Trueque: Redistribuyendo la miseria

Los artículos de Prensa Obrera sobre el funcionamiento de las redes de trueque como un intento de mantener el sistema de punteros del PJ y de frenar el crecimiento de las organizaciones piqueteras fueron muy comentados entre los lectores obreros del periódico. La razón es que denunciaban el fraude y el mito de que el trueque sería una forma de “auto-organización”. A este mito han contribuido también los punteros centroizquierdistas del Frenapo-CTA, que lo alaban como una forma de “auto-abastecimiento popular”.


El crecimiento del trueque es una manifestación, otra más, de la aguda descomposición económica provocada por la crisis capitalista. Sobre esto, La Nación (5/3), a diferencia de los centroizquierdistas, no se hace ninguna ilusión “autogestionaria” pues reconoce que se trata de un retroceso a épocas pre-mercantiles. Esto no le impide, claro, celebrar la función política que juega el trueque: que los desocupados se arreglen como puedan “en lugar de clamar por la ayuda del Estado o de nutrir caravanas de desocupados que cortan rutas”.


Sálvese quien pueda (y hasta cuando pueda)


Los punteros de cada barrio intimidan a los vecinos para que no participen en las asambleas de las organizaciones piqueteras y les plantean que se sumen al trueque, que es *dicen*, “una salida inmediata”. ¿Lo es? Frente a una desocupación que no conoce límites, el trueque significa cambiar las últimas posesiones por un plato de comida pasajero, sin ganar nada para el mañana. Clarín (3/3) da un ejemplo gráfico: una reciente desocupada que vende la indemnización en remeras que le dieron sus ex patrones a cambio de… zapallitos. ¿Y cuando se le terminen las remeras?


La pretensión de que el pueblo puede encontrar una salida a la crisis empeñando sus bienes o vendiendo alguna comida casera es ridícula. Porque ni los trabajadores expulsados de las fábricas ni los participantes de las redes de trueque tienen acceso a la grandes fábricas ni a las hectáreas de los terratenientes. Sólo tienen para ofrecer en el trueque lo que compran en los mercados, que remarcan sus precios al ritmo de la inflación y el desabastecimiento. Esto, claro, da lugar a acciones especulativas comprando al por mayor productos que escasean en el trueque y colocándolos a precios abusivos.


También se prestan a abusos los “créditos”, cuya emisión no conoce ningún tipo de regulación y que, contra los supuestos reglamentos del trueque, son cambiados por dinero por los “punteros-coordinadores”. De más está decir que estos “créditos” se devalúan más rápido que esos otros papeles pintados, los bonos provinciales.


¿Consumo “autogestionario” u organización piquetera de los trabajadores?


La especulación con las necesidades de los sectores más explotados contrasta por el vértice con las acciones de las organizaciones obreras y populares contra los monopolios, como la imposición de la contratación de desocupados en las petroleras por las organizaciones piqueteras del Norte de Salta o la expropiación de medicamentos que un laboratorio se negaba a entregar a un hospital público, por parte de la Asamblea Popular de Paternal.


Los elementos para resolver las necesidades de nuestro pueblo se encuentran en la expropiación bajo control obrero de los grandes pulpos. No hay salidas en los supuestos “circuitos paralelos de distribución” mientras los hambreadores tengan los grandes medios de producción en sus manos.


La salida, como lo plantearon miles de trabajadores y desocupados en la Asamblea Nacional Piquetera y en la Asamblea Popular Nacional, pasa por la estatización de los grandes pulpos y las privatizadas, y la puesta en marcha bajo el control de los trabajadores de toda empresa que cierre o despida.


Los grandes cordones industriales y agrícolo-ganaderos del país podrán producir entonces para satisfacer las verdaderas necesidades del pueblo, liberados de las restricciones que les impone el lucro capitalista.