Mujer

24/2/2017

8M: paro internacional de mujeres

El Estado es responsable de la violencia social e institucional. Declaración del Plenario de Trabajadoras

Plenario de Trabajadoras


El 8 de marzo de 2017 en más de 30 países, llevaremos adelante el Paro Internacional de las Mujeres, jornada en la que mujeres y hombres de la clase obrera reclamarán contra la violencia institucional y social y por todas las reivindicaciones de las mujeres. El femicidio, la trata de personas, las muertes maternas por causas evitables, el aborto clandestino, la precarización laboral y la esclavitud sexual y laboral, la discriminación racial o por sexo o edad, la pérdida de la vivienda, florecen en un escenario caracterizado por el belicismo y un feroz ajuste contra los trabajadores. La violencia a la mujer es inseparable de la violencia social que, bajo todas sus formas, descargan los Estados sobre la población explotada, para transferirles la crisis del sistema capitalista.


 


No es un dato menor, por eso, que las mujeres apelen a los métodos históricos de lucha de la clase obrera –la huelga activa- en defensa de sus reivindicaciones.


 


Las mujeres norteamericanas se sumaron con su lucha a la pelea de hace años por la hora de trabajo a u$s15. Las mujeres polacas desafiaron el poder de la iglesia reclamando contra una reforma reaccionaria y por el aborto legal. Las mujeres argentinas dijimos basta al femicidio, que desde 2015 a esta parte no ha dejado de crecer, llegando estos días a concretarse 57 femicidios en apenas 47 días. En todos los casos hemos colocado al Estado en el banquillo de los acusados, responsabilizándolo de la cultura machista, de la discriminación institucional y de sus consecuencias sobre el cuerpo de las mujeres.


 


Trump, imperialismo y violencia


 


En Estados Unidos, en Argentina y en todo el mundo, es necesario que la lucha de la mujer no sólo se funda con la de la clase obrera en métodos y reivindicaciones. Es necesario que lo haga, también, en términos de estrategia política. En Estados Unidos, la misoginia feroz de Trump ha lanzado a millones de mujeres a las calles norteamericanas, en repudio al magnate fascistoide. Este movimiento quiere ser políticamente explotado por los agentes políticos de la administración Obama-Clinton, responsables de la expulsión de 3 millones de inmigrantes. Bajo el gobierno “demócrata”, el odio racial colocó a la policía de diversos estados como protagonista de asesinatos contra la población negra y laboriosa. Como para toda la clase obrera de Estados Unidos, la lucha de la mujer contra el derechista Trump debe ser un peldaño en la lucha por su independencia política, y no un campo de maniobras a favor de los demagogos falsamente “progresistas”.


 


En la Argentina, se incrementa el femicidio y la ferocidad de los asesinatos, ante el inmovilismo tajante del gobierno nacional y de los gobiernos locales, sus policías y su justicia protectora del abuso y la violencia. Más del 20% de los femicidios cometidos en 2016, fueron ejecutados a manos de integrantes de fuerzas represivas del Estado.


 


También en Argentina, tenemos una lucha crucial por la orientación de nuestro movimiento de mujeres. La estafa de colocar a una feminista del macrismo a la cabeza del Consejo Nacional de las Mujeres se ha puesto al desnudo. Como botón de muestra, está el recule del gobierno de Vidal para aplicar una reglamentación del aborto no punible en la Provincia


 


Bajo el gobierno anterior, más de 3000 mujeres murieron por abortos clandestinos, decenas de mujeres fueron encarceladas o procesadas por causas abiertas por prácticas de abortos, las muertes de mujeres gestantes duplican a las que el gobierno se había comprometido alcanzar ante la OMS, y la realidad laboral y doméstica de las mujeres no hace más que empeorar. El macrismo no ha hecho más que dar continuidad y empeorar esta orientación: en  materia de legalización del aborto, la grieta se cierra a los pies del papa Francisco. Siguiendo esa línea, el kirchnerismo calla frente a las actuales capitulaciones de Macri, Vidal y los suyos ante la reacción clerical y el Vaticano.


 


Los convenios a la baja dejan en el camino conquistas de las trabajadoras, en primer lugar. Las burocracias sindicales han abandonado cualquier defensa del programa obrero y en particular el de las mujeres trabajadoras: se niegan a aprobar licencias especiales que faciliten la vida de las mujeres, cuidadoras gratuitas por excelencia bajo esta sociedad. No defienden los jardines de primera infancia o maternales ni los subsidios en el caso de su ausencia. Vehiculizan la discriminación laboral, no ofrecen facilidades para que la mujer pueda acceder a puestos altos dentro del escalafón. La precarización laboral, hace que el 54% de ese universo laboral esté ocupado por las mujeres, franja de trabajadores en la que la brecha salarial se amplía del 27% de promedio que se mantiene hace años. El decretazo contra los inmigrantes, coloca a la mujer extranjera ante una triple opresión, por mujer, por trabajadora y por inmigrante, haciéndolas más vulnerables a la trata, al trabajo esclavo y a la degradación laboral general que sufrimos todos los trabajadores.


 


El gobierno de Macri y los gobernadores de todo pelaje político, kirchnerista, pejotista o Cambiemos, aplican un plan de ajuste que necesariamente golpea de manera especial a las mujeres. Bajo esta norma la discriminación y el sometimiento tienden a incrementarse, a pesar del enorme repudio popular que recoge la violencia contra las mujeres.


 


La iglesia católica, que imparte principios reaccionarios referidos a la familia, el matrimonio, la mujer  y el aborto, ha sido encubierta por parte del poder político ante los crecientes escándalos de pedofilia. El abuso de niñas y niños dentro de estas instituciones y dentro de la familia, nos coloca frente al desafío de enfrentar con fuerza estos ataques, verdaderas herramientas de control social de las que echa mano el poder político y económico. Una población doblegada, acechada, acosada, asesinada, perseguida, violentada, violada, sometida, es una sociedad más fácil de controlar.


 


 


Nosotras, nuestra lucha, la lucha de la clase obrera


 


En este escenario, con la experiencia acumulada de años de lucha, las mujeres hemos convertido a nuestros reclamos en un factor de la situación política actual. A despecho de las arribistas políticas de los partidos del régimen, nuestra pelea se remonta a años de lucha contra el Estado, piedra angular del desarrollo de esta barbarie.


 


Un 8 de marzo de hace 100 años, obreras textiles de la Ciudad de Petrogrado salieron a las calles y declararon una huelga que abrió las puertas al derrocamiento del zar y se convirtió en el comienzo mismo de la Revolución Rusa. Reclamaban “Paz, Pan y Trabajo” y la revolución que parieron les dio plena igualdad jurídica, que los estados capitalistas negaban, y un programa obrero para terminar con la sociedad de explotación, sin la cual es inviable terminar con la violencia hacia la mujer.


 


El origen socialista y revolucionario del 8 de marzo, que con tanto empeño se intentó borrar de la historia de las mujeres trabajadoras, hoy encuentra en las grandes movilizaciones su mejor reivindicación. Este movimiento no puede ser orientado a cifrar esperanzas en un Estado y un régimen al servicio de la explotación, el machismo y todas las formas del sometimiento y la opresión contra las mujeres. Nuestras consignas deben desarmar la confianza injustificada en ese Estado: vamos por la elección en la nación y las provincias de Consejos Autónomos de Mujeres, revocables, electos por las mujeres y con un definido programa en defensa de las mujeres trabajadoras. Confiemos en nuestra propia organización. Llevemos la organización del Paro Internacional de las Mujeres a cada lugar de trabajo y barrio.


 


 


 


Basta de ajuste y represión


 


Abajo los femicidios y la complicidad estatal


 


Aborto Legal Seguro y Gratuito


 


Desmantelamiento de las redes de trata


 


Separación de la iglesia del Estado


 


Fin de las discriminación salarial contra las mujeres


 


Socialización de las tareas de crianza y domésticas


 


Licencias especiales por violencia de género, familiar enfermo y extensión de las licencias por maternidad y paternidad.


 


Subsidios y Jardines de primera infancia o maternales.


 


Asistencia integral para las mujeres violentadas a cargo del estado y de las patronales.


 


Abajo el DNU antiinmigrante.


 


Eliminación de todas las normas del Estado discriminatorias contra las mujeres, comenzando por la penalización del aborto y los códigos contravencionales.


 


Acceso a la vivienda para todas.


 


Basta de persecución por raza, nacionalidad, género y clase.


 


Viva las mujeres migrantes que se organizan


 


El Estado es Responsable. Por un movimiento de mujeres anticapitalista y que luche por el socialismo.


 


 


Febrero 2017