Opinión

12/5/2011|1176

“Balas contra los trabajadores”

El Día del Trabajador tiene un sentido profundo y comprometido. No se trata de un festejo, sino que se conmemora una lucha que siempre está vigente. Aunque ciertos burócratas utilicen estas efemérides para mostrar poder y jugar su ficha en un año electoral, el verdadero sentido de este día para los trabajadores es hacer un balance de los logros y reafirmar la lucha por los tantos hombres y mujeres precarizados en sus lugares de trabajo. Grandes empresas, otras tercerizadas, galpones que esclavizan, el mismo Estado y una caterva de sindicalistas cómplices: todos artífices de entre un 30 y un 40% de trabajo en negro. Un sistema económico que necesita y aconseja la precarización.

Así y todo, el Estado declaró a 2011 como el año del trabajo decente, con casi dos millones y medio de nuevos puestos de trabajo, lo cual constituye una buena noticia. Pero es importante no olvidar que unos meses antes de terminar 2010, Mariano Ferreyra fue asesinado por la burocracia sindical ferroviaria al pedir la reincorporación de tercerizados despedidos. Me apena mucho que algún intelectual ciego de oficialismo vea en el hecho de la protesta la culpabilidad por la muerte. Las balas fueron de la Unión Ferroviaria, cualquier otra interpretación es tendenciosa -por no decir mal intencionada.

Balas contra los trabajadores. Ultimo recurso del poder cuando no puede callar el reclamo. A veces, no tan último. El día que mataron a Mariano Ferreyra, también hirieron a Elsa Rodríguez, una luchadora de 56 años que vive en un barrio pobre de Berazategui. Cuando en 2001 supo lo que es tocar fondo, con siete hijos, abandonada por su compañero, fue a golpear la puerta del comedor “Caritas Felices” y se ofreció para hacer lo que sea a cambio de siete platos de comida. Empleada doméstica, colaboradora en el comedor, motor de lucha que indignada rechazaba los ofrecimientos de punteros municipales.

Elsa Rodríguez fue baleada aquel 20 de octubre en que la Unión Ferroviaria hizo el trabajo sucio para disciplinar la protesta. Quedó hemipléjica, inválida y con problemas en el habla. Necesita un tratamiento de recuperación para el que sus compañeros están juntando algo de plata.

Johnatan, uno de sus hijos, está seguro de que Elsa sale adelante y que lo primero que hará apenas salga del hospital es agarrar una bandera del Polo Obrero y sumarse a una marcha con sus compañeros.

Algunos oradores en los actos por el Día del Trabajador olvidaron recordar a Elsa, ejemplo de lucha y compromiso, más allá de coincidir o no en ideas. Yo quería traer su historia, su presente y el deseo de un futuro allí donde mejor está, trabajando para cambiar el mundo, caminando tras la utopía.