Mujer

22/11/2017|1483

A Plaza de Mayo en el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres


El 25 de noviembre es el Día Internacional de Lucha contra la violencia hacia las mujeres. Se conmemora la lucha de las hermanas Mirabal, asesinadas por la dictadura de Trujillo en República Dominicana. El viernes 24 marchamos de Congreso (17 horas) a Plaza de Mayo contra las reformas antiobreras, por el derecho al aborto y contra los femicidios.


 


La violencia contra la mujer es una realidad extendida a la que los gobiernos y el Estado dan un uso político de extrema funcionalidad para defender la explotación, el hambre y el ajuste.


 


Contra esta realidad nos alzamos las mujeres de todo el país al grito de “Ni Una Menos”. Este movimiento alumbró a mujeres que salieron a luchar en todo el mundo. Impulsó a miles de mujeres a desnaturalizar muchas formas de la violencia, la de los vínculos cotidianos y la de las instituciones. Todas ellas expresiones de un Estado que, a través de sus gobiernos, educa en el sometimiento, el desprecio y el disciplinamiento social. La sociedad de clases, la explotación de una clase mayoritaria por parte de una minoría social, requiere de múltiples instrumentos para su efectividad, la violencia contra las mujeres es una de ellas.


 


El gobierno de Macri, los gobernadores y gobernadoras pejotistas y kirchneristas, que ajustan y cuentan con el aval de la burocracia sindical que pacta con ellos, profundizan las causas de la vulnerabilidad de las mujeres.


 


Los acuerdos con el Vaticano de parte de un amplio abanico de sectores o la postración frente a él para ganarse el favor católico, no hace más que agravar la violencia cotidiana. Los principios clericales educan en la inferioridad femenina, en la maternidad obligatoria, en el tutelaje. Este reforzamiento alimenta la objeción de conciencia en hospitales, el monopolio educativo del clero, y la resignación y conciliación frente al ajuste.


 


Las burocracias sindicales que resignan conquistas y derechos y agravan la situación de la clase obrera son corresponsables de la discriminación laboral que sufren las mujeres. Desde la CGT se cerró el convenio más leonino contra las mujeres empleadas domésticas a 8.000 pesos de salario para diciembre. Esta entrega involucra a más de un millón de mujeres. En las estructuras sindicales, las burócratas han usado el tema de la mujer para trepar personalmente, sin mover un dedo por la realidad general de sus compañeras.


 


Políticas gubernamentales vs. mujeres movilizadas


 


Durante los últimos años de lucha exigimos presupuesto para asistencia a las mujeres violentadas y para sortear muchas de las causas que condenan a la mujer a una situación de debilidad estructural. La respuesta fue distraer con debates sobre paridad de género en el Congreso, impulsada por el macrismo y defendida por kirchneristas, pejotistas, radicales e izquierdistas funcionales; incrementar el punitivismo del Estado, engañando a la población con una receta favorable al reforzamiento de un Estado que es responsable de la violencia por la que dice preocuparse; el cierre de programas, el desfinanciamiento de direcciones dedicadas al tema de la mujer y el subsidio a ONG amigas del poder de turno, como ocurrió en la Ciudad en la que no se cumple la ley Ramal de creación de centros integrales (CIM), pero sí se aprueba ceder un predio a la organización de mujeres de la directora del Inam (ex Consejo Nacional de Mujeres).


 


De parte de un sector del movimiento de mujeres, las elecciones funcionaron como un freno a la movilización, algo que en definitiva pone de relieve que aún tenemos que sortear fuertes trabas que anidan al interior del movimiento, que sólo debe confiar en sus luchas, en su capacidad y que debe forjarse de espaldas a un Estado que lleva la violencia contra las mujeres en su ADN.


 


Un planteo


 


El 24 de noviembre pondremos en pie una acción que debe ser el punto de partida para colocar el centro de la acción de las mujeres en la lucha por hacer retroceder los femicidios, algo que no se logrará si nuestra acción se concentra en un punitivismo que jamás ha sido efectivo para terminar con las muertes y los ataques. Es mentira que la condena a un femicida imparta temor en otros potenciales femicidas. La condena es lo que corresponde para quien se llevó la vida de una mujer, pero de ninguna manera comporta un retroceso en la práctica de la violencia.  Si avanza el Estado se refuerzan las condiciones que educan socialmente a los femicidas.


 


El 24 de noviembre debe ser el comienzo de una serie de acciones callejeras para arrancar el aborto legal y para señalar que no dejaremos que avancen las políticas contrarias a los derechos de las mujeres.


 


El 24 de noviembre en la Ciudad de Buenos Aires, y tanto el 24 como el 25 en diferentes puntos del país, diremos: Basta de Violencia. Abajo el ajuste y los femicidios. El Estado es responsable.