Mujer

11/10/2007|1013

Mujeres – Compañeras

30.000 mujeres sesionarán este fin de semana en el XXII Encuentro Nacional de Mujeres, en Córdoba.


Vienen de todo el país signadas por una profunda experiencia.


Porque participaron en la heroica rebelión de la Patagonia y sufren el dolor por el asesinato impune de Carlos Fuentealba.


Vienen con una gran indignación por la muerte de Ana Acevedo, la joven a la que le negaron un aborto terapéutico, aunque su embarazo era incompatible con tratar el cáncer.


Con una gran indignación porque la Corte kirchnerista posterga la libertad de Romina, que como Mariela Alonso y tantas otras siguen presas, mientras sus violadores se pasean impunes.


Nos dicen que los anticonceptivos están al alcance de todas, pero hay más de 3.000 niñas madres y una epidemia de embarazo adolescente.


Las redes de la trata secuestraron 462 chicas sólo en 2006, protegidas por funcionarios, jueces y las fuerzas de seguridad.


¿Hasta cuándo?


Cristina K pasea por los foros que le despliegan los representantes del gran capital nacional e internacional, donde les augura grandes negocios, y Carrió promete aumentar las ganancias a los terratenientes, quitándoles las retenciones a la exportación, mientras las campesinas que vienen al Encuentro han estado frenando a las topadoras de los patrones de la soja y luchando contra las multinacionales que, además de confiscar las tierras, envenenan al pueblo, al aire y al agua.


Mientras las jóvenes se organizan en los call centers de las telefónicas privatizadas para poner fin a la flexibilización laboral, ellas, Kirchner y Carrió, prometen tarifazos para después de octubre.


La mujer trabajadora pelea por un salario igual a la canasta familiar en un país donde el tomate y el zapallo son artículos de lujo, ni qué hablar del alquiler o del acceso a la vivienda.


Las candidatas de la guerra apoyan a Bush en sus planes de extender la masacre a todo Medio Oriente.


Sostienen a las tropas argentinas en Haití, donde se entrenan para la represión interna.


Las mujeres que se han dado cita en Córdoba son, en cambio, hermanas de las iraquíes, las palestinas y las haitianas, y enemigas de sus verdugos, que son los nuestros.


Cristina K y Carrió pretenden postularse como nuestras representantes en el que llaman el “siglo de las mujeres”, pero entregaron de mutuo acuerdo la educación sexual a la Iglesia y votan los subsidios al clero.


Ambas se han comprometido a mantener el aborto ilegal.


Advertimos al pueblo que la Iglesia intenta tomar por asalto el Encuentro de Mujeres y que envía contingentes clericales con el propósito de destruir la mayor asamblea de luchadoras del país.


La Iglesia -que en nombre de los fetos impulsa la muerte de cientos de mujeres (y que no ha encontrado el tiempo para condenar a Von Wernich)- no tiene un lugar legítimo en este Encuentro.


Su presencia es incompatible con la defensa de la más elemental de nuestras reivindicaciones.


Hartas de mentiras y demagogias, hartas de ver desangrarse a nuestras compañeras, las luchadoras se encontrarán en Córdoba para votar un plan de lucha que convierta a 2008 en el año que obtuvimos el aborto legal y gratuito.


2008 sí será el año de la mujer, de la mujer trabajadora, de las luchadoras, de las que van por nuestros derechos.