Mujer

22/2/2020

Bahía Blanca: Aberrante fallo condena a trabajadora por fallecimiento de su hija recién nacida

El pasado miércoles 19, Rosalía Reyes fue condenada a 8 años de prisión por un tribunal presidido por la jueza Daniela Fabiana Castaño, que la señaló como responsable del fallecimiento de su quinta hija minutos después de su nacimiento. Los hechos ocurrieron en el año 2005, en Argerich -localidad del partido de Villarino.


El fallo que la condena es un compendio de elementos que trazan una dura historia de vida y un presente de precariedad y sobreexplotación, que hacen de este caso el paradigma de lo que viven millones de mujeres trabajadoras en todo el mundo. Rosalía se vio obligada a dar a luz en su propio domicilio, en condiciones inhumanas y sin ningún tipo de asistencia médica, luego de una extensísima jornada laboral en el frigorífico La Gleba. Transitó un embarazo que mantuvo oculto en todo momento, entre otras cosas, por el temor a perder su trabajo, del cual dependía su subsistencia y la de su familia.


Solo contó con la presencia de sus hijos, que la vieron desvanecerse a las 23:30 cuando acudieron a su llamado durante las fuertes contracciones. Cuando volvió en sí, se encontró con el cuerpo sin vida de su hija recién nacida. En ese momento decidió cortar el cordón con un cuchillo que le acercó una de sus hijas para frenar una hemorragia que podría haber sido mortal. Las contracciones continuaron durante toda la madrugada, hasta que a las 5:30 expulsó la placenta. Como consta en el fallo, Rosalía cumplió con su jornada laboral hasta minutos antes de comenzar el trabajo de parto y volvió al frigorífico durante la tarde siguiente.


La Gleba, un frigorífico avícola creado por la Universidad del Sur bajo la forma de sociedad anónima, tenía contratada a Rosalía como monotributista cuando, de acuerdo a sus tareas, jornada laboral, cumplimiento de horarios y lugar de trabajo había una clara relación de dependencia. Madre soltera, con cuatro hijos a cargo, no tuvo acceso a licencia por maternidad, obra social y controles médicos que garantizaran su salud física y mental y el normal desarrollo de su embarazo.


A pesar de que las pericias indicaron que “es muy probable que se viera afectada la capacidad (…) de apreciar adecuadamente la situación que vivenciaba y dirigir su conducta en base a esa comprensión”, de forma unánime el tribunal decidió revictimizar a Rosalía, condenándola a 8 años de prisión efectiva y a sus hijos e hijas a vivir a partir de ahora sin la presencia de su madre. La defensora oficial, Fabiana Vanini, fue contundente: “Utilizaron la declaración de ella para condenarla. Usaron las partes que les servían a los jueces para condenarla y desecharon aquellas partes que eran exculpatorias (…) claramente el reproche es moral, ético y clasista”.


Así, el Estado cayó con “todo el peso de la ley” sobre el eslabón más débil, con un claro interés disciplinador. Ese mismo Estado que no garantizó el acceso de Rosalía a una Educación Sexual Integral o que no actuó para que sus cuatro hijos contaran con el debido sustento de sus progenitores, también permitió que una empresa la contratara en condiciones extremadamente precarias, bajo la estafa del monotributo, con jornadas laborales que se extendían desde las 5 a las 21 y sin derecho a licencias, bajo pena de no cobrar el día o ser despedida.


A dos semanas del 8M, el Estado nos da una nueva muestra de su rol histórico como garante de la doble opresión que sufren las mujeres trabajadoras bajo la sociedad capitalista. Que el caso de Rosalía y la lucha por su liberación se conviertan en un emblema de la campaña por la legalización del aborto, por la efectiva aplicación de una ESI laica y científica y la completa separación de la iglesia y el Estado. La lucha del gran movimiento de mujeres resulta inseparable de la lucha de las y los trabajadores por terminar con la explotación capitalista.