Mujer

31/5/2018

Los ´nac&pop´ se tragaron un sapo que se llama Pepe

Sobre el discurso del referente de los ´curas villeros´ a favor del aborto clandestino.

@tomaseps

La exposición que realizó el cura “Pepe” Di Paola contra la legalización del aborto, en la última jornada de debate congresal previa a su tratamiento, fue una palada de tierra sobre las ilusiones de la progresía que reivindica a los gobiernos nacionalistas latinoamericanos de la década pasada.


“El presidente de Ecuador, Rafael Correa, en el año 2013 amenazó con renunciar a su cargo si prosperaba una propuesta de incluir en el Código Penal la despenalización del aborto. El presidente de Bolivia, Evo Morales expresó: ‘el aborto es un delito’. El Comandante Hugo Chávez sobre la despenalización dijo: ‘En otras partes, aplican el aborto. Califíquenme de conservador, pero no estoy de acuerdo con el aborto para detener un parto. Sencillamente nació el niño ahora hay que darle amor’”, despachó el referente de los curas villeros, en una síntesis irreprochable. Con un discurso disfrazado de antiimperialista, se encargó de mostrar uno a uno cómo los “bolivarianos” del continente se han negado sistemáticamente a garantizar a las mujeres sus derechos más elementales.


“Pepe” volvió sobre el nexo entre las políticas asistenciales promovidas por la Iglesia como contención ante el crecimiento estructural de la pobreza y su defensa de la clandestinidad del aborto, al unir la extensión de la Asignación Universal al Niño por Nacer con la idea de “que hay persona desde la concepción y en el embrión”. El libreto es del kirchnerismo, que durante sus 12 años de gobierno mantuvo de forma militante la ilegalidad de la práctica: en la apertura de sesiones del Congreso de 2011, CFK  señaló que “quiero extender esta asignación universal por hijo a las mujeres embarazadas a partir del tercer mes de embarazo (…) porque viendo las estadísticas hemos decidido seguir apostando a la vida”. La señora se está deconstruyendo, dicen algunos de sus seguidores.


El amigo del papa Francisco trató de darle un barniz antiimperialista a sus planteos oscurantistas, al extenderse largamente sobre la idea de que “Aborto es FMI y FMI es aborto” y asociar el comienzo del debate por la legalización al acercamiento del gobierno macrista con el organismo del capital financiero. La idea fue refutada en la misma jornada por la diputada Soledad Sosa, del Partido Obrero-FIT, quien mostró que el tratamiento de la legalización es un triunfo histórico del movimiento de mujeres contra el Estado y el clero; y denunció que la Iglesia se ha ofrecido al gobierno como un sostén del ajuste derivado del pacto con el FMI, a cambio justamente de mantener en la clandestinidad el aborto. El arzobispo Mario Poli consagró la idea en el reciente tedeum, afirmando que “las penurias populares deben transitarse con una buena dosis de religión”.


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Perorando sobre el “amor de nuestras mujeres por el hijo que llevan en sus entrañas, incluso en circunstancias duras, difíciles”, Pepe se dedicó sistemáticamente a oponer el aborto legal con el derecho a la maternidad de las mujeres pobres, cuando en verdad ambos forman parte de la misma pelea por su emancipación. El ejercicio voluntario de la maternidad es negado por el ajuste de ayer y de hoy –que impide la manutención de una familia- y por la falta de educación sexual y de acceso a anticonceptivos, que llevan a miles de mujeres pobres a someterse a los riesgos de abortos clandestinos. El “padre” es un hipócrita, porque no puede ignorar que las mujeres pobres abortan en la clandestinidad, en las condiciones más oprobiosas. Por eso no deja de crecer en las villas el movimiento de mujeres por el aborto legal.


En un discurso infame, en el que llegó a sostener que su batalla contra la autonomía sexual era “un homenaje a las mujeres secuestradas en la ESMA y en otros lugares de detención clandestinos, por resistirse a abortar”, el “padre Pepe” dejó expuestas las miserias de la Iglesia y sus aliados “tercermundistas”.


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