Fuente y alba de la Argentina
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Cinco de Abril de dos mil siete:
Recuerden la fecha, señores.
Este jueves será histórico,
este día da comienzo
la liberación de mi patria.
No han matado a un hombre más,
han asesinado a un maestro que
llevaba tizas en sus manos,
llevaba libros en sus manos,
llevaba esfuerzo en la mochila,
sólo esfuerzo, ni balas ni riquezas,
y este crimen derribará gobiernos.
Él quería una patria blanca
como nieve cordillerana,
él soñaba con aulas azules
como el cielo de su Neuquén.
Pero la codicia de los cuervos
le ha quitado los ojos, el lápiz;
las aves de rapiña nacionales
le arrancaron los cuadernos
así como a Argentina
le han extirpado los frutos,
el cerebro, los brazos, el pan.
Sin embargo, la rebelión suma, resta
y va sacando las cuentas de todo:
hambre menos trabajo, igual a indigencia;
desamparo más injusticia, igual a opresión;
desigualdad y violencia, igual a muerte.
Pero, ahora, la lucha empieza a multiplicar.
Carlos Fuentealba:
En tu nombre está cifrada
la esperanza de mi patria.
Fuente de la rebelión, alba de la revolución.
Con tus dedos dibujaremos el camino
Que nos lleve, con banderas y con sueños,
por fin, hacia la libertad.
Querido maestro, los argentinos somos tus alumnos,
y te saludamos: ¡Hasta la victoria siempre!