Opinión

26/4/2007|989

Fuente y alba de la Argentina

Cinco de Abril de dos mil siete:


Recuerden la fecha, señores.


Este jueves será histórico,


este día da comienzo


la liberación de mi patria.


No han matado a un hombre más,


han asesinado a un maestro que


llevaba tizas en sus manos,


llevaba libros en sus manos,


llevaba esfuerzo en la mochila,


sólo esfuerzo, ni balas ni riquezas,


y este crimen derribará gobiernos.


Él quería una patria blanca


como nieve cordillerana,


él soñaba con aulas azules


como el cielo de su Neuquén.


Pero la codicia de los cuervos


le ha quitado los ojos, el lápiz;


las aves de rapiña nacionales


le arrancaron los cuadernos


así como a Argentina


le han extirpado los frutos,


el cerebro, los brazos, el pan.


Sin embargo, la rebelión suma, resta


y va sacando las cuentas de todo:


hambre menos trabajo, igual a indigencia;


desamparo más injusticia, igual a opresión;


desigualdad y violencia, igual a muerte.


Pero, ahora, la lucha empieza a multiplicar.


Carlos Fuentealba:


En tu nombre está cifrada


la esperanza de mi patria.


Fuente de la rebelión, alba de la revolución.


Con tus dedos dibujaremos el camino


Que nos lleve, con banderas y con sueños,


por fin, hacia la libertad.


Querido maestro, los argentinos somos tus alumnos,


y te saludamos: ¡Hasta la victoria siempre!