Tras el acampe piquetero, las armas en vigilia

El acampe de 40 horas en las puertas de la Plaza de Mayo arrancó un compromiso del gobierno de inscribir, antes del 15 de diciembre, la primera y más urgente tanda de compañeros desocupados inscriptos por las organizaciones en lucha. Se amplió también el compromiso a futuro de extender la incorporación a Capital e Interior del país. Un triunfo, que sin embargo deberá pasar la prueba del cumplimiento kirchnerista, puesto que el apuro del gobierno por limpiar las calles de  la lucha obrera el día de la asunción de los nuevos diputados era enorme. En prevención de no tropezar dos veces con la misma piedra, se exigieron garantías de que sea el propio ministerio de Alicia Kirchner el que garantice los puestos de trabajo, en caso de que los “barones” del conurbano vuelvan a boicotear todo ingreso, abrazados al botín de tropa política clientelar que para ellos significa el plan “Argentina Trabaja”. El resultado fue un forzado –y polémico– compromiso verbal, que ha sido semiasumido por el gobierno a través de los medios.

Por todo esto, el Polo Obrero y el resto de los acampantes trazaron una continuidad del plan del lucha a partir del 15 de diciembre, es decir en dos semanas, durante las cuales se verificarán día a día las inscripciones en cada municipio. A este plan se sumaron los protagonistas del primer acampe, con lo que suman 32 organizaciones con las armas en vigilia. Algo que se trató en un plenario de organizaciones realizado en el Bauen, donde nuestro frente de lucha concurrió con diez militantes por organización. Allí, el Polo Obrero abrió un debate fraternal.

En primer lugar, vemos a la lucha por la inclusión en las cooperativas como un escalón desde el cual organizar una pelea más general por trabajo en blanco, levantando la necesidad de organizar a los miles de cooperativizados por el pase a planta y cuestionando el carácter de fraude laboral de las cooperativas. En segundo lugar, la necesidad de levantar un programa de interés general de los trabajadores frente a la crisis, desde la prohibición de los despidos a la ejecución de la obra pública y de vivienda necesaria en nuestros barrios, como base a una acción decisiva contra la desocupación que superara el embudo de “cupos limitados” que es la lógica del plan oficial. Tercero, reconocer al movimiento piquetero como parte integral de la lucha clasista en curso en todo el movimiento obrero. En función de eso colocamos muy alta la bandera de la jornada clasista del 20 de diciembre junto, a la clase obrera en lucha y los estudiantes, para que la crisis la paguen los capitalistas. Con estos ejes realizamos asambleas en todos los barrrios.