Mujer

1/4/2020

Las trabajadoras son las principales víctimas del ajuste en salud

La extensión del Coronavirus puso arriba de la mesa a un sistema de salud que se cae a pedazos y que descarga la crisis sobre su fuerza de trabajo, en especial las mujeres.

La pandemia dejó al descubierto la precariedad del sistema de salud pública resultante de las políticas de ajuste. La propagación del Covid-19 amenaza con el colapso de hospitales y centros de salud que presentan un estado de vaciamiento preexistente. La falta de camas de terapia intensiva, de respiradores y de insumos es un reclamo que recorre todo el país.


Uno de los principales aspectos en los que las y ataque a la salud pública se reflejan es en la precarización de las condiciones laborales de sus trabajadorxs: profesionales precarizadxs que exigen aumento de salario, elementos de protección para no poner en riesgo sus vidas, las de sus pacientes y la de sus familias, y la contratación urgente de personal para enfrentar lo que se viene.


Es que lo que se viene no está lejos: la foto de la catástrofe sanitaria de Europa nos enseña las consecuencias que trae la propagación de la pandemia sin una inversión presupuestaria de emergencia y la centralización de los recursos. En España, el 10% de lxs infectadxs son trabajadorxs de salud. En Argentina, las ART se niegan a cubrir el contagio de médicxs y enfermerxs como enfermedad laboral. El bono del gobierno no resuelve ni por asomo las demandas de lxs trabajadorxs, mientras destina millones a subsidiar a las empresas de medicina privada.


Heroínas sin capa o trabajadoras precarizadas.


Esta situación se expresa con mayor impacto sobre las mujeres, a quienes se le suma el hecho de no contar con las licencias para grupo de riesgo por ser personal esencial, aunque eso no las exima de seguir en muchos casos a cargo del cuidado de adultos mayores o niñxs -una tarea que en este régimen social recae sobre las mujeres.


Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) señala que la relación entre varones y mujeres profesionales en el sector Salud en Argentina es de 40,7 y 59,3% respectivamente. Pero esta cifra aumenta a 70% de trabajadoras mujeres cuando se analiza la totalidad de la fuerza de trabajo. El mismo informe señala que la brecha salarial en el sector salud entre varones y mujeres es de un 28%. Esto se explica en primer lugar por el rol que ocupan las enfermeras (columna vertebral del sistema de salud, cuya composición es mayoritariamente femenina) pero también las trabajadoras de limpieza y administrativas, quienes son precarizadas por el Estado y por sector privado con los peores salarios.


A ambos lados del Atlántico

En todo el mundo, los reclamos de las trabajadoras de Enfermería en el marco de la pandemia apuntan en primer lugar a la falta de personal, de insumos y de elementos de protección, por ser las primeras en contacto con pacientes afectadxs. En Perú Marlene Vargas, enfermera y presidenta del sindicato de enfermeras, fue detenida por la policía peruana tras denunciar las jornadas de 12 horas, la falta de insumos y la falta de movilidad para llegar a los hospitales. En España, desde el inicio del brote las trabajadoras del sector vienen denunciando la falta de materiales, al punto de que en muchos hospitales se han visto obligadas a realizar de forma casera sus propios elementos de protección con bolsas de basura. En Estados Unidos, el país que pelea la punta en el ranking de cantidad de infectadxs, el sindicato de enfermeras National Nurses United (NNU) lideró el pasado 10 de marzo acciones en todo el país para hacer sentir sus demandas. Pero el relato más crudo es probablemente el que viven las enfermeras italianas, donde ya son dos los casos de las que llegaron al extremo de quitarse la vida en el marco de la catástrofe sanitaria descontrolada: Daniela Trezzi, de 34 años, enfermera de terapia intensiva del hospital de Monza, quien se suicidó luego de saber que se había contagiado del virus; y Silvia Luchetta, de 49 años, quien luego de extenuantes e inhumanas jornadas laborales se arrojó al mar.


En nuestro país, es ilustrativo el caso de la enfermera aislada en el Hospital Santojanni, quien se contagió en su segundo trabajo en el sector privado. Es la gran mayoría de las enfermeras la que debe trabajar largas jornadas para llegar a fin de mes, al no alcanzar con los magros salarios del hospital público. Otro ejemplo es el Hospital Ramos Mejía (Caba), donde el jueves 26 de marzo lxs trabajadorxs se reunieron en asamblea para exigir barbijos N95, gafas, camisolines, botas y guantes y rechazar la disposición del Ministerio de enviar enfermeras a cubrir el trabajo en los hoteles, que profundiza la falta de personal en el hospital.


Mención aparte merece la situación y la labor de las compañeras residentes y concurrentes, quienes previo a la pandemia pusieron sobre la mesa la extrema precarización laboral que implica el sistema de residencias. Antes de la llegada del coronavirus, la jornada de este sector ya era de alrededor de 100 horas semanales con salarios de alrededor de $40.000. Si así ya era casi imposible compatibilizar la actividad laboral con la maternidad, ahora, frente a la crisis del coronavirus, la situación de muchas se agrava, con casos donde se les ha negado hasta la licencia por maternidad. Como al conjunto de las trabajadoras de Salud, se les niega las licencias por ser personal esencial pero el gobierno no garantiza ningún mecanismo para el cuidado de lxs niñxs. Y esto se agrava en el caso de las concurrentes, que no tienen salario y tampoco ART. Mientras el gobierno y las universidades impulsan campañas por voluntarios, son miles lxs concurrentes, profesionales capacitadxs, que no tienen condiciones garantizadas para desarrollar su trabajo en este contexto crítico.


Trabajadoras del mundo, unidas

El impacto del coronavirus muestra la cara más vil de un régimen social que conduce a la miseria y a descargar la crisis sobre lxs trabajadorxs. Se monta sobre el vaciamiento preexistente y en el caso de las mujeres trabajadoras de la salud, las primeras en la línea de combate contra la pandemia, agudiza sus problemáticas; en tanto el Estado prioriza el pago de la deuda en lugar de destinar presupuesto y recursos para las condiciones laborales de lxs trabajadorxs.


Ni la idea de “héroes” y “heroínas” que resisten cualquier estado de situación, ni el “fuego sagrado de la vocación” pueden acallar los reclamos de lxs trabajadorxs. En todo el país debemos intervenir exigiendo presupuesto inmediato para insumos y elementos de protección, aumentos salariales y contratación de más trabajadorxs, licencias con goce de sueldo para lxs trabajadorxs en grupos de riesgo, salario y ART para concurrentes y la centralización de todos los recursos del sistema de salud público, privado y de las obras sociales. Son medidas urgentes para enfrentar la pandemia.