Mujer

15/10/2009|1104

Cientos de delegadas debatieron un programa para las trabajadoras

Había dos aulas previstas para Mujer y Sindicatos. Hubo que habilitar seis más para que deliberaran más de 400 delegadas y activistas sindicales antiburocráticas, llegadas de todo el país. En uno, dice una compañera, “la cantidad de mujeres era incalculable, había muchas sentadas afuera”. No es la primera vez que hay muchas delegadas en el Encuentro, pero nunca tantas eligieron los talleres sindicales.

En Tucumán, como ocurrió en los últimos encuentros, las burocracias sindicales prefirieron no exponerse a confrontar con las luchadoras. Sólo había una pequeña delegación de CTA interesada en discutir la Constituyente Social. La Iglesia también las debe considerar causa perdida: ni se acercó. 7 de los talleres repudiarion por unanimidad la militarización de ciudad y la presencia de la Iglesia (“las queremos fuera del Encuentro para poder debatir”) y se exigió que la Comisión Organizadora desconozca los talleres controlados por el clero. Sólo en uno surgió una posición minoritaria “contra cualquier acción patoteril”.

Todos los talleres repudiaron la represión a las luchas populares y llamaron a movilizarse con los y las trabajadoras de Terrabusi y de Autoconvocados de la Salud de Tucumán. Junto con la denuncia a “la connivencia de la burocracia de la CGT y ‘el hacer aguas’ de la CTA”, las mujeres firmaron masivamente por la restitución del Suteba La Plata a su dirección y contra el fraude de Yasky-Baradel.

Las compañeras exigieron salario igual a la canasta familiar y la reapertura de paritarias. Subrayaron la necesidad de defender las nuevas comisiones internas y cuerpos de delegados, “que deciden en asamblea, luchando por la recuperación de los sindicatos; enfrentando a las patronales, al gobierno y a los sindicatos traidores”. Se destacó la importancia de las Comisiones de Mujeres y Familiares –en varios había compañeras de Terrabusi y de Cive– para fortalecer los conflictos contra las suspensiones y despidos. “Nos quieren hacer pagar su crisis, mediante la violencia física, psicológica, económica, moral y sexual en los distintos ámbitos, la precarización, la extensión de la jornada, la tercerización, la precarización, el quite de aportes jubilatorios y de obra social, los bajos salarios”, dice una de las conclusiones.

El debate incluyó el conjunto de las reivindicaciones de las explotadas: el reclamo de tierra y vivienda, del derecho al aborto, la denuncia de la impunidad y el gatillo fácil, y la complicidad del poder con la trata y los narcos. Las violencias contra la mujer “son un problema político y social producto de la descomposición capitalista”, indica una de las conclusiones.

En general se votó, como es propio de la clase trabajadora, y se rebatió airadamente a las defensoras del consenso. El número de participantes y el tenor de las resoluciones expresan una maduración política del Encuentro, impulsada por trabajadoras que toman cada reivindicación en sus manos.