Mujer

10/11/1993|407

IIª parte: Bases para una política revolucionaria

La política que el Partido Obrero debe impulsar en relación a la lucha de la mujer por su liberación debe partir de un conjunto de consideraciones y principios políticos:


1) La mujer ha estado oprimida en otros sistemas sociales anteriores al capitalismo. Bajo este sistema, la mujer trabajadora está doblemente oprimida: sufre la explotación asalariada como cualquier obrero (y en la mayoría de los casos con salarios inferiores a los hombres ante iguales tareas) y sigue esclavizada al hogar cargando con todo el fardo de las tareas domésticas. Pero es necesario hacer una observación: que bajo el capitalismo, la mujer se haya incorporado a la producción directamente social, representa un fenómeno en esencia progresivo, pues destruye el carácter cerrado de las relaciones familiares de bases patriarcales que predominaban en la época precapitalista.


2) En ningún momento del desarrollo del capitalismo, ni en los países más desarrollados económicamente, ni en los de legislación más avanzada o más “progresistas”, han establecido la igualdad, ni siquiera formal, entre los sexos. El orden jurídico en los países capitalistas siempre ha discriminado a la mujer en relación a los hombres. En el terreno social y económico, el capitalismo no hace sino reproducir de una manera agravada, la división y diferencias de clases que separan a los explotados y a los explotadores.


3) La liberación de la mujer sólo se logrará con la abolición de las clases sociales (comunismo), eliminándose la explotación social y cuando el nivel de las fuerzas productivas haya alcanzado un grado tal de desarrollo que permita que el conjunto de las tareas económicas de las familias que esclavizan a la mujer sean absorbidas por la sociedad socialista. Esto se combinará con la elevación cultural colectiva de la sociedad trabajadora y el establecimiento de nuevos hábitos y costumbres basados en la solidaridad, despojados del interés por el lucro y todo lo que se desprende de ello. Ese será el marco para superar los prejuicios y supersticiones que la burguesía y la religión (durante siglos) han impuesto al género humano, y por lo tanto permitirá el reemplazo de la familia burguesa por otra forma y contenido de relación familiar.


4) El ejemplo de los bolcheviques es ilustrativo de que el proletariado en el poder, en un país económicamente atrasado, fue capaz de ir más lejos que cualquier gobierno burgués en la igualación de los sexos. Los bolcheviques, en los primeros años de la revolución, arrasaron con el viejo orden jurídico e implantaron una legislación que otorgó la plena igualdad de derechos de los hombres y mujeres, e incluso se dieron todos los pasos posibles en el terreno social y económico para avanzar en la igualdad en los hechos entre los sexos. Si no se fue más lejos, fue por las condiciones insalvables del atraso económico.


El proceso posterior, donde el poder obrero es usurpado por la burocracia stalinista, llevó no sólo a frenar todos estos avances, sino lisa y llanamente a arrasar con las conquistas de la revolución, y transformar tanto la legislación como el avance material en fuente de dominación y de privilegios de la casta burocrática.


5) El PO, siguiendo la tradición del marxismo revolucionario, plantea que la liberación de la mujer se integra a la estrategia revolucionaria de la clase obrera dirigida a derrocar a la burguesía del poder e instaurar la dictadura del proletariado. En este sentido, sostenemos que no existe una cuestión estrictamente femenina, y que las reivindicaciones y la lucha de la mujer se debe unir con la lucha de los demás explotados, en contra de los explotadores de ambos sexos.


6) La opresión de la mujer, la relación de desigualdad con  respecto a los hombres, ha dado lugar al surgimiento de movimientos feministas, que tienden a poner la unidad del sexo femenino por encima de la división de clases de la sociedad. El alcance de estos movimientos es la pretensión de que, con la sola y exclusiva lucha de la mujer, se puedan alcanzar las reivindicaciones que la colocan en inferioridad ante los hombres. Desde ese punto de vista, estos movimientos se agotan en el intento de reformar por arriba el actual sistema de explotación capitalista.


El PO debe desenmascarar el contenido burgués de estos movimientos y sus limitaciones insalvables para alcanzar la liberación de la mujer dentro del marco capitalista, denunciando además que su política de división de los explotados sólo puede favorecer a la dominación burguesa de la sociedad, y por lo tanto la perpetuación de la desigualdad de los sexos.


7) El PO también debe combatir como reaccionarias y utópicas las posiciones que sostienen que la mujer debe ocupar su lugar en el hogar, incluso la de aquéllos que la justifican en relación a los abusos y las malas condiciones laborales y salariales que imponen los capitalistas al trabajo femenino. En este plano el PO debe levantar y luchar por todas las reivindicaciones (especialmente desde los sindicatos) que contemplen un mejoramiento en las condiciones de explotación (menores ritmos, no al trabajo nocturno, igual salario por igual trabajo de los hombres, día femenino, licencias más amplias por maternidad, etc.), en la conciencia de que sólo con la expropiación del capital toda la lacra que conlleva la explotación social se podrá eliminar.


8) En las condiciones mundiales de crisis y descomposición capitalista, la burguesía tiende a acentuar la explotación y desigualdad de la mujer, e incluso como resultado del crecimiento de la desocupación que afecta a millones de trabajadores y trabajadoras, coloca a éstas en situaciones sin salida, empujándolas a la degradación (prostitución) o a marchar forzadamente y en condiciones de indigencia a “la vuelta al hogar”. Los ejemplos brindados desde “Prensa Obrera” de lo que ocurre en los países del Este, son un testimonio elocuente de que el imperialismo democrático, como director de orquesta de la transformación capitalista de los países del Este y de la ex URSS, no se propone instalar la democracia y el progreso, sino saquear las riquezas, superexplotar a las masas; como consecuencia de todo esto, acentuar la esclavización y degradación de las mujeres.


Nuestro país no escapa a la regla general. Bajo el régimen menemista ha crecido la desocupación general (y por lo tanto la de las mujeres), se ha acentuado la injerencia de la iglesia en el sistema educativo y se perpetúa una legislación en el terreno del matrimonio y de la maternidad que responde a los principios oscurantistas y reaccionarios del clero.


La mujer representa la mitad de la población. Por ese solo hecho, debería considerarse la importancia de su conquista para la lucha revolucionaria. Pero, además, las mujeres ocupan y han ocupado un lugar importante en la lucha de clases. Sin ir muy lejos, las Madres de Plaza de Mayo, el papel de las mujeres en la lucha contra el saadismo (Marchas del Silencio) en Catamarca, y en general en las luchas sindicales, que como en la lucha educativa, han colocado a las mujeres junto a la juventud en la primera línea de la lucha contra los planes del gobierno.


Todo esto le plantea al PO considerar de manera particular la situación de la mujer, y que, en mi opinión, se podrá resolver por la vía, desde ya del debate congresal, y con esta propuesta de trabajo.


 


Plan de trabajo


Partiendo de todas estas consideraciones y de la situación objetiva, tanto nacional como internacional, de agravamiento de la crisis económica, y por lo tanto de las penurias de las masas trabajadoras (desocupación masiva, miseria salarial), de crisis políticas explosivas y de crecientes procesos de luchas, el próximo CN que elija el Congreso partidario debería impulsar la creación de una Comisión Central encargada del trabajo sobre la mujer. Dicha Comisión tendría como tarea:


a) Realizar un análisis sistemático sobre la situación de la mujer, nacional e internacionalmente. Elaboración de una plataforma de lucha de la mujer. Hacer el seguimiento de las posiciones de las diversas corrientes políticas y en especial las de los partidos de izquierda. Un estudio de los diversos movimientos feministas, para poder caracterizarlos y definir una política ante ellos. Desde ya, preparar la intervención en el próximo Encuentro de Mujeres a realizarse en la provincia de Corrientes el próximo año.


b) La comisión debería asumir la responsabilidad de un espacio fijo en “Prensa Obrera” destinado a las denuncias y las luchas de la mujer. Asimismo la Comisión se debería encargar de elaborar materiales centrales (folletos, manifiestos) específicos sobre la cuestión de la mujer, que ayuden al trabajo de agrupamiento de las mujeres en el partido. De la misma manera, la elaboración de materiales que puedan ayudar a la realización de cursos que afirmen la conciencia de clase de las mujeres que se acercan y se organizan con el partido.


c) La Comisión debería impulsar campañas políticas centrales. Dos ideas: 1) Si el Congreso aprueba una resolución sobre la mujer, la misma debería ser debatida en base a un conjunto de iniciativas: reuniones, charlas, mesas de polémicas, etc., que tendrían una gran importancia, porque nos darían una primera medida sobre el interés y las polémicas sobre nuestros análisis y programa. 2) Una campaña para rescatar al 8 de marzo como jornada internacional de lucha de la mujer trabajadora contra el capital. Esta campaña podría estar preparada con un manifiesto central, pero también podría dar lugar a la salida de materiales específicos sobre determinados sindicatos (por ejemplo, docente) y barrios, y podría culminar con un acto central y con actividades equivalentes en el interior. Esta campaña se debería proponer que sea impulsada por el FIT.


d) La convocatoria a la Asamblea Constituyente será también una oportunidad para que la Comisión Central organice iniciativas especiales y materiales para denunciar y desenmascarar la política burguesa contra las aspiraciones de la mujer.


e) La Comisión también tendrá la misión de estudiar cuál es la mejor forma de organización que deberá darse el partido a nivel de los comités, y qué iniciativas y métodos de centralización son los más apropiados para reforzar la intervención partidaria en este frente.