Partido

30/10/2003|823

Lisandro Suriano

Hace dos años fallecía en un accidente automovilístico mi amigo personal Lisandro. El dolor de la pérdida me ha hecho retrasar en tanto tiempo esta pequeña nota.


Lo conocí a finales del año ’91, cuando nos relacionamos a la lucha estudiantil contra la transferencia educativa del menemismo. Ibamos al mismo colegio, él por la tarde (llamado Tomás Guido), yo por la mañana (llamado Estados Unidos). Al año siguiente, al profundizarse la lucha, esta vez contra la Ley Federal, nuestra amistad se afianzó; fuimos parte dirigente de la llamada Coordinadora de Estudiantes de San Martín y Tres de Febrero, y formamos parte de la CES de Capital y Gran Buenos Aires. En este proceso nos acercamos a las posiciones del PO, aunque con muchos resquemores y siempre guardando nuestro carácter de militantes “independientes”. Nuestros debates eran siempre sobre el nacionalismo izquierdista; odiábamos al stalinismo, nos reíamos del morenismo y, como todos los independientes, nos vanagloriábamos de ser un poco anarquistas. Pero decíamos: “El único lugar donde nos podrían ganar es en el PO”. Respetábamos la honestidad y las posiciones del Partido Obrero, así como a quienes llevaban la discusión con nosotros, Carlos Frígoli y Miguel Bravetti.


Así, en el año 1994, Lisandro se incorpora a las filas del partido en forma activa, aunque lo había hecho formalmente a fines del ’93. Esos años fueron los de construcción de “El Agite”, la agrupación estudiantil del cual fue referente, hasta estando fuera del colegio, y que fue uno de los puntales más altos de una organización juvenil por esos tiempos en el Gran Buenos Aires.


Lisandro, al terminar la secundaria, se anotó en la carrera de Antropología, pero rápidamente cambió de idea y al terminar el CBC se inscribió en Historia, también en la UBA. Siguiendo tal vez, los pasos de sus padres, reconocidos historiadores. Mientras estudiaba, empezó a trabajar de docente haciendo suplencias en San Martín y también colaboró con sus padres en algunas de sus investigaciones.


Su compromiso con la militancia se acrecentó, y se convirtió en uno de los dirigentes más importantes de la UJS y una fuerte columna del partido en la regional San Martín y en la Zona Norte; por eso fue votado para integrar el Comité Central del Partido Obrero en su momento.


Aproximadamente al recibirse, y en tránsito hacia nuevas responsabilidades de adulto en su vida, Lisandro hace un pequeño impasse en sus responsabilidades partidarias, pero rápidamente se repone y empieza a jugar nuevamente un papel dirigente. Estaba en esto cuando falleció.


Para mí, Lisi formaba parte de esos pocos amigos con los cuales uno se sintió viviendo los momentos soñados. El fue uno de los pocos con los cuales me imaginé la rebelión popular en la Argentina desde que nos conocimos; tam bién me imaginé organizando, discutiendo y protagonizando los momentos más importantes de eso que cotidianamente llenaba nuestras voluntades: la lucha por el socialismo. Es por eso que su pérdida fue un golpe muy duro, como si me quitaran de pronto uno de mis sueños más felices.


Lisandro era leal, compañero, serio, honesto y muy inteligente. Todas estas características personales lo hacían ganar amigos en cualquier ámbito donde se moviese, tanto en la militancia como en la facultad, siendo docente o escribiendo para una editorial. Con estas cualidades aprendió, se formó, enseñó y me enseñó muchas cosas.


Este es también un recuerdo de Elisa, la compañera de Lisandro y adorable amiga.


Y también es un recuerdo para quienes hoy, en la segunda parte de los 20 años, formamos parte de esa camada de jóvenes que soñamos con el Argentinazo y soñamos y construimos cotidianamente un amanecer que deje de ser una tentación.