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28/7/1993|397

Cuba y el desarrollo de la revolución latinoamericana

El sábado 5 de junio se realizó en el local del PO en San Martín, la charla-debate “En defensa de la Revolución Cubana”, a cargo de Gerardo Montero (argentino que re­sidió 8 meses en la Isla), con la coordinación de Carlos Frígoli. El acto contó con la presencia de 30 compañeros, entre miembros del Partido y amigos, aproximadamen­te.


El orador (ex-militante del PC) introdujo históricamente la charla. Brevemente, pintó un panorama de la evolución política de Fidel y su grupo de combatientes del Moncada (el Movimiento 26 de Julio) desde posiciones democráticas generales hasta el programa agrario y antiim­perialista con que el 1° de enero del ’59 los rebeldes toman el poder. El posterior desarrollo de los hechos (una situación de doble poder, pues Miró Cardona y Urrutia, representan­tes de las clases dominantes, go­bernaban apoyados en milicias populares armadas) confirmó, a juicio del orador, la vigencia de la teoría de la revolución permanente: ante la agudización de las contradicciones de clase internas y la creciente pre­sión del imperialismo, apoyado en la “quinta columna” de la burguesía cubana, sólo dando el “salto” al socialismo la dirección cubana podía defender las conquistas democráti­cas logradas con la revolución. En esto radicó el rol enormemente pro­gresivo que jugó la Revolución Cu­bana, al echar por tierra las teorías stalinistas de la revolución por eta­pas y del tránsito pacífico o parla­mentario al poder. Fundamentalmen­te, la revolución demostró que para defenderse y defender sus conquis­tas hay que armar a las masas y no detenerse ante el muro de la “sagra­da” propiedad privada capitalista.


Al respecto, tanto el orador como Frígoli resaltaron un hecho funda­mental: la dirección de la revolución no era trotskista, lo cual no hace más que demostrar el carácter puramente objetivo de la revolución permanente.


El abierto apoyo dado por el castrismo al gobierno nacionalista de Velazco Alvarado en Perú, en 1968, fue ubicado como un punto de in­flexión de la política internacional cubana. Ya no se trataba de exten­der la revolución, como (con la OLAS y el discutible método del foquismo) se había hecho hasta ese momento. Esta política se fue profundizando hasta convertirse en la abierta alian­za con las burguesías latinoamerica­nas, como la del corrupto Carlos Andrés Pérez, Collor de Mello, Sali­nas de Gortari, etc. Y como broche de oro a esta orientación, el apoyo al ingreso del menemismo al Consejo de Seguridad de la ONU.


Sin dudas, este cambio de frente del gobierno cubano, retrataba ya desde el origen, el surgimiento y pro­gresiva consolidación de una buro­cracia dominante.


A ninguno de los concurrentes al acto escapaba el carácter de la crisis que hoy vive Cuba. Montero, que de los 8 meses de estadía vivió 2 en una casa de familia y conoció de cerca sus penurias, ilustró esa situación con ejemplos concretos. Explicando el funcionamiento de las libretas de racionamiento, demostró que, al con­trario de lo que dice el propio gobier­no, los productos racionados no al­canzan jamás a cubrir las necesida­des de cada persona. De hecho, casi el único alimento de los cubanos, en especial en los centros urbanos como La Habana, es el arroz y los frijoles.


Y ante esto, el orador señaló la exis­tencia de mataderos que funciona­ban como unidades de aprovisiona­miento de las Fuerzas Armadas Re­volucionarias. Un privilegio irritante e inaceptable, no muy diferente del que tienen los militares argentinos cuando se les aumenta las jubilacio­nes mientras se apalea a los jubila­dos “civiles” en la Plaza de Mayo.


Gráficamente, se explicó que Cuba está como dividida entre dos realidades: frente a la escasez gene­ralizada de la población, se encuen­tran las que se llaman “áreas dó­lar”, tiendas y mercados aprovisionados en abundancia (y, a veces, en sobreabundancia), exclusivos para extranjeros. El choque entre estas dos realidades (calificadas como “omnipresentes”, puesto que todo el territorio cubano es zona turística) está en la base de dos fenómenos negativos que se vienen profundi­zando alarmantemente: el mercado negro y la prostitución.


En el posterior debate se tocó, entre otros temas, el que significaba la cuestión central de la actividad: por dónde pasa la defensa de la Revolución Cubana.


Se delimitaron claramente las po­siciones con otros sectores de la “izquierda” (mejor dicho, centroizquierda) que encubren sus misera­bles políticas capituladoras con dis­cursos altisonantes “favorables” a Cuba. Sin duda que la orientación que siguen organizaciones como el PT, el sandinismo, el Farabundo Martí, el PC argentino (entre otras) es contrarrevolucionaria con relación a Cuba, pues su desembozado apoyo a las burguesías autóctonas no hace más que mantener a Cuba en el aislamiento, y esto es algo que no logran taparlo ni Lula, ni Ortega, ni Handal, ni Echegaray cuando profie­ren alaridos sobre su supuesta de­fensa de la Revolución Cubana.


Hoy la defensa de la Revolución Cubana pasa por el desarrollo de la Revolución Latinoamericana, lo que implica una clara política de in­dependencia de clase, de moviliza­ción de las masas contra los regímenes políticos burgueses en cada país (tendencia ya instalada en la reali­dad del continente, como lo demues­tran las huelgas en Uruguay, el ner­viosismo del imperio ante la crisis e inminente estallido en Brasil, etc.). Carlos Frígoli señalaba la resisten­cia del proletariado soviético contra los intentos de restauración capita­lista como “monumento en defen­sa de la Revolución Cubana”.


En nuestro país, la defensa de Cuba pasa por el reagrupamiento de la vanguardia obrera revolucionaria contra el régimen de Menem y Cava­llo, por echar a la burocracia de los gremios, por la huelga general de 36 horas, etc. Es decir, por la construc­ción del Comando Político de izquier­da, que nuestro Partido propuso en el acto del 1a de Mayo en Plaza de Mayo.


Es desde este punto de vista que llamamos a la militancia del PC y de aquellos sectores que quieran ho­nestamente defender en serio a Cuba, a romper con las políticas ca­pituladoras de sus direcciones.


Sobre el final, ante la pregunta de un compañero del público, Monte­ro reafirmó su convicción acerca de la necesidad de que quienes defien­den a Cuba tengan, también, accio­nes de solidaridad concreta ante las necesidades concretas del pue­blo de la isla. Esto es, organizar el envío de aquellos artículos de prime­ra necesidad de los que carecen hoy los cubanos (leche en polvo, jabón, pasta dental, vitaminas, etc.).


Luego de casi tres horas de charla y debate, la actividad terminó con la promesa de realizar otra en un futuro cercano.


24/6/93