Partido

5/8/2004|862

Cata Guagnini

Parece muy estrecho limitar la mira­da sobre una personalidad y una vi­da como la de Catalina Guagnini a un período de tan sólo seis o siete años. Si no fuera, claro está, que fueron los años de la dictadura militar, cuando Cata so­portó el secuestro definitivo de dos de sus tres hijos. Pero echando mano a su gigantesca ca­lidad humana, Cata revirtió esa tragedia per­sonal en una creación política extraordinaria: la organización independiente de los “Fami­liares de Detenidos-Desaparecidos”, la cual animó y orientó férreamente desde sus ini­cios.


En la despedida a Cata -en el mediodía del pasado sábado 31-, Mabel Gutiérrez, su compañera en Familiares, relató un episodio de 1977: en un servicio de inteligencia militar se discutía cómo asestarle un golpe decisivo a la creciente organización de las madres y fa­miliares de desaparecidos. “A quien hay que secuestrar -dijo uno de los oficiales- es a Ca­ta Guagnini. Ella maneja todo”.


Familiares de Desaparecidos protagoni­zó, bajo la dictadura, una lucha fundamen­tal. No se debe olvidar nunca que la hoy “estigmatizada” dictadura militar contó, en su momento, con un amplio apoyo político, que abarcó desde los partidos históricos de la burguesía hasta el stalinismo criollo. En definitiva, la dictadura venía a quebrar un ascenso obrero que, en términos políticos, había enfrentado a vastos contingentes de la clase obrera con el nacionalismo burgués.


La colaboración de los partidos patronales con la dictadura videliana se expresaba en múltiples planos (la UCR aportó más de 100 intendentes “de facto” al régimen). Pero don­de esa colaboración mostraba sus aristas más brutales era en los organismos de derechos humanos, es decir, allí donde cotidianamente se recogían las denuncias sobre detenciones y secuestros. En la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (con múltiples vasos comunicantes con el radicalismo, el PJ y otros aparatos patronales) y en la Liga por los De­rechos del Hombre -dominada políticamente por el stalinismo- se procuraba persuadir a los familiares para “no confrontar” a una dic­tadura que expresaba, según ellos, al “ala de­mocrática” de las Fuerzas Armadas.


El planteamiento de una “coexistencia” con la dictadura podía ser digerible para las tertulias de ex concejales, burócratas sindica­les o embajadores. Pero era insoportable para quienes, como Cata, habían aprendido de la vida la hostilidad al Estado burgués.


La independencia política respecto de los colaboradores del régimen era, para los fami­liares, tan indispensable como el oxígeno. Eso fueron los Familiares de Detenidos y Desapa­recidos por Razones Políticas de 1977 a 1983.


Militancia y lucha política


En medio de esas batallas cruciales, el rumbo de Cata se soldó definitivamente con el de Política Obrera, la organización que, años después fundó al Partido Obrero. Cata encontró en el PO al luchador consecuente contra la dictadura militar y contribuyó a ha­cerlo más aun con su participación activa.


Durante todo ese período, el movimiento de madres y familiares atravesó por varias batallas políticas fundamentales.


Hacia 1979-1980, el arco colaboracionista consideraba que no debía “incomodarse” a los dictadores con el reclamo de los miles de se­cuestros de años anteriores para y no obsta­culizar una salida “cívico-militar”. Enfren­tando esta presión, Familiares lanzó su cam­paña reclamando “que el gobierno publique la lista completa de los desaparecidos, indi­cando la fecha, causa y lugar de su deten­ción”. La campaña responsabilizaba directa­mente a la dictadura por las 30.000 desapa­riciones y por el destino final de los secues­trados. Este mismo principio acusatorio con­tra la dictadura estuvo presente en la histó­rica consigna de “Aparición con Vida”, que los “demócratas” de Videla -desde la UCR hasta el stalinismo- no se cansaron de atacar directamente ah oh, alegando su carácter “ilusorio"


Pero al plantear que “con vida los llevaron con vida los queremos", Familiares y Marín-, cargaron sobre la camarilla militar la responsabilidad integral del genocidio. Esa consigna sigue vigente, aún después de veinti­cinco años, en el reclamo por “cárcel y perpe­tua”, que continúa golpeando a todo el apara­to de represión. La Side de hoy es un hormi­guero de agenten de la dictadura.


La firmeza de Familiares derrotó también hacia las postrimerías del régimen, otra ma­niobra contra su movimiento. Fue cuando pretendió venderle a los familiares la conmi­na de “amnistía”, es decir, contraban­dear el perdón a los genocida» de­trás de la libertad de ios preso-i de la dictadura. El principal ani­mador de esta verdadera puña­lada contra los familiares fue el morenismo (PST), que también aspiraba a que una transición “indolora” acercara a la dictadu­ra a un desenlace electoral. Lue­go, el propio régimen (en 1982) intentó su autoamnistía. “Ni olvido ni amnistía, aparición con vida” fue la respuesta de Familiares, que terminó desbaratando esa maniobra.


El filo de Cata emergía, con toda su fuer­za, en cada una de estas batallas políticas y, cotidianamente, en el local de Familiares, como férrea organizadora de una vasta red de lucha entrelazada con el movimiento obrero y estudiantil que combatía a la dictadura. Cata siempre se empeñó en soldar a los familiares H con esa lucha general, a la que apostaba como militante obrera y socialista. Por eso, los años posteriores la encontraron llevando la voz del Partido Obrero a todo el país.


Tal vez falte, en esta semblanza política, las referencias necesarias a su humanidad extraordinaria, a su casa “sin llaves”, abierta  siempre a los compañeros y amigos. Pero esta que le cabe a su vida, totalmente soldada a la lucha política de su tiempo y a la del partido que contribuyó a forjar.