Mujer

17/7/2008|1046

Defendamos el Encuentro Nacional de Mujeres

Contra las patronales sojeras y el gobierno patronal

Plenario de Trabajadoras

Casos emblemáticos y cifras que sobreviven a la manipulación kirchnerista dan cuenta de toda una política que se ensaña con las mujeres trabajadoras, estudiantes y desocupadas.

Cuanto más avanza la descomposición social, arrasan los casos de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas; la precariedad laboral expulsa a las mujeres embarazadas, las condiciones de trabajo son responsables de incontables abortos espontáneos y otros deterioros de la salud. El VIH crece de forma geométrica entre las mujeres. “El promedio nacional de muerte de mujeres embarazadas es de 48 por 100 mil: la medición – correspondiente al año 2006-  tuvo “un brusco aumento” del orden del 19 por ciento respecto de 2005, señaló Ramos, directora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes)” (Página/12, 24/6).

La ministra de Salud, Graciela Ocaña, asumió con el señalamiento de que el aborto es un tema de “política criminal” y no de salud; quizá por eso colocó a la clerical Simoncini, ex ministra de Santa Fe, a cargo de la Subsecretaría de Riesgos de Salud del Ministerio. Todos estos datos se compadecen con la reglamentación clerical de la ley de educación sexual aprobada hace un mes. Mientras mantiene una disputa por intereses sojeros, el kirchnerismo intenta cerrar las brechas con la Iglesia entregando los derechos de las mujeres.

En materia laboral, la mujer accede mayoritariamente  a los trabajos peor pagos y más precarizados y, por lo tanto, en condiciones de mayor vulnerabilidad: domésticas, empleadas de limpieza, vendedoras ambulantes, comercio, son mayoritariamente las fuentes laborales a las que las mujeres acceden. Sin cobertura médica, sin jardines maternales, sin contención de ningún tipo, sometidas a acosos psicológicos y físicos. Las mujeres jefas de hogar alcanzan el 30 por ciento del total del país. Las trabajadoras mujeres cobran un 30 por ciento menos que los hombres y el promedio salarial de las mujeres está por debajo de un tercio de la canasta familiar.

Desde el último Encuentro Nacional en Córdoba, el movimiento de mujeres sufrió muchos golpes: Romina Tejerina fue definitivamente condenada por la Corte Suprema kirchnerista. No fue la única: Mariela Alonso, en Salta, fue condenada a 18 años de prisión, cuando bajo un estado de “psicosis puerperal” había matado al segundo hijo nacido del sometimiento sexual al que la tenía condenada su patrón. Invocaciones a la “santa maternidad cristiana” dejaron tras las rejas a la mapuche Susana Colimán en Neuquén. La discriminación contra la paraguaya Erna Ibáñez, ferozmente golpeada por su madre, la mantuvo durante un año y medio en prisión en un país al que había llegado hacía apenas 20 días. La desatención del reclamo popular que pedía la liberación de Eli Díaz en San Javier, la mantuvo presa durante nueve meses luego de haber sido abusada durante 10 años por su patrón.

Una mirada a las realidades sociales de cada una de ellas puede demostrar con facilidad que estamos ante el terrible final de mujeres abusadas por patrones, familiares, vecinos o por el Estado, que les negó el acceso a su integridad humana, a la salud y la educación. Los violadores jamás fueron puestos en el banquillo de los acusados, todos se encargaron de que fueran ellas, las víctimas, las condenadas.

También durante este año, el gobierno impuso una ley de trata de personas que por sus características encubre el millonario negocio de venta y esclavización de personas. Robar autos es penalizado con más rigor que vender personas. De las cajas negras de la prostitución viven punteros políticos y funcionarios policiales y judiciales en todo el país. Detrás de la producción de indumentaria, del trabajo rural, del negocio turístico y de la industria deportiva y cultural también está la marca de la esclavización laboral y sexual. Las secuestradas para las redes de prostitución se cuentan de a cientos. La cifra no ha dejado de crecer y el negocio de las redes de prostitución tampoco.

El movimiento de mujeres tiene una extensa agenda de reivindicaciones para discutir en el próximo Encuentro Nacional de Mujeres. Como señalamos en nuestra carta abierta a las mujeres: “El Plenario de Trabajadoras está convencido de que las luchadoras podemos avanzar en decisiones comunes sin ignorar las diferencias y divergir sin obstaculizar una acción común. La línea de demarcación de nuestro movimiento está determinada por nuestras reivindicaciones, que enfrentan a los gobiernos de turno y al oscurantismo” (“Carta Abierta a todas las participantes del Encuentro Nacional de Mujeres”, 25/5).

La crisis política abierta por el fracaso de la política económica kirchnerista y la disputa por las retenciones serán el escenario en el que debatiremos miles de mujeres. Pero está claro que, en lo que se refiere a los derechos de las mujeres y a la democracia, el bloque de la Sociedad Rural, Bergoglio, Reutemann, el rabino Bergman, Carrió y Macri se encuentra mil kilómetros más a la derecha que la de los Kirchner, la burocracia sindical, los Díaz Bancalari y los Alperovich. Los explotadores sojeros expulsan a nuestras mujeres, junto con sus familias campesinas, de las tierras, y explotan inmisericordiosamente a las obreras y a las familias obreras con sus menores de 14 años. Una victoria política de la patronal sojera no significará un avance para nuestra causa sino otro golpe contra la lucha para la mujer. En el campo de los derechos humanos se destaca con mayor nitidez aún el carácter reaccionario del bloque de la patronal agraria.

El Plenario de Trabajadoras plantea que sólo con la organización independiente de las mujeres, tanto del gobierno como de las patronales de todo pelaje y la Iglesia, podremos alcanzar los objetivos que tenemos por delante, la plataforma que nos une como luchadoras contra la opresión de la mujer. Para defender nuestra unidad y la intangibilidad de nuestras reivindicaciones es necesario más que nunca la independencia del Encuentro Nacional de Mujeres de los bloques capitalistas, cualesquiera sean. Los verdugos de la clase obrera no serán nunca aliados convenientes para nosotras.

Debemos apostar a poner en pie movilizaciones masivas al regreso del Encuentro, empezando por el 28 de septiembre, reclamando la legalización del aborto y luego, el 25 de noviembre, en el Día contra la violencia hacia la mujer.

Llamamos a todas las mujeres a organizarse y concurrir a Neuquén, y a poner al movimiento de mujeres en las calles unidos por las mismas reivindicaciones.

¡Adelante, compañeras!