La Plaza de Mayo planteó una perspectiva política

Un acto en la Plaza de Mayo con 8.000 trabajadores es siempre un acontecimiento político. Si esos trabajadores, además, culminaban una marcha con decenas de actos que congregaron otros tantos miles en todo el país, más aún. Más, si en él participaron decenas de Asambleas Populares. Y todavía más si esa Plaza es punto culminante de un plan de lucha votado por dos mil delegados en una Asamblea de Trabajadores ocupados y desocupados sin precedentes.


Pero lo que distingue a esta Plaza de Mayo es su planteo político. Joaquín Morales Solá comenta en su editorial de La Nación del 17/3, que un funcionario desde la Rosada dijo: “Al menos éstos saben lo que quieren y adónde van”. Laura Vales, de Página/12 dice el sábado 16: “Los convocantes… exigieron desde el palco la salida del gobierno de Eduardo Duhalde y la convocatoria de una Asamblea Constituyente”. El mismo día, un periodista de Radio El Sol resumía en un reportaje: “Ustedes plantearon una perspectiva política”.


No escapó en la crónica nuestro planteo de que el FMI y Duhalde preparan “un regimen de represión, de la Gendarmería defendiendo a las petroleras. Están preparando un golpe de Estado, que es hacer morir de hambre a trabajadores ocupados y desocupados en todas las provincias” (Página/12). Reflejaron también el concepto de Quiroga: “Que se vayan todos quiere decir también que se vaya la burocracia sindical de los Daer, los Moyano y los De Gennaro”.


Un acto corto, justo, logró una coherencia política interna lo que no es poca cosa para un frente de organizaciones. Se defendió la línea de la Asamblea Nacional Piquetera y su resolución política, caracterizando el gobierno como enemigo del pueblo, luchando para acabar con él como agente de un pacto entre industriales privatizadores y el FMI. Esto estuvo presente en la intervención de la FTC, el MTR y el Polo, que marcaron *si se quiere* la tónica política.


Martino defendió el carácter de la Plaza; delimitó al Bloque Piquetero de una retirada del MIJD en función de que interviniera Julio Piumato, un representante de la CGT Moyano. Raúl Castells se apartó a último momento del documento votado, cuyo contenido jamás habrían suscripto Piumato y Moyano. El camionero, 48 horas después, saldó toda polémica brindando desde un reportaje en La Nación el mayor apoyo que un dirigente sindical haya dado a un gobierno desde hace diez años: clama por “ayuda” del FMI, llama a no golpear a un gobierno débil, a no inventarle conflictos, y reniega de la rebelión popular diciendo que a De la Rúa lo volteó el Fondo, no la gente.


Darle la palabra a Piumato era quebrar políticamente nuestra propia plaza. Con todos los compañeros del MIJD cabe un debate político sobre el tema.


De los sindicatos convocantes estuvo ausente con aviso la Comisión Provisoria del Pescado de Mar del Plata. A esa misma hora acababan con el dominio de la burocracia más podrida que dirigió la CGT y el PJ de Mar del Plata durante 30 años. A 400 kilómetros se asestaba un golpe en una dirección en la que la Plaza fue coherente también: acabar con la burocracia sindical.


El llamado a partir del 2 de abril a realizar Asambleas Piqueteras en todas las provincias con vistas a la próxima Asamblea Nacional, a realizar cortes de rutas en todo el país para arrancar las reivindicaciones, y a ganar la Plaza de Mayo el 1º de Mayo con la convocatoria del Bloque Piquetero Nacional, culminaron un gran acto político de la clase obrer.