Histórica caminata antiimperialista

La caravana por la General Paz, heroica, bajo una lluvia torrencial, la mayor parte de sus 22 kilómetros, con su acampe en Puente Saavedra, instaló lo que sería la gran jornada del 23 de enero, cuyos protagonistas, el Polo, el Mijd y Barrios de Pie, se colocaron en el primer plano de la situación política. Y lo siguen estando una semana después, junto al resto del movimiento piquetero en lucha contra el gobierno de Duhalde.


Esto fue así por muchos motivos. Por los impresionantes e inéditos actos obreros de masas frente a las embajadas de Venezuela y EE.UU., por la denuncia del pacto con el FMI, por la inmensa conmoción de la marcha a su paso y por su resultado reivindicativo final.


 


Los vecinos


Verdaderamente, los Néstor Ibarra, los Longobardi, los Haddad y los González Oro, vienen perdiendo por goleada la batalla para aislar a los piqueteros de la clase media y del resto de los trabajadores. Que es una batalla más profunda por acabar con la lucha popular en su conjunto y meterla en la salida electoral, algo que no parece ocurrir a 80 días del 27 de abril.


Marchamos por primera vez por Cabildo atravesando toda la zona norte de la Capital, la de mayor nivel de vida (antes lo hicimos solamente desde Plaza Italia en las dos marcha federales). El paso de la columna fue aplaudido sistemática y masivamente desde los balcones de los departamentos, la mayoría abrumadora de los comercios no bajó las persianas a pesar de que la policía mandó una avanzada para que así lo hicieran a nuestro paso. Sólo los bancos y algunos comercios en pocas cuadras cercanas a Juramento tuvieron esa actitud.


Todos los integrantes de un hogar de ancianos aplaudieron desde los balcones, un contingente entero de empleadas de comercio con sus uniformes, todos los obreros de dos obras de la construcción pararon y aplaudieron desde sus terrazas, se agitaron banderas, se tiraron papelitos. Un recibimiento que amplió y multiplicó los bocinazos de “la otra mano de la General Paz” del día anterior.


Semejante conmoción valió la marcha cuando todavía no habíamos arribado a la embajada de Venezuela.


 


Actos antiimperialistas


En la embajada de Venezuela fuimos recibidos por la encargada de negocios que, aunque formal, dialogó en vivo y en directo con los representantes piqueteros frente a un enjambre pocas veces visto de cámaras, micrófonos y grabadores. Hablaron Ceballos, Castells y Pitrola, y la embajadora agradeció la movilización y la solidaridad nombrando a Barrios de Pie, al Mijd y al Polo Obrero, señalando el aporte de nuestro apoyo a la causa del pueblo de su país.


Las imágenes recorrieron el mundo por la CNN y esto ya constituyó una acción concreta de movilización y de lucha contra el golpe de los monopolios petroleros y el imperialismo que impulsa el lock-out en Venezuela. Pero además, en esas horas, dos millones de venezolanos ganaban las calles en Caracas. Nos movilizamos simultáneamente con ellos, luchando codo a codo. El Polo Obrero señaló allí, como lo hizo en el breve discurso del acto a la salida, que la lucha del pueblo venezolano estaba en línea con los bloqueos campesinos en Bolivia, contra el plan Colombia y con la rebelión popular en la Argentina. Señalamos que el desenlace favorable que empezaba a avizorarse sería un impulso a la lucha de obreros y campesinos en toda América Latina de la magnitud del triunfo popular de la rebelión contra De la Rúa y Cavallo el 19 y 20 de diciembre del 2001.


Arribaríamos más tarde a una verdadera ciudadela rodeada de caballería montada, carros de asalto y centenares de escudos. Un despliegue de tropas para defender el enclave en la Argentina de los gendarmes del imperialismo mundial, la embajada norteamericana.


Hasta las dos embajadas llegamos con un cartel indicando Fuera Yanquis de Irak y Venezuela, realizado por el Polo Obrero en acuerdo con las dos organizaciones hermanas. Por primera vez, miles y miles de trabajadores de las barriadas del gran Buenos Aires y las zonas más explotadas de la Capital llegaban a la embajada imperialista en una movilización de auténtico carácter político y antiimperialista, cuando 200.000 soldados yanquis e ingleses se aprestan a realizar un genocidio sobre el pueblo de Irak.


Así lo denunciamos y el Polo Obrero en su discurso, colocó el acto como parte de la movilización mundial en la que millones de personas de más de 30 países, incluyendo Corea del Norte, se han movilizado contra la guerra imperialista. Una vez más levantamos la bandera de la Intifada palestina y planteamos la lucha contra el imperialismo yanqui en América Latina, ligando la denuncia del pacto con el FMI como parte de una lucha común entre quienes sufren la guerra armada y quienes somos víctimas de la otra cara de la moneda que es el sometimiento y la opresión política, económica y social de nuestras naciones semicoloniales.


 


El inicio de la gran movida piquetera


La caravana de 40 kilómetros instaló lo que sería un eje de enfrentamiento entre el gobierno de Duhalde y los movimientos piqueteros, por la defensa de las más elementales reivindicaciones. Resultó estratégica la denuncia de los planes caídos, la denuncia del pacto con el FMI cuya carta secreta de intención no conocíamos pero intuíamos.


Mientras Altamira denunciaba el carácter secreto y conspirativo del pacto con FMI, el miércoles a la noche, en el programa “A dos Voces”, los piqueteros denunciábamos la eventual caída de miles de planes, una parte de los cuales ya no se cobraron en nuestras barriadas en distintas provincias.


Por mucho que cacaree Camaño, no cumplió ni el 50% de los acuerdos de noviembre y dos meses después, pasado el 19 y 20, donde correctamente pusimos el eje en la lucha de conjunto por otro Argentinazo, fortalecidos por aquellas jornadas, y por Atlanta, fuimos por lo nuestro.


Arrancamos compromisos de pago que vigilaremos sin levantar un plan de lucha que tendrá objetivos más estratégicos que ya son parte del programa acordado con el conjunto de las organizaciones piqueteras que no integran el Consejo Consultivo Nacional, las del Puente Pueyrredón y algunas nuevas desprendidas de la Cta. Ese programa apunta a los puestos genuinos, al aumento general de salarios, al reparto de horas de trabajo, a la extensión general de los planes de empleo y la duplicación de su importe.


La caravana colocó el problema en el momento justo, cuando ya miles de compañeros dejaron de cobrar. ¿Qué había que esperar? La crítica del Mtl debió hacérsela a sí mismo. La posición de no participar de los demás grupos piqueteros del Bloque porque la convocatoria era un “hecho consumado” fue conservadora y paralizante. Primero nos criticaron por llenar una cancha por una perspectiva política: la del Argentinazo y la Constituyente. Después por ganar la calle y luchar contra el imperialismo, contra el gobierno y por nuestras reivindicaciones. Resultado final, se sumaron al plan de lucha que continuó el 3 de febrero.


Este fenómeno de unificación tuvo expresión en el corte de Puente Pueyrredón de la CTD Verón, el 22, en apoyo y coordinación con la caravana. Ellos también comparten el plan de lucha futuro. Y el gobierno sabe que si ataca las posiciones del movimiento piquetero “arderá Troya”.


El Polo Obrero, su militancia, intuyó todo, lo supo antes, porque fue la mayor columna el día 23, tal vez la mitad de la marcha esta vez. Los contingentes del Polo de las más variadas localidades aparecían sin cesar, cada cuatro o cinco cuadras, aplaudidos por todos los manifestantes, a veces con columnas de otras agrupaciones. Sin medios, viajando horas en trenes y subtes llegó el Polo desde todos los rincones, con nuevos contingentes, nuevos barrios, con chalecos de todos los colores, pero con una conciencia política única. Quedamos “sin piernas”, pero con una formidable experiencia política realizada.