Mujer

26/10/2020

ESiGen: la iniciativa de estatización sindical de Kicillof

El proyecto incluye a las dirigentes de los gremios burocratizados, mientras le dan la espalda a los reclamos femeninos en los lugares de trabajo.

El gobierno bonaerense creó recientemente la Escuela sindical en Género (ESiGen), donde se dictarán distintas diplomaturas y seminarios en la materia. Del acto inaugural participaron el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof; el ministro de Ciencia y Tecnología, Roberto Salvarezza; la presidenta del Conicet, Ana Franchi; el dirigente de la CTA, Hugo Yasky; el secretario general de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo; y la ministra de Mujeres, Género y Diversidad Sexual bonaerense, Estela Díaz.
Según lxs propixs autorxs, el proyecto tiene el objetivo de “formar, investigar y generar cultura en materia de género para la acción sindical, posibilitando la construcción de ambientes laborales de equidad y protección contra las violencias, y de promoción de derechos”. En su discurso, Kicillof hizo hincapié en lo dificultoso que resulta para las mujeres del movimiento sindical acceder a puestos de mayor envergadura dentro de sus gremios, y resaltó que la ESiGen apunta a revertir esta situación.

A su vez, el espacio también contará con un “Centro de Varones” para recoger, escuchar, analizar y tratar a varones en situación de violencia en el ámbito laboral y sindical, y crear el Archivo de la Voz de las Mujeres Sindicalistas, como una apuesta por reconstruir las memorias de las experiencias de trabajadoras y referentes sindicales” (El Intransigente, 21/10).

La iniciativa es ajena desde todo punto de vista a los intereses de las mujeres trabajadoras y del colectivo LGBTI+. Pretende dotar de una “pátina de género” tanto al gobierno provincial como a las burocracias sindicales, enemigos de los intereses de lxs trabajadorxs y de las mujeres y diversidades sexuales y de género en particular. El proyecto incluye a las dirigentes de los gremios burocratizados, motorizadas únicamente por el afán de encontrar un lugar en las cúpulas de sus sindicatos, mientras le dan la espalda a los reclamos femeninos al interior de los lugares de trabajo.

Mientras no busquen hacerlo apalancadas en las demandas de las trabajadoras, la queja sobre el bloqueo para acceder a cargos se reduce a un carrerismo burocrático bien entendido. Pero por sobre todas las cosas, la iniciativa profundiza el camino de dependencia sindical con el Estado. Como herramientas de los trabajadores los sindicatos fueron convertidos en apéndices del Estado para garantizar la contención social frente a medidas impopulares, rebajas salariales, más de 3 millones de nuevos desocupados y más del 50% de la población en el hambre y esta iniciativa profundiza ese camino. A la hora de que los sindicatos tengan que enfrentar la responsabilidad del Estado en lo relativo a la violencia de género, esta iniciativa viene a sellar una alianza para garantizar que eso nunca ocurra. La mujer violentada, la discriminación en el mercado laboral, la condena a trabajar precariamente, el otorgamiento de una miseria salarial para 1.4 millones de mujeres son obra del Estado capitalista.

La situación de las mujeres trabajadoras

El Pacto Social de hecho que ha entablado el gobierno de Alberto Fernández, con las patronales y todas las alas de la burocracia sindical, viene dando lugar a un reguero de
despidos y paritarias a la baja. Sin ir más lejos, la canasta para no caer debajo de la línea de pobreza se encuentra en $47.216, mientras que el promedio salarial que perciben lxs trabajadorxs argentinxs se haya en $25.759. Las ramas de ocupación que cuentan con una mayor composición femenina son las más castigadas.
A modo de ejemplo, y según datos del Indec del primer semestre del 2020, el servicio doméstico cuenta con una tasa de feminización del 95,7% y el ingreso mensual promedio se encuentra en los $9.600.

A su vez, la docencia está compuesta en un 74,5% por mujeres y el promedio salarial es de $27.000. Por su parte, los servicios sociales y de salud tienen una tasa de feminización del 70,9% y el ingreso promedio es de $35.000. Frente a esta situación, las direcciones sindicales no mueven un dedo.
Evidentemente, sin salario mínimo equivalente a la canasta familiar, ni prohibición de despidos y suspensiones y reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, ni convenio colectivo de trabajo para todxs, no será posible “la construcción de ambientes laborales de equidad y protección contra las violencias, y de promoción de derechos” que forma parte del discurso de quienes crearon la ESiGen, pero sin garantizar las condiciones laborales que vehiculizarían dicha construcción.

Si lxs que estuvieron presentes en el acto de inauguración tuvieran algún tipo de interés en eliminar las desigualdades de género y mejorar las condiciones de vida de las mujeres, no hubieran pactado, como es el caso de la CTERA enrolada en la CTA Yasky, un aumento salarial del 0% para lxs docentes en un cuadro inflacionario. Lo mismo vale para Ana Franchi, la directora del CONICET, que condena a sus trabajadorxs a un congelamiento salarial, le niega el pase a planta permanente a lxs becarixs, y deja en la calle a las becarias que son madres.

La iniciativa tampoco responde a la preocupación de aumentar la participación femenina en la vida gremial. Para promover que cada vez más mujeres se involucren en la vida política de sus sindicatos es necesario implementar políticas tendientes a una mayor socialización de las tareas domésticas. Es decir, garantizar centros de desarrollo infantil en los lugares de trabajo, extensión de las licencias de paternidad, entre otras medidas que contribuyan a liberar a la mujer de la carga que implica el trabajo doméstico y de cuidado. Nada de todo esto se encuentra en la agenda ni del gobierno provincial ni de lxs dirigentes sindicales allí presentes. Cuando lxs impulsores de la ESiGen hacen mención a terminar con el “techo de cristal” que existe en el sindicalismo, se dirigen exclusivamente a las carreristas que forman parte de la burocracia sindical, que buscan lugares paritarios con los burócratas varones para mejor entregar las conquistas del movimiento obrero.

La participación de las mujeres que luchan por sus derechos choca también con la falta de democracia sindical que existe en los gremios dirigidos por la burocracia. La participación está vedada para las listas antiburocráticas, los estatutos son proscriptivos, no hay asambleas, no hay reconocimiento de las minorías y las elecciones son un terreno de fraude bajo el control de estas direcciones. Lo vimos en el 2018 cuando varios sindicatos de la CGT y la CTA se pronunciaban en contra del aborto legal sin mandato alguno.

Impostura gubernamental

No se puede soslayar que el proyecto nace de un gobierno que condena a las mujeres a un sinfín de penurias. En la provincia de Buenos Aires ocurre 1 femicidio cada 3 días, mientras que los municipios cuentan con un fondo irrisorio de $30.000 destinado a la asistencia de las víctimas de violencia de género. El problema habitacional y la
desocupación se extiende en la población femenina, y la única respuesta por parte de Kicillof es el desalojo violento de las familias que luchan por el acceso a la tierra en todo el territorio bonaerense. Sucede que en sintonía con el gobierno nacional, la gestión bonaerense prioriza el rescate de una deuda usuraria a costa de un ajuste brutal hacia las mayorías. Por lo tanto, presentar la creación de la ESiGen como vía para “combatir las tradiciones machistas” no es más que una impostura y un intento de acentuar la integración al Estado de las direcciones sindicales.

Por otro lado, la puesta en pie de un “Centro de Varones” en este espacio, destinado a reeducar a varones que ejercen violencia de género en el ámbito laboral, consiste en una maniobra por parte del gobierno para depositar la responsabilidad principal de la violencia que se descarga sobre las mujeres trabajadoras en los varones de su clase, y de esta forma, eximir al Estado de la misma.

Los esfuerzos por parte de las organizaciones obreras de promover relaciones igualitarias entre los géneros, y de bregar por mejores condiciones laborales para las mujeres, deben desenvolverse por fuera de cualquier intento de estatización. La tarea de terminar con la discriminación que sufre el colectivo femenino no puede ser nunca llevada adelante por el mismo Estado, que es el encargado de educar en la misoginia al conjunto de la sociedad. Por el contrario, es preciso que sean lxs trabajadores y trabajadoras, organizadxs de manera independiente al Estado capitalista, quienes se propongan terminar con este flagelo.

En ese sentido, la creación de un “Archivo de la Voz de las mujeres sindicalistas”, apuntará a invisibilizar la fuerte impronta de independencia de clase que caracterizó a las principales dirigentas obreras a lo largo de la historia. Desde las socialistas y anarquistas de principios del siglo XX nucleadas en la FOA y en la FORA, pasando por las delegadas piqueteras del Argentinazo, hasta las obreras de Textilana, las principales protagonistas de las huelgas encabezadas por mujeres en nuestro país han tenido en común el rasgo distintivo de la lucha consecuente contra la burocracia sindical, los gobiernos y las patronales; y este es el hilo conductor que quienes gobiernan pretenden ocultar.

Enfrentemos el ataque “con perspectiva de género” a los convenios

Un aspecto que debe alertarnos es que el proyecto de la ESiGen contempla dentro de sus objetivos la “redacción de convenios colectivos”, con el argumento de incorporar medidas de protección para las mujeres y la comunidad travesti trans. En el contexto actual, en el cual la burguesía viene acordando con la burocracia sindical reformas flexibilizadoras en las distintas ramas, con la anuencia del Ministerio de Trabajo; la redacción de “nuevos convenios” por parte de una institución creada por el Estado, le es funcional al objetivo patronal de avanzar en reformas antiobreras. Nos encontramos frente al intento del gobierno provincial de utilizar la “perspectiva de género” como caballo de Troya de un ataque a las conquistas de lxs trabajadorxs.

Finalmente, la pelea por las condiciones de trabajo del conjunto del movimiento obrero y de las mujeres en particular, va de la mano con la tarea de expulsar a la burocracia sindical que pacta con los gobiernos y las patronales y recuperar nuestras organizaciones de lucha.