La Matanza: las ollas populares, un centro para seguir organizando a los desocupados

Ollas, cartelazos e intervenciones políticas. Así se vivió el día del trabajador en el corazón del conurbano.

En el marco de la pandemia, La Matanza se encuentra ante un agravamiento de la crisis social y económica con epicentro en las enormes barriadas que recorren el distrito. Cientos de familias, en un período muy corto, han caído debajo de la línea de pobreza -producto de la inflación, los despidos y los sueldos congelados- y otra gran cantidad pasaron a ser indigentes, ya que el sector informal es que más padece el aislamiento obligatorio.


En la jornada del 1° de Mayo, el Polo Obrero, en todo país, salió a las calles. Con una acción que comenzó en el Obelisco y terminó en un acto frente a la Casa Rosada, que recorrió luego los portales nacionales e internacionales, se acompañó en los barrios con ollas populares –con los delegados a la cabeza- que sigue demostrando que una organización obrera y revolucionaria puede funcionar aún bajo condiciones adversas como esta pandemia.


Barrios a la vera del río matanza y otros en la lucha por un techo propio, sacaron sus ollas a la calle y en instantes explotó de vecinos. Con todos los métodos de prevención sanitaria y con los poco elementos con los que se cuentan, las y los compañeros/as cocineros/as aplicaron el distanciamiento y colocaron alcohol en las mesas de las cocinas que se improvisaron en plazas, calles y predios. “En mi barrio han venido vecinos a colaborar para encender el fuego y algunas verdulerías nos donaros cosas”, explicó Mili, delegada de la juventud del Polo Obrero.


Alrededor de 10.000 vecinos, desde Villa Celina pasando por el segundo cordón y hasta el kilómetro 47, retiraron su vianda caliente, que en algunos lugares fue de fideos con tuco, estofados, sopa de maní y guisos.


“Hay vecinos que nos dijeron que jamás habían tenido la necesidad de comer de una olla popular y acá están” relatan las cocineras, y agregan que por más que sumen una tanda más “siempre nos quedamos cortos”.


También se acercaron trabajadores, que se ofrecieron a cocinar para el barrio y otros tantos desocupados que han expresado su simpatía por nuestra organización. “Cuando se levante la cuarentena voy a seguir sin laburo, seguramente estaré en la calle con ustedes”, es lo que relató Norberto Vivas exempleado de una granja porcina, que se sumó al cuerpo de cocineros del barrio Villa Unión, dónde se encuentra la sede central del Polo Obrero La Matanza.


Hace dos semanas se vienen realizando ollas en las puertas de los comedores, las que ya son más de 37 en 7 localidades. Todos los días se incrementan los comensales, es un fenómeno a nivel nacional. Cómo en 2001 se comienzan a organizar otra vez los desocupados para comer, ésta vez con la experiencia del pasado. Los clubes y sociedades de fomento también están colocando ollas de comida.


El gobierno que vino a “cambiar las prioridades” continúa condenando a la mayoría de la población a la pobreza y al desamparo sanitario, mientras destina fortunas para mantener los negocios del capital financiero.


Mientras crecen las listas de espera en todos los comedores -en nuestras listas hay 2.000 familias a la espera-, la política del Ministerio de Desarrollo Social del municipio fue la de desviar la ayuda para el ejército y las iglesias. Y no han actualizado las partidas de alimento para incluir a las familias que no acceden a un bolsón de alimentos.


La Secretaría de Desarrollo Social del municipio tiene cerrados los centros de distribución de alimentos y han lanzado una línea telefónica que se encuentra colapsada, donde las personas son derivadas a un formulario Google y luego les llega (con suerte) un turno, ¡mientras tanto quedan también en una lista de espera!.


Refuerzan la represión


La llegada del ejército con 100 efectivos tenía el efecto de sobreactuar una atención para el sector social en riesgo, con un despliegue escenográfico que se instaló en siete puntos del distrito, pero que consta de una escueta asistencia alimentaria: 24.000 raciones de guisos que alcanzan al 1% de la población. Mientras que las organizaciones que reciben alguna asistencia municipal de alimento seco y/o fresco entregan 200.000 raciones diarias.


El intendente Espinoza anunció más injerencia represiva. Luego de reuniones con el Comité de Emergencia nacional, acordaron enviar a la Gendarmería Nacional que tendrá una base operativa en La Matanza. El envío estará compuesto por 250 gendarmes y 15 vehículos especiales que realizarán la recorrida de las calles para el control del cumplimiento de la cuarentena.


El intendente dijo a los medios que "la Gendarmería vino para cuidar el mejor capital que tenemos, nuestra gente”. Pero son de público conocimiento los apremios y videos donde se ve a la Fuerza Pública cometiendo hechos de humillación y tortura a vecinos del distrito. Este despliegue no es para combatir el narcotráfico y la trata, que siguen actuando aún en cuarentena. Es una disposición represiva para el control social frente al eventual estallido social que puede provocarse si el ajuste sigue siendo la prioridad.


También apuestan a los fuertes lazos clericales: ahora han lanzado la confirmación de "Red de Voluntariados contra el Coronavirus de la Municipalidad de La Matanza”, donde se convoca, a través de un decreto, a las "Organizaciones Civiles, Entidades de Bien Público, parroquias y templos evangélicos a que formen parte de la Red solidaria". Es así que aparecen figuras como el párroco Padre Ignacio repartiendo bolsones en escuelas del Estado, como lo hicieron en el colegio técnico Jorge Nerwbery.


El condimento fundamental: la independencia política


En la exitosa actividad de estas ollas se colocaron carteles con las consignas de reclamos que parten de un seguro al desocupado de $30.000, que es parte del pliego reivindicativo que elaboró el Frente Piquetero de Lucha; la entrega de kits de higiene para las familias más carenciadas; la duplicación e inmediata entrega de las partidas alimentarias que quedaron truncas luego de la crisis de corrupción en el Ministerio de Desarrollo Social de la nación.


Cientos de vecinos cuentan con los medidores de luz prepagos y no están pudiendo pagar el servicio y por lo tanto se vuelcan a "colgarse" de la luz, lo que pone en peligro sus vidas frente a posibles incendios eléctricos. Quienes no pudieron seguir sosteniendo los alquileres han tomado terrenos en González Catán dónde se encuentran alrededor de m|il familias, con cientos de niños, dónde también está actuando el Polo Obrero.


Los montos de las tarjetas alimentarias y sociales, como la tarjeta azul o la tarjeta verde del plan Mas Vida, siguen congeladas en $193 pesos miserables. Recordemos que la flamante AlimentAr es solo para padres con hijos menores a 6 años.


Para organizar todos estos planteos es necesaria la conformación de comités vecinales por barrio, compuestos por trabajadores de la salud, de las organizaciones piqueteras y los vecinos, que elaboren el pliego de reivindicaciones y un plan de acción de cara al Estado Municipal.


No a la militarización en los barrios. Por un seguro al desocupado de $30.000 por mes. Duplicación de la partida alimentaria a todos los comedores populares. Entrega inmediata de Kits de higiene para las familias y comedores populares. Entrega de agua potable en todos los hogares. Inclusión de las/os cocineras/os de las ollas populares al subsidio de $5.000 por ser personal esencial. Extensión de la tarjeta alimentaria a todos los menores de 18 años e inclusión a madres con SUAF. Recarga gratuita de los medidores prepagos de luz. Fumigación, desmalezamiento y descacharramiento para combatir el dengue.


Viva la organización barrial, obrera e independiente.