Mujer

20/12/2012|1253

“Sin clientes no hay trata”, un espejismo capitalista

La consigna "sin clientes no hay trata" se ha popularizado en una porción del espectro político, en particular entre diversos agrupamientos feministas, pero también entre partidos y grupos políticos de centroizquierda. Se trata de una proclama que despierta una genuina simpatía en un sector no menor de la población, lo cual explica, por ejemplo, su enorme difusión en las redes sociales. Los socialistas debemos advertir, sin embargo, que se trata de una consigna errada, cuyo carácter distraccionista sólo dificulta la clarificación del verdadero problema y el desarrollo de un programa independiente de la clase obrera, capaz de proveer una salida al mismo.


El consumo de servicios de prostitución ha existido en todas las sociedades históricas, capitalistas o no. Pero, para superarlo, los socialistas luchamos contra la opresión del hombre sobre el hombre en la sociedad capitalista. Esta opresión toma diversas formas y la prostitución es una de las más infames y aberrantes. Sin embargo, es un grave error concluir que es el (potencial) consumidor de prostitución el responsable de su existencia; las mujeres son forzadas a la prostitución en regímenes sociales donde, en forma parcial o total, rige el tráfico de mercancías y el trabajador cubre sus necesidades vendiendo su fuerza en el mercado. La clase capitalista explota a la inmensa mayoría de la humanidad y, en particular, regentea con inigualable crueldad el negocio de la explotación sexual y el lavado de dinero que genera.


Es por eso que nuestra lucha tiene como únicos enemigos a los proxenetas y a la estructura política burguesa que los ampara. La estrategia del "Sin clientes no hay trata" no ofrece ninguna salida, porque el tráfico de personas es inherente a toda sociedad de clases y al capitalismo. El capitalismo no suprime la mercancía socialmente destructiva: la potencia, como lo muestra el lugar descomunal que ocupa la producción de armamentos. No se puede combatir la superexplotación de los obreros fabriles malayos instando al pueblo a no comprar ropa deportiva. Una intervención de este tipo no sólo no es socialista ni contrahegemónica e incompatible con el capitalismo. Reemplaza una campaña de lucha política en contra de una estructura empresarial, gubernamental y policial con una campaña de concientización que está en contradicción con la estructura social dominante.


Nuestro enemigo no es un cliente abstracto sino un sujeto político definido: la burguesía. Fuera Alperovich, desmantelamiento de las redes de trata, cárcel a todos los responsables del secuestro y explotación de Marita Verón. Sin complicidad política y policial no hay trata.