Partido

6/1/1994|410

Se discutió a fondo el Informe de Actividades

El VIº Congreso del PO comenzó debatiendo el Informe de Actividades presentado por la dirección saliente. Sin un balance concreto sobre las luchas concretas libradas por el partido desde su último Congreso, sin un balance de sus caracterizaciones, de sus consignas, de su intervención práctica en la lucha de clases, del “eco” obtenido por su propaganda y su agitación en la vanguardia obrera y en las masas explotadas, de sus progresos organizativos y de las trabas a ese desarrollo, sin este debate concreto, no hay posibilidad de una clarificación política concreta y práctica de la situación, la etapa y las tareas del partido en el próximo período.


El informe analizó la intervención del partido en cada una de las luchas libradas por las masas contra el gobierno y los capitalistas. Se destacó el papel jugado en la lucha contra la liquidación de la previsión social, a la que caracterizamos de conjunto con mucha anticipación. Alertamos a los trabajadores y planteamos un programa integral de reivindicaciones que sostuvo la agitación, la propaganda y la denuncia en todas las fases de la lucha  sirviendo como una palanca de un reagrupamiento de fuerzas. En el curso de la lucha previsional, el PO actuó como una auténtica dirección política de la clase obrera, capaz de formular un programa independiente y, por medio de ese programa y de su acción práctica, señalar un camino de lucha a los trabajadores.


El Congreso analizó también la intervención del PO en las luchas sindicales y antiburocráticas, reivindicando la política seguida frente al paro de la CGT del 9 de noviembre y la política de reclamar un paro activo de 36 horas de la CGT y del CTA en el curso de la movilización contra la “jubilación privada”. El reclamo del paro de 36 horas permitió una intervención a fondo del partido, que se expresó en una importante cantidad de pronunciamientos por el paro, por parte de cuerpos de delegados y comisiones internas. Se destacó también el papel activo jugado por el PO en la conformación de listas antiburocráticas en las principales elecciones sindicales realizadas este año —Foetra, bancarios, sanidad, docentes de Capital (suspendidas) y metalúrgicos en algunas seccionales del Gran Buenos Aires (proscriptas por la burocracia).


Otro de los puntos nodales del debate del Informe de Actividades fue el balance de la política  de frente único desarrollada por el PO. El Congreso caracterizó que las consignas de “por frentes de acción”, primero, y de “por un comando político unificado de la izquierda”, luego, concentraron, en un llamamiento práctico dirigido a las organizaciones de la izquierda, el conjunto de los problemas políticos planteados a la vanguardia y al propio partido por la crisis política y económica, y por las necesidades del movimiento de las masas. Frente al reflujo del activismo obrero y de las propias masas como consecuencia de las luchas derrotadas y del vaciamiento sindical, frente a la dispersión y fundición de numerosos activistas como consecuencia de la desintegración de la IU y del Mas, y frente a los renovados ataques de la burguesía y el gobierno contra los trabajadores, las consignas lanzadas por el PO sirvieron como una barrera al retroceso y como un eje de reagrupamiento. La cuestión del frente fue convertida —por la propia situación y por la actividad práctica del PO— en una tarea objetiva para la vanguardia … a tal punto que todas las organizaciones de izquierda se vieron obligadas a fijar posición frente al llamamiento del PO, incluidas las organizaciones hostiles a la formación de un frente de izquierda.


El acto del 1º de Mayo —que permitió a la izquierda “mantener” la histórica Plaza de Mayo—, las listas unitarias en diferentes sindicatos, universidades y centros estudiantiles, y la conformación del FIT y su posterior votación —que cuadruplicó los votos obtenidos por el PO en 1991 y evitó el peligro, real, de  una atomización electoral de la vanguardia obrera  y de la izquierda— fueron caracterizados por el Congreso como triunfos políticos.


El VIº Congreso no se limitó a analizar estas grandes luchas políticas. Las intervenciones de los delegados reflejaron la intervención del PO en innumerables luchas parciales y en los esfuerzos de reorganización de la vanguardia obrera en todo el país: las luchas contra la “flexibilización”  —o la preparación de estas luchas— en las plantas gráficas y metalúrgicas, las luchas de los telefónicos contra las privatizaciones, las de los estatales de las provincias (Córdoba, Neuquén, Santa Cruz, Chaco) y de las municipalidades (Olavarría, Mercedes), las luchas de las barriadas del Gran Buenos Aires por la tierra y contra las estafas de las “obras” de los privatizadores, las luchas de los secundarios por poner en pie centros de estudiantes, las luchas de todos los sectores de la “comunidad educativa” (docentes, estudiantes secundarios y universitarios, padres) contra la destrucción de la educación, las movilizaciones juveniles contra la represión policial.


De conjunto, el debate sobre el Informe de Actividades sirvió para constatar un progreso político y organizativo del PO y  su creciente protagonismo, influencia y autoridad entre el activismo obrero, combativo y de la izquierda.


El debate echó luz, también, sobre un conjunto de déficits y limitaciones. El primero de estos déficits es la insuficiente penetración partidaria en el proletariado industrial por referencia al desarrollo alcanzado en los gremios estatales y de servicios (docentes, bancarios, sanidad, estatales en todos sus niveles). Esto revela un trabajo empírico que orienta la intervención hacia los sectores más dinámicos de la lucha sindical. El Congreso llegó a la conclusión de que es esencial que todas las organizaciones del partido presten una atención preferencial a su trabajo sobre el proletariado industrial, más allá del que surja del desenvolvimiento coyuntural de la lucha de clases.


El partido debe llevar a los trabajadores de las grandes fábricas una agitación política general, sobre los problemas políticos nacionales más generales (reforma constitucional, luchas de las masas, educación, salud, vivienda), una agitación política sobre el conjunto de los ataques a las conquistas obreras (flexibilización, reducción de salarios, destrucción de la previsión social) y una agitación que denuncie las condiciones de trabajo y los ataques patronales en cada empresa, ligando cada uno de estos ataques concretos a las tendencias más generales del capitalismo en su fase de descomposición, a los estertores del “plan” Cavallo y a la necesidad de una respuesta de conjunto —política— de la clase obrera.


La penetración del PO en el movimiento obrero industrial y la conquista de su vanguardia para posiciones revolucionarias implicará, necesariamente, una elevación y una agudización de la lucha política  librada por el partido contra la política democratizante. Esta creciente lucha política debería registrarse en una creciente colocación de“Prensa Obrera” y de“En Defensa del Marxismo” —otro de los déficits políticos de la actividad que registró el Congreso. Los comités, los equipos, los militantes y aun los simpatizantes del PO deben “abastecer” las páginas de la periódico para que “Prensa Obrera”  refleje —cada vez con mayor  vigor, exactitud, profundidad y perspicacia— los debates de la vanguardia, los problemas políticos que enfrenta en las fábricas y las respuestas concretas que les ofrece el PO.


Otro escollo a superar por el PO en el próximo período es la lucha por su legalidad, es decir, la lucha contra la presión descomunal de la burguesía y su Estado por empujar a la izquierda hacia la marginalidad política. Se trata de una batalla política de envergadura: esto porque los explotadores no pueden liquidar las conquistas de las masas sin pretender liquidar, al mismo tiempo, sus conquistas democráticas y, por sobre todo, las tendencias políticas que expresan concientemente las luchas de las masas contra el capital y les ofrecen un programa y una dirección revolucionaria. El partido revolucionario no puede pretender convertirse en la dirección política de las masas si no logra derrotar a la burguesía y a su Estado también en el terreno de la lucha contra su proscripción.


El debate sobre el Informe de Actividades se convirtió —y no podía menos que hacerlo— en un retrato vivo no sólo de la acción del PO y de su desarrollo, sino también de las tendencias vivas de las masas, de sus bloqueos políticos, de la política práctica del conjunto de los partidos del país y del retroceso, organizativo y político, de la izquierda democratizante.