Partido

6/5/2004|849

Un balance del congreso internacional

En una de las intervenciones en el Congreso por la Refundación de la IV Internacional se dijo que el agrupamiento de fuerzas por la IV era extremadamente pequeño, pero que estaba dando un gran paso adelante.


¿En qué ha consistido ese paso adelante?


En primer lugar, incuestionablemente, en que se ha abierto un debate acerca del programa, en torno a un “borrador de tesis” presentado por el Partido Obrero. Sería la primera vez, después de la guerra, que tendría lugar una discusión sobre el programa en la IV Internacional. Aunque en el pasado se trataron cuestiones que tienen que ver con el programa por distintos referentes de la IV Internacional, ellas tuvieron el carácter de complementos al Programa de Transición aprobado en 1938. Muy tempranamente, sin embargo, estos complementos empezaron a ser contradictorios con el programa. A partir de la disgregación que comenzó en 1951-52, las diferentes tendencias que se reclamaban de la IV se posicionaron frente a la realidad política que debían enfrentar con total independencia de las caracterizaciones y planteos del Programa de Transición. La disgregación fue acompañada, casi naturalmente, por el empirismo. Dos ejemplos ilustran este punto. Uno, se dejó de tomar como válida la caracterización de que “las fuerzas productivas han dejado de crecer”, sin proceder a una re-elaboración integral del programa, el cual se basaba, precisamente, en esa premisa. Dos, se re-caracterizó al stalinismo, convirtiéndolo, al menos durante algunos años, de fuerza frenadora de la revolución mundial, en una fuerza impulsora de ella. El actual Secretariado Unificado, por ejemplo (y lo mismo vale para otras corrientes), rechaza la dictadura del proletariado, pero no ha creído necesario elaborar un nuevo programa. Pero como la dictadura obrera no es más que la culminación necesaria (y no aleatoria) de un determinado desarrollo histórico, su abandono significa simplemente el cambio total de perspectiva, o sea un nuevo programa. El empirismo, como se ve, juega una función política muy evidente, porque la falta de un programa sirve para encubrir el abandono de las posiciones del marxismo en la teoría y en la lucha de clases práctica.


Nuestra corriente reafirma la perspectiva histórica señalada por el Manifiesto Comunista y el Programa de Transición. La presentación de un programa obedece, en nuestro caso, a la necesidad de dar cuenta de un gran fenómeno social y político, la restauración del capitalismo en el ex “bloque socialista”, y la relación que guarda con el conjunto de la crisis histórica del capitalismo. Para algunos es la ‘victoria final’ del capital, para otros una rebobinación de la historia de la lucha de clases hacia los inicios. El programa se propone establecer la caracterización exacta de estos cambios sociales y políticos de alcances mundiales.


Con la elaboración de un programa, nuestra corriente establece un principio de delimitación política imbatible. La lucha de partidos y de tendencias, y la lucha política en general, deja de tener un carácter circunstancial, o sea que oscila con cada convulsión de la lucha social. Se establece, por el contrario, un marco político estable. Sin este marco es imposible imaginar siquiera una formación real de una vanguardia obrera y una preparación real, sistemática, de una lucha por el poder.


Para las distintas fuerzas que integran nuestra corriente, incluso las más pequeñas, la acción política con base a un programa cambia sustancialmente sus perspectivas de desarrollo.


En el marco del Congreso, sin embargo, este avance político encontró límites muy fuertes. No todos los delegados aprobaron el “borrador de tesis” como base de discusión del programa. La mayoría de los representantes de la ex Oposición Trotskista Internacional se abstuvieron en la discusión en general, lo que pone en evidencia, nada menos, que no reconocen un principio de base programático común. Los desarrollos futuros dirán si estamos ante una divergencia de principios en torno al programa o si ha sido una manifestación confusa de lucha de facciones. A partir de ahora, el “borrador de tesis” deberá discutirse en las organizaciones nacionales y, sobre la base de esta discusión (que será naturalmente internacional), se convocarán a las conferencias nacionales dentro del 2004. El PO ha convocado la suya para el último fin de semana de septiembre. Para la gran mayoría de las organizaciones y delegados, la aprobación del “borrador” significó un gran avance en la homogeneización política de los que luchan por la refundación de la IV. La votación del Congreso ha puesto de manifiesto que la tendencia por la refundación de la IV pretende avanzar sobre la base de las delimitaciones políticas y no sobre el confusionismo o el empirismo.


En segundo lugar, el Congreso aprobó un estatuto. Esto significa que se pone en marcha una acción práctica común, de propaganda, agitación y organización, en el plano internacional. Se manifestará, en forma ostensible, por la publicación de un periódico bi-mensual y por la organización sistemática de campañas. La principal de estas campañas es en apoyo a la sublevación nacional iraquí, con el objetivo fundamental de convertir el empantanamiento de la ocupación militar en un factor que sirva a la expulsión de los gobiernos imperialistas que impulsan la guerra y del conjunto del imperialismo mundial. También se votaron campañas con relación a la revolución boliviana y a la construcción de un organización socialista, independiente del chavismo, en Venezuela. El Estatuto se caracteriza por exigir de las organizaciones que adhieren una intervención independiente en la lucha de clases en sus países. A algunas organizaciones se les ha dado un plazo de seis meses para cumplir con el requisito de tener una prensa regular y una agitación sistemática. La disolución en otras organizaciones, y para peor cuando esto ocurre durante años, no permite juzgar el carácter de la intervención política ni permite construir un partido. Los delegados del Partido Obrero insistieron en presentar el tema de la construcción de organizaciones independientes como un asunto de principios.


La característica fundamental de la Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional que fue creada en el Congreso es que está formada por organizaciones de origen histórico independiente. La Coordinadora rompe el molde sectario de formar ‘partidos’ en diferentes países que son sucursales de una organización nacional autoproclamada internacionalista. La Coordinadora se propone acentuar este método de construcción política. Se reúnen las condiciones para poner fin a un largo período de disgregación política, y por esta vía, desarrollar en la clase obrera la tendencia a construir nuevamente una Internacional proletaria. Las guerras imperialistas aceleran el desarrollo de estas tendencias por varios motivos: ponen a los pueblos ante la forma extrema de tentativa de perpetuación del sistema de explotación, subiendo varios peldaños en la escala de los horrores de la explotación capitalista; desnudan al mismo tiempo los límites de las oposiciones liberales y pacifistas que pretenden retrotraer al capitalismo, y a sus Estados a una etapa que conceptúan idílica. El ritmo al que progresan las crisis políticas en los Estados de Europa, e incluso en Estados Unidos, y el amotinamiento creciente de los pueblos de América Latina contra sus gobiernos, marcarán las fronteras insalvables que los movimientos reformistas no quieren cruzar y profundizarán las posibilidades de acción revolucionaria. Un giro decisivo en estas crisis deberá dar un golpe mortal, eso creemos, a la aventura criminal del sionismo en Palestina.


En este marco lanzamos la propuesta de refundar la IV y nos lanzamos a la tarea de esa refundación.