa de leche”.


Alperovich se enfrenta ahora a un plan de lucha que abarca a nuevos gremios e incorpora nuevos reclamos. Está planteada una situación que puede desembocar en una verdadera pueblada.


Crisis política


Alperovich está jugado a ser el mejor alumno del gobierno nacional y a reforzar las prebendas para el empresariado local, para lo cual ha tomado diversas medidas impositivas que lo favorecen, poniendo mayor presión sobre las clases medias y los trabajadores. Esto ocurre en un marco de creciente fraccionamiento del justicialismo. En ciertos ámbitos del PJ se discute el reclamo de una intervención federal o la renuncia de Alperovich para que asuma Juri, un hombre del duhaldismo. Simultáneamente, hay una presión del mirandismo (los duhaldistas tucumanos) para imponer los ministros de Economía y de Seguridad y al titular de la Secretaría de Trabajo. Para jugar sus cartas, Miranda puso en movimiento a los sindicatos, incluso a los que están en la CTA, que en Tucumán están fuertemente enlazados al aparato del PJ y más precisamente a Miranda. Sin embargo, la política de Alperovich ha profundizado la intervención independiente de las masas. En algunos municipios alineados con el mirandismo, como Famaillá, se asiste a un proceso de movilización (marchas semanales crecientes) contra el intendente y con reclamos que van desde la intervención a que el municipio pase a manos de una Asamblea Popular.


La cuestión del poder


La organización de la “Marcha de la Bronca”, decidida la semana pasada en una suerte de Asamblea Popular, ofrece un marco estratégico para las movilizaciones parciales.