Mujer

20/11/2008|1064

No les da ni para la demagogia

CFK frenó la reglamentación del aborto no punible

El Ejecutivo frenó la reglamentación de los abortos no punibles, de las kirchneristas Nora César y Juliana Di Tulio, que estaba a la firma de las Comisiones de Salud y de Mujer, Niñez y Adolescencia. Era el paso previo para su pase al recinto. El jefe de los diputados K, Agustín Rossi, canceló la reunión y “entonces será tratado en 2009”. El proyecto contaba “con amplio consenso en bancadas opositoras y la firma de tres presidentes de Comisión”. La “única voz disidente” era la de la evangélica Cinthya Hotton, del PRO. Según Página/12 (18/11), el cajoneo “se fundó en un reclamo de un sector del bloque K, dominado por posiciones más conservadoras”. Está encubriendo que el frenazo fue de Cristina Kirchner. El martes 17, después de reunirse con el ministro del Interior, Florencio Randazzo, Hotton dijo que le había garantizado que “la presidenta iba a honrar sus compromisos de campaña y no apoyaría el proyecto” (El Parlamentario, 17/11). Página miente también cuando presenta el frenazo como postergación. CFK, cuando asumió, mandó al freezer varios proyectos similares que nunca resucitaron. Hotton no se había privado de torear a la presidenta: “Tengo esperanzas de que intervenga según sus convicciones” (La Nación, 10/11).

El embate clerical se había reflejado en dos titulares coincidentes de La Nación y Ambito Financiero (10/11): “Avanza la despenalización del aborto”. Falso. El proyecto no avanzaba un paso del texto del artículo 86 del Código Penal (1921), se limitaba a confirmarlo. Las “modificaciones” sólo dicen que el aborto no es punible en ningún caso de violación ni si está en juego la salud o la vida de la gestante. Sobre el primer punto, existe abundante jurisprudencia que interpreta que la despenalización alcanza cualquier violación y no sólo la de “mujer idiota o demente”. Respecto de “la salud o la vida”, toda la audacia del “progresismo” consistió en eliminar la frase “si ese peligro no puede ser evitado por otros medios”. Miserable. El proyecto también refirmaba que no corresponde pedir autorización judicial ni denuncia de la violación, cosa que el Código establece taxativamente. Los K y los autotitulados ‘progres’ van bastante por detrás de sus abuelos de los años 20, y hasta de los tribunales superiores de Entre Ríos, Mendoza y Buenos Aires, que ratificaron que estos abortos no son materia judicial.

La iniciativa -como las que la antecedieron- era una engañifa. “Estos cambios clarifican y ayudan a que en los hospitales públicos se sepa cuáles son los casos de aborto no punibles”, dijo la socialista Silvia Ausburguer (La Nación). ¿Acaso se bloquean por falta de entendimiento? ¿Las diputadas desconocen que jueces y jefaturas hospitalarias violan a sabiendas la ley y que la Curia llama abiertamente a hacerlo? ¿Ignoran que agentes clericales controlan los juzgados y jefaturas hospitalarias gracias a la política de sus partidos y sus gobiernos? ¿Y que los médicos son rehenes? No ignoran. Encubren. Ninguna está dispuesta a enfrentar a la Iglesia. Un proyecto que ni siquiera menciona los factores políticos que impiden el cumplimiento de los abortos terapéuticos, es absolutamente estéril para garantizar lo que dice defender.

De cualquier modo, la Iglesia no les dejó pasar ni la demagogia. Y la Presidenta, una vez más, acató. ¿Por qué extrañarse? Néstor Kirchner y su ministro Ginés González García aumentaron la mortandad materna al 48 cada 100 mil nacidos vivos, hasta ubicar al país entre los tres más mortíferos del continente. CFK y su ministra Graciela Ocaña satisficieron el más caro reclamo de Bergoglio: suspender la entrega de anticonceptivos gratuitos en el sistema público de salud. Durante todo 2008, Ocaña se escudó en trabas administrativas para dejar sin anticonceptivos a las mujeres de los sectores populares.

El ataque a la salud y los derechos de las mujeres es una política de Estado.