Un plan de lucha revolucionario

El plan de lucha que comenzó el 3 de febrero constituye un salto político del movimiento piquetero y una formidable respuesta al ataque montado por el gobierno Duhalde contra nuestras organizaciones. Porque lo componen la totalidad de las organizaciones que no integran el Consejo Consultivo Nacional (integrado por la Ftv y la Ccc), por su programa, por el carácter de sus medidas y porque culmina en el Congreso Nacional, previsto en principio para la primera quincena de marzo.


Este plan de lucha no se restringe al mantenimiento de los planes de Jefas y Jefes o a la ampliación de cupos.


Su programa aborda el problema de los puestos genuinos planteando el reparto de horas de trabajo y el fin de la flexibilidad laboral, como base de la creación de millones de puestos de trabajo. Hoy, con la reactivación de algunas ramas industriales, petroleras o agrarias, producto de la devaluación monetaria, la desocupación ha llegado al disparate del 23,6% en octubre. Se siguen extendiendo jornadas, se toman compañeros en negro, se habilitan horas extras en negro. Al mismo tiempo caen los puestos en la mayoría de las ramas por la depresión económica.


El gobierno y el Banco Mundial se proponen agravar la flexibilidad mediante el plan Jefes y Jefas. El frente de organizaciones piqueteras de la Asamblea Nacional de Trabajadores toma el toro por las astas y sale a la lucha. La jornada del 3 de febrero en los accesos de más de 30 polos industriales, petroquímicos o petroleros de todo el país es consistente con este objetivo estratégico que constituye un programa común entre ocupados y desocupados, mientras que el planteo del gobierno enfrenta a los ocupados con los desocupados que vienen a ocupar sus lugares, a agravar la flexibilidad y a contribuir a seguir deprimiendo el salario.


Otra parte fundamental del programa es el aumento salarial al doble de los planes de empleo, pero como parte del planteo de aumento general para todos los trabajadores buscando un mínimo equivalente a la canasta familiar. Esta cuestión será clave en la lucha del conjunto de la clase obrera, cuando empezaron los tarifazos y se prevén aumentos importantes de precios por la inflación reprimida de precios mayoristas que aumentaron el triple que los minoristas.


Solá nos ha dado la razón diciendo que “los 150 pesos están desactualizados” y reconociendo que “la plata que entra por las exportaciones es mucha”. Entonces la plata está, sólo que se ha comprometido para la deuda externa. La plata está, sólo que va al negociado capitalista. La plata está, pero la cuestión del congelamiento salarial es una de las vigas del pacto con el FMI, por eso la burocracia sindical mira para otro lado: las tres centrales apoyan el pacto con el FMI porque están enfeudadas con los políticos patronales que lo apoyan, desde López Murphy hasta Carrió.


En el propio terreno de la continuidad de los planes de empleo, la cuestión del monitoreo del Banco Mundial es una entregada que amenaza hacer estragos porque hay una cifra de un millón setecientos mil que si fuera un techo significaría la caída de 350.000 beneficiarios. Pero si no lo fuera, como dice el gobierno, ¿qué tiene que hacer el Banco Mundial en los comedores y emprendimientos de los desocupados? ¿Qué tiene que hacer cuando los planes Jefas y Jefes se pagarían de las retenciones a las exportaciones y además están previstos en el presupuesto del Estado?


El pacto con el FMI es un acto de coloniaje que se trasuntará tarde o temprano en una prueba de fuerza con toda la clase obrera y también con el movimiento piquetero. Luchando consecuentemente por nuestras reivindicaciones contribuiremos a quebrarlo y esto es más importante de cara al reforzamiento de las organizaciones de lucha por el poder político, de cara al desarrollo de las asambleas populares y del Congreso Nacional de marzo.


El plan de lucha continúa con cortes de rutas y accesos el 10/2, y desemboca en una gran marcha el 19. La marcha apunta a ser la manifestación obrera más grande de que tengamos memoria por el crecimiento geométrico de nuestra organización y otras de nuestro frente, junto a la suma de otras que no participaron en noviembre.


Pero la apuesta es que los sindicatos combativos vengan a la marcha, que las fábricas en lucha sean de la partida, que la cuestión salarial y la reapertura de fábricas, que los puestos genuinos y el fin de la flexibilidad laboral, que el aumento general de salarios, sean los motores de una marcha obrera en cada ciudad del país que rompa el sometimiento de la burocracia sindical al gobierno devaluacionista, agente de la banca y de los monopolios y abra la perspectiva de una salida de los trabajadores a la crisis, reforzando las luchas obreras hoy en curso que exhiben importantes triunfos.


El plan de lucha es revolucionario en su concepción. Llevémoslo adelante con todo.