La gran huelga de Crónica

La huelga general de Crónica volteó 6 ediciones. Resuelta por los gráficos, se extendió a prensa y a Mexigraf, un taller gráfico auxiliar de 27 compañeros. Abarcó a efectivos y contratados y bloqueó el trabajo de los jerárquicos. El movimiento acabó con los dispositivos de las empresas periodísticas para “salir siempre”; incluso anuló el funcionamiento de una antena satelital que comprometió la actividad de otro medio. Un parazo el 8 de junio, en el que tampoco trabajaron los contratados, fue el antecedente más inmediato.


El sindicato y la Interna impidieron que otros trabajadores integraran las negociaciones. Tras 7 inexplicables horas volvieron a una multitudinaria asamblea con 200 pesos (en lugar de los cien con los que empezó el conflicto) y un compromiso futuro que ya había sido prometido antes. Resultado: triunfa la continuidad de la huelga.


La burocracia desató a partir de allí una ola de agresiones verbales y físicas. Hacia la madrugada logran levantar la huelga gráfica en una asamblea no avisada con la mitad de gente que la anterior, en un clima de gran confusión.


Ya levantada la huelga gráfica, la de prensa siguió casi 12 horas más. En el medio, la patronal tuvo que reincorporar a los 27 compañeros de Mexigraf, a quienes había despedido esa mañana.


Se aprecia así la inmensidad de la traición ongarista. Están arriba de un volcán, porque ha quedado inscripta en los compañeros su propia capacidad de lucha.


Pero el problema de la dirección gráfica emerge en toda su magnitud. El ongarismo anunció “paritarias”, para alcanzar convenios por empresa.


Para la Agrupación Naranja de Crónica, “más que nunca por las 6 horas del convenio gráfico de diarios”; disminuir horas, no ampliar la jornada; mantener funciones, no “polivalenciarlas”; defender francos que mantienen la fuente de trabajo del reemplazo; defender el salario que nos alimenta, en lugar de rebajar el consumo de nuestras familias y de la economía; ningún despido ni “retiro”, que el achique lo haga la patronal en sus ganancias; que H. R. García responda con su fortuna personal, que abra sus cuentas.