Partido

4/7/2002|761

Cumpa Pastor: ¡Hasta la victoria, siempre!

Con estas palabras escritas, sobre una bandera roja, despedimos a Pastor Azcona, que falleció en Mar del Plata a los 50 años.


Y si nos referimos a él en esta hora de despedida es para resaltar su característica de excepcional amigo y compañero. De los buenos.


Gaucho nacido en Uruguay y criado en Pehuajó, portador de una alegría inmensa, matizada con miles de anécdotas, cuentos y leyendas, Pastor fue un gran cohesionador social, por donde anduvo dejó un rastro de humanidad y solidaridad.


Tenía la gran convicción de que un revolucionario debía endurecerse sin perder la ternura.


Durante 30 años de su vida fue un militante comunista y un revolucionario convencido.


Tras una larga militancia en el Partido Comunista remontó la cuesta de la caída del Muro y de la URSS y rearmó su militancia alrededor de Tribuna Docente y el PO.


Nada lo pinta mejor que la respuesta a sus viejos camaradas del PC, que lo encontraban por la calle y le enrostraban: “Pastor, ¿dejaste de ser comunista y te fuiste al PO?”, “¡¡¡No, viejito, no!!! ….¡es para seguir siendo comunista que me fui al Partido Obrero!”, les contestaba.


Vivió los últimos meses con una enorme expectativa, como todos los viejos que vivieron con la izquierda los años difíciles, y con una gran confianza en que se acercaban victorias revolucionarias por las que había luchado y soñado tantos años.


No había marcha, huelga o piquete en la que no apareciera enarbolando su mate amargo y su termo, su pancarta; de su mochila podían salir tanto volantes, periódicos, manzanas, como un botiquín de primeros auxilios para que no se infecte una herida de bala de goma.


Amaba la naturaleza y todo lo vivo.


Profesor de Biología y preceptor, amigo y profe piola para varias generaciones de jóvenes marplatenses, delegado de Suteba; todavía Pastor se dio la oportunidad de ser un deportista excepcional, ya que pasados los 40 años, subió dos veces a la cima del Aconcagua.


Cuando se nos va un compañero así es imposible dejar de pensar en quiénes somos.


Es que gracias a compañeros como Pastor podemos ser una voluntad colectiva, un puño colectivo, una conciencia colectiva, un anticipo del socialismo.


Gracias, Pastor…


Haber compartido la trichera revolucionaria con vos nos ha hecho más firmes, más decididos, más valientes y, sobre todo, más libres y felices.