Partido

24/10/2002|777

Un peldaño

En el acto central del Partido Obrero, en Ferro, Altamira señaló que una salida capitalista entrañaría un retroceso de varios peldaños en los niveles de civilización.


Quizás alguno haya pensado que se trataba de una exageración más.


Para aquéllos que todavía no hayan sentido el impacto de ver cómo las calles se llenan de cartoneros a partir de las 7 y media de la tarde o cualquier otro de los signos de la tragedia humana a la que nos condena la quiebra capitalista, Clarín trae una nota impactante a doble página: la venta de leche cruda.


La leche cruda es vehículo de la brucelosis y tuberculosis, amén de bacterias varias. Dice el diario: “La vuelta al lechero es retroceder 100 años, no por la modalidad sino por el riesgo sanitario que implica el consumo de leche sin pasteurizar, aseguran los especialistas consultados por Clarín”. En efecto, recordemos que la pasteurización es un procedimiento sanitario que comenzó a aplicarse a fines del siglo XIX (es decir, antes de 1900).


Según el mismo Clarín, en las principales cuencas lecheras del mar y las sierras —incluye Tandil, Azul y Olavarría—, “más del 40% del total de leche que se comercializa se vende cruda. Cifras extraoficiales indican que dos de cada tres familias —de 300.000 habitantes— toma leche cruda”.


Por este motivo, el Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires, en una carta dirigida a las autoridades locales, advirtió que “esta aceptación puede llevar a que los niños contraigan enfermedades con riesgo de muerte”.


¿Por qué o cómo llegamos a esta situación?


Lo dice el mismo diario: por un lado, “las fábricas nos pagan 26 centavos el litro y con el aumento de los insumos si no vendemos directo tenemos que cerrar”, explica un productor, y por el otro, “los 150 pesos del plan Jefes no me alcanza. Si no la compro suelta, los chicos no toman leche”, explica una desocupada con cuatro chicos de entre 3 y 10 años.


El razonamiento puede parecer esquemático, pero para que los niños de Argentina puedan volver a tomar (o seguir tomando) leche pasteurizada, para poder conservar una conquista centenaria de la ciencia y la salud pública, no hay otro camino que imponer un gobierno de los trabajadores. Expulsemos ya mismo a Duhalde, el FMI y todos los parásitos explotadores que contaminan la leche de nuestros niños.