Mujer

26/4/2018

La Conferencia Episcopal Argentina, por el aborto clandestino

Nuevas presiones del Vaticano contra el aborto legal.
 

Luego de una semana de reunión de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), los obispos emitieron un comunicado referido a la apertura del debate parlamentario por la legalización del aborto: "una Nación democrática, moderna y progresista, debe tener la capacidad, el ingenio y la creatividad, de buscar soluciones nuevas que resuelvan los problemas, sin necesidad de matar o 'interrumpir' vidas de seres humanos”, dice el comunicado. Mediante el mismo, la CEA ratificó la orientación dictada por Jorge Bergoglio en su tercera exhortación papal “Gaudete et exsultate” (“Alegraos y regocijaos”) en la que convoca a los fieles a rechazar con la misma fuerza el aborto que la pobreza.


El Vaticano ha construido un relato que se encuentran en franca oposición con sus prácticas. Para empezar, los mismos que ahora pregonan por un Estado “moderno y progresista” defienden un Estado teocrático, gobernado por una monarquía absoluta. La posición clerical que emparenta la cuestión del aborto con la problemática social de la pobreza busca recuperar el predicamento perdido y devolver al gobierno la extorsión de a quien la cabe la responsabilidad del “tema aborto”, en medio de un recrudecimiento de la miseria social por los despidos, salarios a la baja y tarifazos. Esta denuncia, omite que la Iglesia pactó con el gobierno una política de “paz social” funcional al plan de ajuste capitalista, asumiendo un rol de contención mediante el asistencialismo que ellos mismos distribuyen, tal cual lo hacen los punteros, para disuadir la inevitable lucha obrera y popular.


Responsabilidades


"Este momento histórico nos exige luchar codo a codo por los más frágiles de nuestra querida Argentina", dice el comunicado del clero argentino refiriéndose a fetos, embriones y mujeres pobres, en un plano de igualdad. Y continúan “ojalá podamos defender hasta tal punto los derechos humanos, que no se los neguemos a los más débiles y vulnerables”, aquí el embrión toma otra vez la delantera, dejando en evidencia que la referencia a los “derechos humanos” y la “pobreza” vienen a edulcorar una posición política e ideológica que se mantiene inconmovible en relación a la mujer en tanto persona.


Acostumbrados a los sermones, los obispos denuncian en su escrito que “tanto la Iglesia como la sociedad no hemos hecho suficiente al respecto (del aborto) tampoco hemos acompañado de la mejor manera a las mujeres que han abortado en medio de sufrimientos y límites, y padecen en soledad las consecuencias de esta decisión”. Falso.


La Iglesia ha intervenido y fuerte, desplegado todo su arsenal contra el derecho al aborto, colocando a curas en los comités de bioética para bloquear los abortos no punibles, a feligresas y feligresas a militar dentro de los hospitales hostigando a niñas y mujeres que debían transitar abortos, imponiendo a funcionarios adictos en ministerios nacionales y gobernaciones. De conjunto, la connivencia de los partidos de Estado con el clero ha sido la clave de la enorme penetración del Vaticano en la educación y en la salud en los últimos 20 años, cuyas consecuencias, entre otras, es el crecimiento del 15% de embarazos entre niñas y adolescentes.


Por nuestra parte, las militantes del movimiento de mujeres, las madres, hermanas y amigas, cientos de profesionales de la salud, hemos acompañando el tortuoso camino que significa la clandestinidad del aborto, disminuyendo los riesgos para las mujeres, denunciando los negociados y luchando contra la criminalización de las más pobres y desprotegidas. El saldo de esta militancia paciente es la que conquistó esta mayoría social favorable a la legalización del aborto.


Abajo el lobby clerical, redoblemos la movilización política


El debate parlamentario va ganando en fisonomía y empiezan así a descubrirse las maniobras en curso. Este pronunciamiento de la CEA se produce en simultáneo con una fuerte campaña de sectores clericales en contra de artistas y escritoras, que fueron al nudo de la discusión sobre el aborto en el Congreso, como la intervención de la escritora Claudia Piñeiro, repudiando la apropiación de la “defensa de la vida” o las de Muriel Santana, Carla Peterson, Griselda Siciliani y Verónica Llinás, en representación de cientos de actrices.


La grieta abierta por el derecho al aborto, de la que se quejan la kirchneristas y pejotistas, es entre el movimiento de mujeres y todos aquellos y aquellas que se atrevan a interponerse en el camino de la legalización del aborto y de la separación de la iglesia del Estado.