Mujer

26/11/2015|1391

El abuso nuestro de cada día


La vacía campaña electoral de cara al balotaje presidencial no dijo nada respecto de la situación de las mujeres en el país.


 


La violencia de género adopta distintas formas, y el abuso sexual es una de ellas, que vulnera no sólo la integridad física, sino también la psicológica, dejando secuelas imborrables.


 


La violencia no sólo es social


 


Los casos de abuso que salen a la luz cotidianamente demuestran lo obsoleto de las políticas de género de este gobierno. Los ejemplos son muchos: la condena a una pena de sólo seis años al abusador de su hija biológica en dos ocasiones y que por su edad debe cumplimentar en su domicilio, que es el mismo que el de la víctima; el caso del intendente Aybar, de Puerta de Corral Quemado, que en 2013 fue acusado de violación de una menor y, pese a eso, sus abogados actualmente buscan darle ribetes de especulación, colocando a la víctima como victimaria; el aberrante caso en Santa María, donde las víctimas, esta vez dos hermanas que fueron abusadas desde los 7 años y obligadas a realizar abortos repetidas veces, debieron esperar un año para ver comenzar el juicio que lleve a su padre violador a la cárcel. O el caso de abuso del cura Juan de Dios Gutiérrez, quien hoy ha buscado la presión como forma de defensa, en primera instancia por medio de enviados del Obispado contra la víctima, después por medio de movilizaciones en defensa del cura violador, que buscan dividir a la población usando todo el aparato de la Iglesia amparada por el gobierno. 


 


Los dos últimos casos de abuso, se presentaron en Valle Viejo y Andalgalá, y tienen como característica común la desidia de la Justicia que deja a la víctima indefensa, al punto de tener que exponerse en los medios de comunicación para encontrar respuesta.


 


Desde el Plenario de Trabajadoras-Partido Obrero entendemos que tanto los casos de abuso como las decenas de femicidios no resueltos tienen absoluta relación con la responsabilidad del Estado, que no sólo cría violentos y asesinos a partir de condiciones de exclusión, vulnerabilidad e impunidad, sino que no cumple con su función de garantizar la seguridad y el acompañamiento a las víctimas.


 


Los gobiernos sólo se llenan la boca enarbolando consignas como la de “Ni una menos”, pero su accionar va en sentido inverso. Merece especial atención el accionar de ciertas organizaciones que se han dejado cooptar por el oficialismo y sus dádivas, y hoy celebran iniciativas cosméticas que han demostrado su ineficacia, como el fallido botón antipánico, estadísticas manipuladas o una residencia para la mujer violentada. Plantean la responsabilidad del Estado para la tribuna, pero en el momento de actuar le lavan la cara y se acoplan sin cuestionamientos a sus insuficientes respuestas.


 


Las mujeres organizadas de forma independiente tenemos que tomar las calles para terminar con todo tipo de violencia contra las mujeres, ¡por otro #NiUnaMenos, el 25 en Catamarca y en todo el país nos movilizamos!