Mujer

28/4/2017

La trama del encubrimiento policial en el caso Araceli

La complicidad estatal y el operativo oficial para rescatar a las fuerzas de seguridad. El cínico posteo del asesino.


Apenas descubierto el cadáver de Araceli Fulles enterrado en la casa de la madre de quien se presume la asesinó, también se comenzó a conocer la trama de encubrimiento llevada a cabo por las fuerzas represivas y también por el poder judicial. 


 


Tres policías fueron separados de la Bonaerense por su presunta responsabilidad en el encubrimiento del asesinato de la joven desaparecida. Se trata del subcomisario Hernán Humbert, titular de la Comisaria 8° de San Martín; el oficial principal José Gabriel Herlein, de la comisaría 5° de San Martín; y el oficial subinspector Elian Ismael Ávalos, del comando de patrullas de Tres de Febrero. Ávalos es hermano de Emanuel y Jonathan Ávalos, dos de los detenidos sospechados de haber sido partícipes del femicidio de Araceli, que desapareció el 2 de abril. Los otros dos oficiales fueron separados por Asuntos Internos de la Bonaerense por su probable acción entorpecedora durante los rastrillajes para encontrar a la joven, algo que denunció la familia antes de que se conociera el trágico descenlace. La institución policial, una vez más, forma parte del accionar criminal.


 


No es la única pata del Estado que podría haber participado del encubrimiento. "La fiscal le tomó declaración y lo mandó a la casa a tomar mate", dijo Ricardo Fulles, padre de Araceli, en referencia a Darío Gastón Badaracco, actualmente prófugo de la Justicia, y a la fiscal Graciela López Pereyra, que le tomó tres veces declaración al femicida y las tres veces lo dejó ir. "La fiscal no sabe donde está parada. No se hizo lo que se tenía que hacer de entrada. Hasta cierto punto estuvimos solos", dijo el padre de Araceli. Desde que el poder judicial tomó la causa por la desaparición de la joven, Badaracco, que prestó declaración entre los primeros testigos, admitió haber sido la última persona que había visto con vida a Araceli e incluso haber tenido relaciones sexuales con la joven la noche de su desaparición. Pese a declarar esto, volvió a su casa con total normalidad. Declaró una vez más ante la fiscal López Pereyra. Y, luego, una tercera vez más. La tercera declaración fue tomada el jueves 27 por la mañana. Badaracco también salió de la fiscalía en libertad. Sólo en horas de la noche la fiscal pidió su captura. Pero el asesino ya se había fugado y al cierre de estas líneas se desconoce su paradero.


 


El gobierno no realizó declaraciones por el asesinato de Araceli pese a la conmoción popular por el caso. En cambio, Macri declaró un día de luto nacional por la muerte de un miembro de la policía en medio de una escándalo nacional por la detención del "flamante" Jefe de la Policía de la Ciudad, José Pedro Potocar, agravado a la luz de la complicidad policial con el crimen de Araceli. Este reconocimiento se da en medio de los operativos mediáticos que reclaman mano dura y profundización de las políticas represivas, a tono con las intenciones del gobierno. No es menor señalar que el mismo pedido de mano dura era sostenido por el femicida Badaracco. Los criminales demandan mayor acción a los criminales, en este caso, policiales.


 


 


 



 


 


La declaración del día de luto que indica la obligación de mantener las banderas oficiales a media asta responde a la necesidad del gobierno de blanquear la imagen que tiene la institución policial en la sociedad, que se torna aún más negativa cuando el jefe de la policía porteña es arrestado por su participación en un esquema de coimas y otros actos delictivos. 


 


 



El duelo popular por Araceli será expresado en las calles y las plazas que serán el escenario de las movilizaciones que demanden verdad y justicia, y castigo a los responsable materiales, policiales, judiciales y políticos en este crimen contra las mujeres y los trabajadores.