Mujer

4/6/2020|1596

El regalo de Alberto Fernández a las mujeres por el #3J

Sobre el aborto, “honestamente, tengo otros temas que me urgen más”

“La ley del aborto la voy a mandar y el Congreso la tratará cuando esté dispuesta pero, honestamente, tengo otros temas que me urgen más”, declaró Alberto Fernández en Radio Metro y enumeró: “tengo el hambre de la gente, el señor del gimnasio, el comerciante, el profesional independiente. Todos me urgen”.


Con estas palabras, Alberto Fernández confesó finalmente que no habrá tratamiento del aborto legal, a horas de cumplirse el quinto año del grito de #NiUnaMenos.


Y aunque parece haber perdido el sentido de la oportunidad, lo suyo da continuidad a las prioridades que estableciera en plena asunción en diciembre de 2019, una dirección que no se alteró ni un milímetro, a pesar de la situación excepcional que vivimos, del hambre y de los cuidados sanitarios de los que carece la mitad de la población.


En este sentido, AF aprovechó la cuarentena no solo para planchar la cuestión. Lo que significa que aprovechó el asunto para dar tiempo a las iglesias.


En primer lugar, cabe mencionar que en el Congreso hay un proyecto de legalización del aborto que cuenta con consenso social y que está rigurosamente cajoneado. Como una muestra de la inexistencia del Congreso como ámbito de ejecución de instrumentos en favor de las mayorías, el Presidente habla sobre su función como si fuera su escribanía y, como eso es lo que es, es justo que lo destaquemos hoy cuando todavía seguimos esperando el tratamiento del aborto legal.


Por otra parte, con su discurso, Fernández intenta ganar una pulseada ideológica y convencer a las luchadoras de que tienen que adherir a la idea de que es más importante para el pueblo arreglar con los bonistas que aprobar el aborto legal. La comparación está lanzada y, con ella, la falacia en curso.


Habiendo ocurrido 57 femicidios bajo el estado de cuarentena hasta el día de hoy, no mencionó ni una vez la problemática ni tomó una sola medida de fondo para afrontarla.


Tampoco esto es azaroso, porque no perdió tiempo en presentarse junto a curas y pastores en infinidad de oportunidades, ni tampoco en colocar a instituciones como el bolsonarista reagrupamiento evangélico Aciera al frente de la asistencia a los más pobres.


Claro que el tema del aborto sería usado por los enemigos de la cuarentena, a los cuales se les podría tapar la boca no solo con un barbijo sino con la administración adecuada de la cuarentena, destinando los fondos a asistir a las millones de personas que lo necesitan en comprar test para realizar testeos que permitan administrar y anticiparse a los problemas, proveyendo de agua potable y alimentos a las barriadas, controlando a las empresas de salud privada y a los laboratorios. Sin embargo, el gobierno se obstina en desviar las riquezas a los bolsillos de los bonistas.


Por su parte, la realización de miles de abortos en la clandestinidad constituye un agravante de las condiciones de vida de las mujeres bajo la cuarentena. Como una política destinada a atender esta cuestión, debe aprobarse ya el aborto legal y la producción de mifepristona y misoprostol.


Para las mujeres solo hay salarios de hambre, miles aún no recibieron los 10 mil del IFE, otras no recibirán ni esa miseria. En materia de violencia, solo se crearon más puestos en el Estado para las amigas del poder, pero no se dio ninguna respuesta a las mujeres violentadas. El Estado solo tiene para ofrecer aborto clandestino, reforzamiento clerical, y más hambre y hacinamiento.


Con esta decisión, Alberto Fernández refuerza el camino elegido: pago de la deuda y alianza con las iglesias.


A eso respondemos con más organización y lucha, al grito de #NiUnaMenos por abortos clandestinos. Fuera la Iglesia del Poder Judicial, de la educación y de la salud.