Cata Guagnini
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Parece muy estrecho limitar la mirada sobre una personalidad y una vida como la de Catalina Guagnini a un período de tan sólo seis o siete años. Si no fuera, claro está, que fueron los años de la dictadura militar, cuando Cata soportó el secuestro definitivo de dos de sus tres hijos. Pero echando mano a su gigantesca calidad humana, Cata revirtió esa tragedia personal en una creación política extraordinaria: la organización independiente de los “Familiares de Detenidos-Desaparecidos”, la cual animó y orientó férreamente desde sus inicios.
En la despedida a Cata -en el mediodía del pasado sábado 31-, Mabel Gutiérrez, su compañera en Familiares, relató un episodio de 1977: en un servicio de inteligencia militar se discutía cómo asestarle un golpe decisivo a la creciente organización de las madres y familiares de desaparecidos. “A quien hay que secuestrar -dijo uno de los oficiales- es a Cata Guagnini. Ella maneja todo”.
Familiares de Desaparecidos protagonizó, bajo la dictadura, una lucha fundamental. No se debe olvidar nunca que la hoy “estigmatizada” dictadura militar contó, en su momento, con un amplio apoyo político, que abarcó desde los partidos históricos de la burguesía hasta el stalinismo criollo. En definitiva, la dictadura venía a quebrar un ascenso obrero que, en términos políticos, había enfrentado a vastos contingentes de la clase obrera con el nacionalismo burgués.
La colaboración de los partidos patronales con la dictadura videliana se expresaba en múltiples planos (la UCR aportó más de 100 intendentes “de facto” al régimen). Pero donde esa colaboración mostraba sus aristas más brutales era en los organismos de derechos humanos, es decir, allí donde cotidianamente se recogían las denuncias sobre detenciones y secuestros. En la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (con múltiples vasos comunicantes con el radicalismo, el PJ y otros aparatos patronales) y en la Liga por los Derechos del Hombre -dominada políticamente por el stalinismo- se procuraba persuadir a los familiares para “no confrontar” a una dictadura que expresaba, según ellos, al “ala democrática” de las Fuerzas Armadas.
El planteamiento de una “coexistencia” con la dictadura podía ser digerible para las tertulias de ex concejales, burócratas sindicales o embajadores. Pero era insoportable para quienes, como Cata, habían aprendido de la vida la hostilidad al Estado burgués.
La independencia política respecto de los colaboradores del régimen era, para los familiares, tan indispensable como el oxígeno. Eso fueron los Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas de 1977 a 1983.
Militancia y lucha política
En medio de esas batallas cruciales, el rumbo de Cata se soldó definitivamente con el de Política Obrera, la organización que, años después fundó al Partido Obrero. Cata encontró en el PO al luchador consecuente contra la dictadura militar y contribuyó a hacerlo más aun con su participación activa.
Durante todo ese período, el movimiento de madres y familiares atravesó por varias batallas políticas fundamentales.
Hacia 1979-1980, el arco colaboracionista consideraba que no debía “incomodarse” a los dictadores con el reclamo de los miles de secuestros de años anteriores para y no obstaculizar una salida “cívico-militar”. Enfrentando esta presión, Familiares lanzó su campaña reclamando “que el gobierno publique la lista completa de los desaparecidos, indicando la fecha, causa y lugar de su detención”. La campaña responsabilizaba directamente a la dictadura por las 30.000 desapariciones y por el destino final de los secuestrados. Este mismo principio acusatorio contra la dictadura estuvo presente en la histórica consigna de “Aparición con Vida”, que los “demócratas” de Videla -desde la UCR hasta el stalinismo- no se cansaron de atacar directamente ah oh, alegando su carácter “ilusorio"
Pero al plantear que “con vida los llevaron con vida los queremos", Familiares y Marín-, cargaron sobre la camarilla militar la responsabilidad integral del genocidio. Esa consigna sigue vigente, aún después de veinticinco años, en el reclamo por “cárcel y perpetua”, que continúa golpeando a todo el aparato de represión. La Side de hoy es un hormiguero de agenten de la dictadura.
La firmeza de Familiares derrotó también hacia las postrimerías del régimen, otra maniobra contra su movimiento. Fue cuando pretendió venderle a los familiares la conmina de “amnistía”, es decir, contrabandear el perdón a los genocida» detrás de la libertad de ios preso-i de la dictadura. El principal animador de esta verdadera puñalada contra los familiares fue el morenismo (PST), que también aspiraba a que una transición “indolora” acercara a la dictadura a un desenlace electoral. Luego, el propio régimen (en 1982) intentó su autoamnistía. “Ni olvido ni amnistía, aparición con vida” fue la respuesta de Familiares, que terminó desbaratando esa maniobra.
El filo de Cata emergía, con toda su fuerza, en cada una de estas batallas políticas y, cotidianamente, en el local de Familiares, como férrea organizadora de una vasta red de lucha entrelazada con el movimiento obrero y estudiantil que combatía a la dictadura. Cata siempre se empeñó en soldar a los familiares H con esa lucha general, a la que apostaba como militante obrera y socialista. Por eso, los años posteriores la encontraron llevando la voz del Partido Obrero a todo el país.
Tal vez falte, en esta semblanza política, las referencias necesarias a su humanidad extraordinaria, a su casa “sin llaves”, abierta siempre a los compañeros y amigos. Pero esta que le cabe a su vida, totalmente soldada a la lucha política de su tiempo y a la del partido que contribuyó a forjar.