Los de Quebracho absueltos

Hay que rendirse ante la evidencia: los jueces se están cuidando las espaldas. De otro modo no se explica que hagan cumplir las normas elementales del derecho en vigencia. En efecto, desecharon la imputación de incitación a la violencia colectiva que el fiscal esgrimía contra los dirigentes de Quebracho por su participación en dos marchas de jubilados y en otra en defensa de la educación, ante el escándalo de que las pruebas habían sido reunidas clandestinamente por los servicios de espionaje del Estado, que luego no quisieron reconocer la autoría de sus propias actividades conspirativas. Los hechos en cuestión son de hace diez años y fueron resucitados para darle “aire” a la campaña antipiquetera de Duhalde.


Los cuatro compañeros que fueron sentados en el banquillo de los reos defendieron ante los jueces su actividad política pasada y prometieron seguir actuando del mismo modo en el futuro. Ninguno expresó expectativas positivas en el fallo, aunque reclamaron que “no se politice la justicia ni se judicialice la protesta”. Lamentable o afortunadamente, eso seguirá ocurriendo y cada vez más, por la simple razón de que no existe la posibilidad de una justicia independiente. La historia no ha elegido a los jueces para equilibrar una balanza cuya misma existencia testimonia la irreconciliable oposición de los contrarios. Es la lucha de clases la que se encargará de terminar con los antagonismos de clase que generan la injustica, no los hombres de traje oscuro, y la contrapartida necesaria de la ficción de la justicia.