Partido

1/4/2004|844

María Luisa

María Luisa es otra compañera del Polo de Patricios. De las que tienen plan y reciben el bolsón. De las que no faltan en las asambleas, a las marchas, a los piquetes. Para algunos, sería un caso clásico del “clientelismo” que atribuyen al Polo. Pero vayamos un poco más allá.


María Luisa nació en Jujuy, cerca de Ledesma. Su padre era un obrero peronista, luchador del ingenio, antes y después de la “Libertadora”. Dos de sus hermanos –nos cuenta entre lágrimas después de haber visto la proyección de “Pan y Rosas” en el local del Partido de Patricios–, uno de 16 y otro de 18 (por entonces), integran la lista de desaparecidos del “Apagón”. Ella trabajó durante 32 años como obrera textil, afiliada al Soiva, en una empresa que quebró durante el gobierno de Alfonsín y dejó a la gente en la calle. Desde esa época que viene penando con trabajos ocasionales, en negro, al igual que su compañero, que trabaja en la construcción. Ahora desde hace meses viene trabajando con otras veinte compañeras en un taller (también en negro) que confecciona para una conocida marca de ropa femenina. Y cuando sale viene a las actividades del Polo. Me pregunto: ¿en qué categoría sociológica la colocamos?, ¿es obrera, es desocupada? La respuesta es simple: María Luisa es piquetera.


Porque además María Luisa vende Prensa Obrera, desde antes de ingresar al Partido. En el turno de almuerzo del taller, un día se puso a leer el periódico. Se le acercó otra compañera y le preguntó de qué se trataba. Le dijo que era el diario de los obreros, donde salen las cosas que en los diarios oficiales no aparecen. La compañera le preguntó si era el diario del Polo Obrero, porque ella era de Berazategui, y allá también tenían “su” Polo.


Al rato se le acercó otra compañera y le pidió que se lo prestara. “Esta vez sí, pero desde la semana que viene lo tenés que comprar.” Pasaron un par de meses. De las veinte compañeras del taller, hoy diez compran en forma rigurosa todos los viernes la Prensa Obrera. Ahora se están suscribiendo. Esto es un ejemplo para cualquier frente sindical: el 50% de los trabajadores, en forma natural, adoptó la lectura del periódico. El compañero de María Luisa pasa también dos prensas más entre sus compañeros de trabajo.


Con compañeros así las ideas revolucionarias se abren camino